Roberto Santos Salvador |
En algunos oídos todavía
suenan las palabras de Christina Madeleine Lagarde, que como directora del FMI
declaró que “la gente vive más de lo esperado”, argumentando que los gobiernos
deberían reducir las prestaciones sociales y aumentar la edad de la jubilación.
Su tesis era que si el
promedio de vida aumentaba tres años más, el costo para mantener ese
envejecimiento para el gobierno, empresas y aseguradoras aumentaría en un 50
por ciento de las economías avanzadas.
Esto significa ni más ni menos
que para el FMI los viejos en este mundo están de más.
En este momento de
pandemia, donde los adultos mayores son los más afectados, se vuelvan a
escuchar en la memoria las palabras de Lagarde.
Pero no es la única voz en
ese sentido, pues hace algunos ayeres, el ministro japonés de Finanzas, Taro
Aso, sugería respecto de los ancianos “que se den prisa y se mueran”, para así
se pudieran aliviar los gastos de atención sanitaria del Estado, con lo que se
demuestra que para los encargados de las políticas públicas de algunos países
sanear las finanzas pasa por reducir la cantidad de la población vieja.
Esto representa un gran
cambio cultural, pues ya no se ve al reverendo anciano como el poseedor de
sabiduría tradicional y guía de los valores y buenas costumbres, sino un
estorbo ante el crecimiento poblacional y gasto para el Estado.
Esto, sin duda, suena a
teoría Malthusiana, quien en 1803 publicó su Ensayo sobre el principio de la
población, donde creía prever que el crecimiento ininterrumpido de la población
crearía conflictos, hambre y enfermedades.
Para ello proponía
controles de natalidad y confiaba en los factores de regulación natural como
las guerras y las epidemias, que evitarían que se llegara a una crisis de
alimentación.
Sin embargo, la teoría de
Malthus fue superada por la cultura y la técnica, pues la producción de
alimentos ha sido suficiente para atender el crecimiento de la población.
Ya sabemos que los
reguladores de la población son las guerras y las pandemias, y aunque la
población se ha cuadruplicado en el siglo XX, el problema para la mayoría de
los países no es la alimentación, sino el acceso a recursos para todos.
Coincidencia o no, la
pandemia del Covid-19, reducirá la población, eliminando un porcentaje de la
tercera edad, como ha sucedido en casi todos los países, pero más en España e
Italia donde no se prepararon suficientemente para esta pandemia.
Es decir, el descuido de
los gobiernos en materia de salud afecta a la población en general, pero en el
caso del coronavirus, más a los de la tercera edad.
A la fecha no se sabe cuál
será el número de fallecidos por covid-19 en esos países, pero en México más de
10 millones de personas tienen más de 65, de una población de 127.8 millones.
Ante esto Salud federal ya
prepara la Guía que deberán seguir los médicos para decidir quién vive y quién
muere, así de brutal, donde la ética quedaría de lado, y genera la percepción
de que el sistema de salud ya se encuentra derrotado de antemano, sin capacidad
para hacer frente a esta pandemia.
Y los viejos resultarán
doblemente afectados, por el coronavirus y por la exclusión de ser atendidos.
Es decir, cuando se trata
de mandar certidumbre y seguridad a la población, se publica que ya se tiene la
guía que puede dejar fuera de la atención médica a la población que padece
alguna enfermedad y si es viejo o anciano.
Un documento de esta
naturaleza, sin duda, atenta contra los derechos humanos de la población que
estaría fuera de las prioridades médicas.
Seguramente por eso es que
la UNAM se deslindó de esta Guía bioética de asignación de recursos de medicina
crítica, elaborado por el Consejo de Salubridad General.
Además dará prioridad al
personal de salud que enfrenta la emergencia sanitaria por Covid-19, y
establece que de existir un empate entre dos pacientes que requieran
respiradores, se deberá elegir al paciente más joven.
Ante eso, la UNAM
manifestó su desacuerdo al no ser invitada a la reunión para discutir esa guía,
pese a que es obligación que el rector deba estar presente, por lo que se
deslindan de los términos y del contenido del referido documento.
Después de eso se anunció
que este documento será revisado, y cuando esté listo será publicado en el diario
oficial de la federación.
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