Imagen: US Air Force
En este laboratorio,
aseguran sus responsables, se puede reproducir cualquier circunstancia
meteorológica imaginable e incluso algunas inimaginables. La nave - en la que
caben todo tipo de aviones de gran tamaño a excepción del A-380- está preparada
para desencadenar un huracán, una ventisca de nieve, lluvia torrencial y
temperaturas entre los 40 C bajo cero y el calor más asfixiante. "Podemos
hacer que caigan hasta 60 cm de lluvia por metro cuadrado en una hora",
asegura su director, Kirk Velasco en la revista Air & Space. En una
ocasión, recuerda, hicieron llover con tal intensidad que el avión se les llenó
de agua porque estaba mal sellado y parecía una piscina con alas.
Eglin Air Force Base
Las grandes turbinas son
capaces de crear vientos de gran intensidad que azotan las aeronaves desde
todos los ángulos e incluso pueden hacerlo mientras los motores del avión están
en marcha (todo un desafío estructural). Mediante el uso de refrigerantes
pueden bajar la temperatura hasta niveles extremos y cubrir el aparato de hielo
para ver cómo responde o variar las condiciones humedad de un 10% a un 100% en
pocos minutos. Eso sí, la factura de la luz del complejo suele alcanzar los
200.000 dólares al mes.
Imagen: US Air Force
La idea de construir este
laboratorio, se cuenta, la tuvo el coronel Ashley C. McKinley, que da nombre a
la infraestructura. Al parecer, a este piloto de dirigibles que voló sobre la
Antártida se le ocurrió que salía más barato construir un laboratorio climático
que llevar cada prototipo a Alaska y volver a traerlo. En sus 60 años de
historia, aquí se han probado más de 300 aeronaves y más de 2.000 piezas de
equipamiento. En el centro McKinley han pasado los modelos de todos los aviones
y helicópteros militares de EEUU y muchos civiles, además de otros vehículos
como tanques y armas como misiles, cañones o ametralladoras. En algunas de las
salas adyacentes del complejo se realizan otras pruebas especializadas, como
las de resistencia a la arena, y se comprueba si las armas siguen funcionando
después de ser sometidas a las más terribles inclemencias.
Un grupo durante las
pruebas de un Hércules C-130 (Imagen: Eglin Air Force Base)
En funcionamiento desde
1947, el laboratorio climático ha sido objeto de varias remodelaciones y
ampliaciones. El objetivo no es solo probar equipamiento militar, también se
prueba el funcionamiento de las puertas de emergencia de algunos aviones, de
los chalecos salvavidas o las máscaras de oxígeno que saltan en caso de
emergencia. Como explican en el fantástico artículo de Air & Space, si un
día le toca vivir una de estas situaciones en el interior de un avión, sepa que
la seguridad ha sido previamente probada en la cámara de torturar aviones de
McKinley y sus amigos.
Referencia: Torture Chamber (Air & Space magazine)
| Imágenes: Eglin Air Force Base y US. Air Force
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