• Diputados, representantes de partidos…
LAMENTABLES LAS
DISCUSIONES DE LOS DIPUTADOS en el Congreso del estado. En vez de legislar en
favor de los guerrerenses, y de fiscalizar los recursos los recursos públicos
que ejercen las autoridades a fin de que se conozca su operación y se
eficienticen en favor del pueblo, se enfrentan entre sí defendiendo a sus
respectivos gobiernos y partidos, ensalzándolos o justificándolos.
Y eso, ciertamente, no
sólo es lamentable, sino que hasta causa vergüenza y decepción, pues los
supuestos representantes populares que en los hechos son representantes de su
respectivo partido político, convierten el Congreso del estado en una arena en
donde lo que importa son los intereses de quienes los postularon para obtener
el cargo.
Así ha ocurrido en la
actual Legislatura local, con sus honrosas excepciones, y así ocurrió el pasado
miércoles cuando sesionó la Comisión Permanente, cuando los diputados de
Morena, que mantienen el control del Congreso, se enfrascaron en una agria
discusión con los del PRI, unos defendiendo al gobierno federal, y criticando
además a los gobiernos anteriores, y otros poniendo en entredicho y también
criticando lo que está haciendo el actual Presidente de la República.
Es cierto. Los diputados
locales son postulados por un partido político, pero como representantes
populares deben, en teoría, representar al pueblo, es decir, a todos, y no solo
a los que los eligieron. En consecuencia, más allá de los intereses del partido
político por el que llegaron al Congreso, deben y deberían privilegiar el bien
común.
Sin embargo, y esto es
lamentable, pocas veces los diputados de una fracción parlamentaria apoyan las
propuestas de otras fracciones aún y cuando tengan como fin el bien común. Y no
lo hacen, precisamente porque la iniciativa no tiene como origen su partido.
Prueba de ello son las diversas iniciativas de ley que incrementan el rezago
legislativo en el Congreso del estado.
En consecuencia, más que
ser representantes populares, los diputados locales, como los diputados
federales y los senadores de la República, son representantes de los intereses
políticos, económicos e ideológicos del partido político que los postuló. Así
funcionan en el Congreso local, ya sea como fracciones parlamentarias, o como
vulgares “representante de partido”.
Se dirá, ciertamente, que
así ha ocurrido siempre. Y eso es cierto. Sin embargo, se esperaba que con
Morena la situación fuera diferente, pues de acuerdo a su discurso, primero
están los pobres. Sin embargo, más allá el discurso, los hechos son
prácticamente iguales al pasado reciente, pues en vez de defender al pueblo,
sea cual sea su militancia política, sólo se ocupan por quienes consideran son
de su partido, dejando de lado a aquellos que no están con ellos.
Hay que decirlo. La
pobreza no tiene militancia ni mucho menos pertenece a un partido político en
específico. Los pobres que votan por Morena, por el PRI o por el PRD, tienen
los mismos problemas, y sin embargo, todos los partidos, incluyendo el PAN sólo
defienden o se preocupan por los que están con ellos, como si los otros fueran
diferentes y hasta enemigos.
Resulta pues vergonzosa la
actuación de los diputados que en el Congreso se pelean, y hasta se mientan la
madre en corto, en la defensa de los intereses que representan. Así lo hicieron
el pasado miércoles, cuando los de Morena, defendieron a ultranza la
construcción del Tren Maya, del Aeropuerto de Santa Lucía, y la Refinería de
Dos Bocas, ensalzando la generación de empleos, y criticando las obras las
obras y la corrupción de los gobiernos pasados, como si en el actual no
existiera.
Lo anterior, mientras
diputados del PRI cuestionaban los subejercicios del gobierno federal incluso
en la entrega de becas escolares, y ponían en duda sus tres grandes proyectos,
además de criticar el que a Guerrero se le dejara fuera de las grandes
inversiones con referencia al desarrollo económico.
Así, más que ser
representantes populares, o del pueblo, los diputados defienden los intereses
del gobierno al que pertenecen, enfrascándose en discusiones estériles,
mientras la población que votó por ellos continúa esperando que legislen a su
favor, confiando además que vigilen con honestidad el uso de los recursos que
manejan las autoridades.
Ciertamente, hay que
decirlo, no debería existir en el Congreso local rezago legislativo si los
diputados dejaran de lado los intereses del partido del cual provienen, con el
fin de hacer leyes en favor del pueblo, aunque unos y otros militaran en
partidos diferentes. Desgraciadamente se les olvida los compromisos de campaña
en el sentido de representar a todos, más allá de que sean del PRI, Morena, PRD
o PAN.
Por desgracia, como dijera
mi abuelo, cuando los bueyes se le echaron a mitad del surco, “no hay de otra,
con éstos hay que arar”.
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