martes, 21 de abril de 2020

EPÍSTOLAS SURIANAS (Carta a Don Héctor) De Julio Ayala Carlos


En los hechos, lo que le importa al gobierno del Pg, no es que haya infectados o éstos se mueran, sino que la pandemia evidencie que no está preparado para enfrentar.                                                                                     

QUÉDESE EN CASA, QUÉDESE EN CASA, quédese en casa, es el slogan del gobierno federal, y el de los estados, para evitar la propagación masiva del coronavirus mediante el contagio. Y es que, hasta ahora, no tiene otra estrategia para frenar la pandemia que no solo ha causado miles de muertos en el mundo, y cientos en México, sino que ha paralizado las economías de los países, y además está generando una de las mayores crisis económicas de las que se tenga memoria.

El exhorto es recurrente, y hasta ahora, hay que decirlo, se ha cumplido medianamente, principalmente por los que, de una u otra forma son parte de la burocracia, tanto del nivel federal, estatal y municipal, cuyos gobiernos los mandaron a su casa pero con salario garantizado y de manera puntual, de tal forma que no tienen mayor problema para quedarse en sus hogares, pues tienen muy bien claro que les seguirán pagando hasta en tanto dure la pandemia y lo decidan las autoridades.

En este sentido, quedarse en casa, cumpliendo con las disposiciones de las autoridades, para así evitar el contagio del coronavirus, tiene que ver con que las familias, con que los jefes de familia tengan un ingreso seguro, y que les llegue de manera directa y sin contratiempos, durante todo el tiempo que dure la contingencia, pues de otra forma será imposible que todo mundo se quede en sus hogares para evitar el virus.

Y es que, como ya lo hemos dicho en otras ocasiones, quienes salen a la calle a buscar el sustento diario, pese a los exhortos de “Quédese en casa, quédese en casa, quédese en casa”, no es que no quieran quedarse con su familia para evitar el contagio, o que no crean en el coronavirus, o que incluso no le tengan pavor, sabiendo que pueden llegar a morir por ello, sino porque no les queda de otra y si no trabajan todos los días, no comen sus hijos aunque sea tortilla, su mujer, y hasta sus padres, cuando éstos vivan con ellos.

Cierto es que siempre hay gente irresponsable e inconciente, que no aprecia su vida y la de su familia, y por eso les importa poco el que se contagien del coronavirus, y en su caso puedan llegar a perder la vida por sus consecuencias, pero el grueso de la población, incluso quienes se encomiendan a Dios, con aquello de “que sea lo que Dios quiera”, no solo tienen miedo de morir, sino que les preocupa dejar, por ejemplo, a sus hijos en la orfandad.

Y sin embargo, éstos últimos tiene que salir a trabajar, con todo y los exhortos de las autoridades de quedarse en casa, de los riesgos que implica salir a la calle a buscar el pan diario, contra aquellos que, por el hecho de ser trabajadores del gobierno en sus tres niveles, tienen un ingreso asegurado y por ello pueden permanecer en sus domicilios por el tiempo que dure la pandemia.


Si todos permanecieran en casa por al menos 20 días, dicen las autoridades federales de salud, la curva del coronavirus se aplanaría, es decir, el contagio no se multiplicaría, y por lo tanto el sistema de salud sería suficiente para atender a los contagiados, y más aún, brindarle una mejor atención a quienes se encuentren en fase crítica. Es decir, se resolvería en gran medida el problema.

En consecuencia, si quedarse en casa, como una y otra vez lo repiten las autoridades, es la solución para evitar el coronavirus, y la reclusión o no de las familias depende de un ingreso seguro, por qué entonces el gobierno federal, el que encabeza Andrés Manuel López Obrador, y el que encabezan los gobernadores de los estados, así como el de los ayuntamientos municipales, no garantizan un ingreso a todas las familias del país, por al menos un mes, para que todos permanezcan en sus hogares?

¿Por qué no conjuntar recursos, y esfuerzos, tanto el gobierno federal, el de los estados y el de los municipios, y así garantizarle un ingreso seguro a todas las familias para que no tengan ningún motivo ni pretexto de salir a la calle? ¿Por qué no suspender, o paralizar todo tipo de programas que no sean tan urgentes, como sí lo es la atención de la salud, y un ingreso para todos los mexicanos?

¿Por qué no suspender, por ejemplo, la obra pública, incluidos los tres proyectos del Presidente de La República, de manera temporal, para apoyar con esos recursos a todas las familias del país, en razón de que la vida es lo más importante sobre todas las cosas? ¿Por qué no se apoya, de manera decidida, por tan solo un mes, a todos los mexicanos para que permanezcan en sus domicilios, y así cumplir lo que tanto pregonan de “quédese en cada, quédese en casa, quédese en casa?”.

Siendo honestos, el gobierno federal no gastaría muchos recursos, y aunque fuera gran parte del presupuesto, bien vale la pena la salud y la vida de los mexicanos. Así, el presidente López Obrador diría con orgullo que en su gobierno primero están los pobres, porque hasta ahora, todo indica que le importa poco y le apuesta a que haya un contagio incontrolable, con la posibilidad de que mueran miles de mujeres y hombres de la tercera edad, es decir, nuestros ancianos, nuestros abuelos.

Comentarios: julio651220@hotmail.com


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