miércoles, 20 de marzo de 2019

EPÍSTOLAS SURIANAS (Carta a Don Héctor) De Julio Ayala Carlos


El regaño a Pablo Amílcar, el “gobernadorcito”…


SI NO SE QUEDA, LE VAMOS HACER UN DESMADRE en la visita del presidente, le advirtieron, y sólo así, sólo así, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, el que sueña con ser gobernador del estado, se quedó en Casa Guerrero, en la sesión del Consejo Guerrerense para el Desarrollo Rural Sustentable. Y es que “el gobernadorcito”, como le dicen, se retiraba de la reunión para preparar, según dijo,  la visita que tiene este viernes Andrés Manuel López Obrador en Acapulco, principalmente con los banqueros.

Es decir, el delegado único en Guerrero del Gobierno federal, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, prácticamente fue obligado a quedarse a la sesión, en donde además fue objeto de reclamos por parte de los dirigentes de las organizaciones campesinas allí reunidas. El motivo, porque hasta la fecha no se ve su trabajo por ningún lado.

Y es que, en efecto, quién sabe qué diablos hace el tal Pablo Amílcar como delegado único en el estado, aunque cobra más que el gobernador Héctor Astudillo Flores, pues a nadie recibe, pese a solicitudes de reunión sobre los programas y acciones que se supone van a realizarse en Guerrero. “Usted no ata ni desata”, le gritaron en esa reunión.

“Quédese”, le exigió, entre otros Rigoberto Acosta González, presidente del Consejo Regional de la Sierra de Guerrero, en tanto que Marco Antonio Reyes Ocampo, de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas, cuestionó su desempeño en el cargo, mientras que Sebastián de la Rosa Peláez, de la Coduc, y Reyes Ventura Urióstegui, dirigente de los mangueros en el estado, evidenciaron su falta de trabajo en favor de los guerrerenses.

Y no es para menos. Desde que entró en funciones el nuevo gobierno, el de AMLO, el que en campaña decía que “primero los pobres”, nada se sabe de lo que se hace en Guerrero, pues ni siquiera llegan los apoyos a los discapacitados, y eso que el presidente lo anunció hace dos meses en Tlapa, aunque eso sí, han desaparecido las estancias infantiles en el estado, lo mismo que los comedores comunitarios, entre otros programas sociales en favor de los que menos tienen.

Le gritaron: “ponte a trabajar”. Y alguien más dijo: “quiere llorar, quiere llorar”. Alguno más dijo: “denle un clínex”, mientras el súper delegado, el vicegobernador, o el gobernadorcito, se  removía en la silla. Y es que nunca lo habían obligado a quedarse a una reunión, a escuchar reclamos, y en suma, a ser regañado. Y es que, de acuerdo a los dirigentes de las organizaciones campesinas y miembros del Consejo Guerrerense para el Desarrollo Rural Sustentable, el tiempo ya está encima y ni siquiera los del Gobierno federal, el cual representa Pablo Amílcar en Guerrero, han tenido la capacidad de informar las reglas de operación para el programa del fertilizante.

Por supuesto, dudo que el incidente termine así. Es decir, como si nada. Como si el regaño, y la humillación para el representante en el estado del señor-presidente-de-la-república, nunca hubiera pasado. Dicen los que lo conocen que Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros es como Andrés Manuel López Obrador: perdona pero no olvida. Es rencoroso, pues.

Comentarios: julio651220@hotmail.com

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