En el año 2012 el equipo
de Russel D. Andrews monitorizó los movimientos de ocho ballenas de pico
(Ziphius cavirostris), de la familia de los zifios, en aguas del sur de
California. Durante varios meses, los científicos siguieron los movimientos de
estos animales para comprender mejor sus dotes de grandes buceadores. Los
zifios, al igual que otros mamíferos marinos como los cachalotes o calderones,
descienden a profundidades de hasta 1.000 metros para cazar, y este grupo lo
hacía habitualmente hasta los 1.400 metros. Pero, en una de las jornadas, uno
de los zifios decidió seguir bajando.
Los científicos siguieron
la inmersión de este ejemplar durante 138 minutos y comprobaron que había
descendido hasta los 2.992 m, un nuevo récord absoluto en el reino animal. Tres
años antes, otro equipo de biólogos marinos había registrado el descenso de un
elefante marino hasta los 2.388 metros, una profundidad en la que la oscuridad
es absoluta y la presión podría aplastar a la mayoría de las criaturas. ¿Cómo
lo hacen estos animales para descender tan abajo y aguantar tanto tiempo sin
colapsar?
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