Desde la infancia o adolescencia pueden aparecer los primeros síntomas de la retinosis pigmentaria, padecimiento que genera una profunda agudeza visual y hace que en sus primeras etapas sea afectada la visión nocturna y el campo periférico, manteniendo la visión central y dando una visión tubular, explicó el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) Guerrero.
El internista y coordinador de Prevención y Atención a la Salud delegacional, Jesús Valdez Ortiz, indicó que 50 por ciento de los pacientes atendidos son los primeros en padecer la enfermedad.
“Las primeras manifestaciones suelen tener lugar en la infancia y adolescencia y afecta a los dos ojos y gradualmente ya con los años es cuando ya se va presentando esta enfermedad, si tiene un patrón hereditario, pero el 50 por ciento de los pacientes no tiene ninguna afectación y sólo se presenta como tal”.
Detalló que la enfermedad se caracteriza por una degeneración progresiva de la estructura del ojo sensible a la luz, la retina, que poco a poco va perdiendo las principales células foto receptoras que la forman, los conos y los bastones.
La disminución es lenta y progresiva de la agudeza visual, que en las primeras etapas afecta predominantemente la visión nocturna y el campo periférico, aunque se mantiene la visión central.
Los principales síntomas en las primeras fases, informó, son ceguera nocturna, la cual comienza a manifestarse como escasa capacidad de adaptación a la oscuridad o pérdida de visión en lugares poco iluminados.
El médico comentó que el tratamiento es otorgado por un oftalmólogo retinólogo, y se debe ser más cuidadoso cuando se trata de menores de edad, debido que un médico no especialista “no percibe” cuando se trata de esta enfermedad, que puede degenerarse hasta necesitar un trasplante de retina, ya que existe una afectación del nervio óptico, que es lo que comunica la retina con el cerebro.
Agregó que a los pacientes con este problema de la visión se les recomienda proteger sus ojos de la luz solar; eliminar el hábito de fumar y la ingesta excesiva de bebidas alcohólicas y café, además de llevar a cabo una dieta rica en frutas y vegetales, disminuyendo el consumo de grasas animales y sal.
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