domingo, 7 de diciembre de 2014

RESEÑA DEL LIBRO: “UNA REALIDAD APARTE”, CARLOS CASTANEDA, FCE. Floriberto González González

Mi estancia en la Montaña me motivó a releer de nuevo la obra de Castaneda. Creo que valió la pena, ahora veo el mundo con otros ojos.
Yo soy Juan Matus le respondió a Castaneda cuando los presentaron en la terminal de autobuses. A partir de ese encuentro, nunca olvidaría sus ojos ni la forma en que lo miró: habían brillado literalmente, lo cual fue un evento sin precedente en su vida: había quedado atrapado. ¿El maestro encontró al discípulo, fue al revés o ambos se encontraron?
El occidental que fue en busca de las plantas alucinógenas ve trastocado su mundo, sus verdades, su razonamiento. Encuentra un mundo brutalmente diferente, una filosofía construida desde otro marco referencial, una forma de hacer y estar en otro mundo. La primera lección se la sorraja a bocajarro: piensas demasiado en ti y eso te da una fatiga extraña que te hace cerrarte al mundo que te rodea y agarrarte al mundo de tus razones. Sentirse importante, lo hace a uno pesado, rudo y vanidoso. Yo me he salido de todos mis problemas, le dijo, soy liviano y fluido. A partir de ahí, inicia su aprendizaje o su transformación en hombre de conocimiento con la ayuda de mescalito y del humito. El aprendizaje es arduo y largo, porque hay que reducir al mínimo lo superfluo de la vida, y ese es el primer reto que hay que superar, le sentenció. Para ir al conocimiento, hay que ir como a la guerra, con miedo, con respeto y con absoluta confianza.
Las cosas no cambian, le decía, uno cambia la forma de verlas, eso es todo. Y ahí estaba el meollo de las cosas, ambos veían el mundo desde dos pistas diferentes: uno como brujo y el otro como humano occidentalizado. La ventaja de don Juan, era que podía ver en los dos mundos, y poco a poco fue trasladando a Castaneda al mundo de los brujos. No trates de explicar el mundo desde tu mundo, le decía, puede que solamente sea tu percepción.
La idea de la muerte es lo único que templa nuestro espíritu, y nunca descansa, solamente apaga sus luces momentáneamente. La muerte nos iguala a todos, por eso no somos ni más ni menos que un escarabajo.
Para mí ya nada importa le decía don Juan; a estas alturas, un hombre vive de actuar no de pensar en actuar, ni de pensar qué pasará cuando deje de actuar. Por eso un hombre de conocimiento elige un camino con corazón y lo sigue: y luego mira y se regocija y ríe; y luego ve y sabe. Sabe que su vida se acabará en un abrir y cerrar de ojos; sabe que él, así como todos los demás, no va a ninguna parte; sabe, porque ve, que nada es más importante que lo demás. Ser victorioso y ser derrotado es lo mismo, al final, la muerte acecha a todos tarde o temprano.
Interesantes lecturas para estos días aciagos en donde parece que ya no hay camino a seguir. Busquemos y sigamos un camino con corazón.



Diciembre de 2014. La víspera. 

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