martes, 1 de septiembre de 2020

Entre la verdad y la ficción ¿ALGUIEN QUE ME DESMIENTA? Por Jorge Luis Falcón Arévalo*

 


“La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla”.

-Benjamin Franklin-

 

Andrés Manuel, es un hombre de la calle, camorrista, impulsivo, vago, hombre sin rumbo. Ambulante, errabundo, como sus más cercanos amigos de correrías y juergas; Claudia, Dolores, Bejarano, Noroña, entre otros indecisos individuos con los que aprendió lo que muchos ociosos experimentan en las calles: la perversión social; la marcha rebelde sin objetivo social, sino en busca de un botín, de un pillaje. . . de una rapiña.

 

Como todo hombre y mujer que crece que la calle, considera que ésta le pertenece. Se adueña, pese a que viola la ley (Pero, siendo letra muerta, pues qué)  Por lo tanto, se acopia y amontona individuos de su propia calaña, en su travesía sin rumbo para realizar travesuras siniestras, adversas y deplorables.

 

López Obrador, tiene esa formación ya estudiada e interpretada por la antropología social; y es  la misma sociología de la academia que nos demuestra que en la UNAM, no fue bien acogido para sus perversidades, sus perfidias y villanías; por ello y otros datos, demoró casi tres quinquenios “egresar” de la máxima Casa de estudios.

 

 Anduvo en la talacha, en la correrías de la vía pública, avenidas y calles del país, obviamente, con gente de su mismo perfil psicológico. Irresponsable e imprudente como lo ha demostrado en los casi dos años de (des) gobierno. Como dicen en Tabasco, “a la pela vaca”, así ha ido por estos días, semanas y meses. Dando tumbos, sin precisar o concretar un plan o proyecto. Lo de él es el linchamiento, la venganza, el alboroto, la camorra. . . ¡el desmadre!

 

La vagancia es una condición más que una profesión. Él la hizo profesión desde Palacio Nacional.

No hay seriedad en su aptitud ni actitud por servir, por lograr que el país se encamine por el desarrollo, el crecimiento. La quiebra económica ya se posesionó en las empresas privadas, en las escuelas, en las fábricas, en talleres artesanales, en clubes comerciales. Un magisterio neófito, inculto y analfabeto en las tecnologías de la información y comunicación que retrasará el aprendizaje de varias generación de estudiantes niños, niñas y jóvenes de ambos sexos, que saldrán de las aulas cibernéticas, mal preparados educativa y académicamente. Las ventas se han desplomado.

 

Ello ha provocado corrupción desde su administración, encabezada por varias pandillas de rufianes, en Pemex, en el campo, en las becas y pensiones, en programas fantasmas que solo han servido mediáticamente para “medir” popularidad, no eficiencia ni eficacia administrativa. Porque no hay tal. Se carece de planeación.

 

Su informe segundo infinito, amorfo sin ritual político, social, militar y sin representantes extranjeros de gobiernos distanciados por su arrogancia, su soberbia, su amoralidad. Sus palabras como las de un “cuentachiles”, largas como un cuento en boca de alguien que nunca aprendió a leer; bueno, ni a sumar.

 

Algo no funciona. Algo se mueve tras bambalinas. Algo muy grave va a suceder en este pueblo, como en el cuento de Gabriel García Márquez.

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