viernes, 17 de abril de 2020

ZONA CERO Los viejos, doblemente afectados ante el Covid-19 Por Roberto Santos

Roberto Santos Salvador

En algunos oídos todavía suenan las palabras de Christina Madeleine Lagarde, que como directora del FMI declaró que “la gente vive más de lo esperado”, argumentando que los gobiernos deberían reducir las prestaciones sociales y aumentar la edad de la jubilación.

Su tesis era que si el promedio de vida aumentaba tres años más, el costo para mantener ese envejecimiento para el gobierno, empresas y aseguradoras aumentaría en un 50 por ciento de las economías avanzadas.

Esto significa ni más ni menos que para el FMI los viejos en este mundo están de más.

En este momento de pandemia, donde los adultos mayores son los más afectados, se vuelvan a escuchar en la memoria las palabras de Lagarde.

Pero no es la única voz en ese sentido, pues hace algunos ayeres, el ministro japonés de Finanzas, Taro Aso, sugería respecto de los ancianos “que se den prisa y se mueran”, para así se pudieran aliviar los gastos de atención sanitaria del Estado, con lo que se demuestra que para los encargados de las políticas públicas de algunos países sanear las finanzas pasa por reducir la cantidad de la población vieja.

Esto representa un gran cambio cultural, pues ya no se ve al reverendo anciano como el poseedor de sabiduría tradicional y guía de los valores y buenas costumbres, sino un estorbo ante el crecimiento poblacional y gasto para el Estado.

Esto, sin duda, suena a teoría Malthusiana, quien en 1803 publicó su Ensayo sobre el principio de la población, donde creía prever que el crecimiento ininterrumpido de la población crearía conflictos, hambre y enfermedades.

Para ello proponía controles de natalidad y confiaba en los factores de regulación natural como las guerras y las epidemias, que evitarían que se llegara a una crisis de alimentación.

Sin embargo, la teoría de Malthus fue superada por la cultura y la técnica, pues la producción de alimentos ha sido suficiente para atender el crecimiento de la población.

Ya sabemos que los reguladores de la población son las guerras y las pandemias, y aunque la población se ha cuadruplicado en el siglo XX, el problema para la mayoría de los países no es la alimentación, sino el acceso a recursos para todos.

Coincidencia o no, la pandemia del Covid-19, reducirá la población, eliminando un porcentaje de la tercera edad, como ha sucedido en casi todos los países, pero más en España e Italia donde no se prepararon suficientemente para esta pandemia.

Es decir, el descuido de los gobiernos en materia de salud afecta a la población en general, pero en el caso del coronavirus, más a los de la tercera edad.
A la fecha no se sabe cuál será el número de fallecidos por covid-19 en esos países, pero en México más de 10 millones de personas tienen más de 65, de una población de 127.8 millones.

Ante esto Salud federal ya prepara la Guía que deberán seguir los médicos para decidir quién vive y quién muere, así de brutal, donde la ética quedaría de lado, y genera la percepción de que el sistema de salud ya se encuentra derrotado de antemano, sin capacidad para hacer frente a esta pandemia.

Y los viejos resultarán doblemente afectados, por el coronavirus y por la exclusión de ser atendidos.

Es decir, cuando se trata de mandar certidumbre y seguridad a la población, se publica que ya se tiene la guía que puede dejar fuera de la atención médica a la población que padece alguna enfermedad y si es viejo o anciano.

Un documento de esta naturaleza, sin duda, atenta contra los derechos humanos de la población que estaría fuera de las prioridades médicas.

Seguramente por eso es que la UNAM se deslindó de esta Guía bioética de asignación de recursos de medicina crítica, elaborado por el Consejo de Salubridad General.

Además dará prioridad al personal de salud que enfrenta la emergencia sanitaria por Covid-19, y establece que de existir un empate entre dos pacientes que requieran respiradores, se deberá elegir al paciente más joven.

Ante eso, la UNAM manifestó su desacuerdo al no ser invitada a la reunión para discutir esa guía, pese a que es obligación que el rector deba estar presente, por lo que se deslindan de los términos y del contenido del referido documento.
Después de eso se anunció que este documento será revisado, y cuando esté listo será publicado en el diario oficial de la federación.



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