Son, de acuerdo con Emilio Chuayffet Chemor, 110 mil los maestros integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE); del lado del SNTE está el grueso del magisterio sindicalizado, alrededor de 1.8 millones de docentes.
Los segundos mantienen firme la estructura educativa nacional y se han deslindado de la disidencia magisterial que ha vuelto a la ciudad de México en busca de que la educación nacional se rija bajo sus condiciones, algunas de ellas literalmente imposibles de acatar como es el caso de la aparición, con vida, de los 143 estudiantes de Ayotzinapa. Otras requieren una contrarreforma que no prosperaría porque la reforma constitucional vigente fue aprobada por mayoría calificada en la Cámara de Diputados y el Constituyente Permanente, es decir, la mayoría de los congresos estatales.
¿Cuál es, entonces, el juego de los beligerantes y ultra radicales dirigentes del magisterio disidente? Porque ellos tienen su juego, ellos, como Rubén Núñez, líder de la sección XXII de la CNTE en Oaxaca, saben el tamaño de los intereses políticos que los mueve a radicalizar posturas y enfrentar al gobierno federal.
Buscan, evidentemente, la represión para victimizarse y, entonces, acudir a los tribunales internacionales en busca de apoyo, comprensión y, sobre todo, respaldo a su movimiento. Pero, resulta que en las más recientes semanas previas a los comicios intermedios, celebrados el pasado domingo 7, no hubo una sola voz que los apoyara; al contrario, por ejemplo el sector privado pidió mano dura contra quienes pretendían boicotear las elecciones.
Sólo hasta este jueves, el coordinador de la diputación federal del PRD, Miguel Alonso Raya, llamó al gobierno federal a reanudar el diálogo con los dirigentes de la CNTE. El guanajuatense, por cierto, es maestro y, en su momento, se distinguió como la voz crítica y disidente en la estructura directiva del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en los días cuando Elba Esther Gordillo Morales se hacía del control de ésta organización gremial. Pero no es un político de ocurrencias o radicalismos; es proclive al diálogo.
Pero su llamado a reanudar el diálogo es meramente enunciativo porque sabe, sin duda, que ninguna de las once demandas contenidas en el pliego petitorio de la CNTE, sin intransitables. En todo caso, se entiende la postura de Alonso Raya por su carácter de maestro y, sobre todo, porque en este momento el PRD está en la tarea de revisar dónde le fallaron sus bastiones y clientela electoral en los pasados comicios.
Por eso, el PRD no tarda en plantearse como mediador en este caso que no es, de forma alguna, un conflicto magisterial de alcance nacional. Focalizado y expuesto en su dimensión numérica y beligerante, el movimiento de la CNTE tiene, empero, una misión que busca un mártir entre ellos para pasearlo por las calles de la ciudad de México y acusar, lo mismo al jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, que al presidente Enrique Peña Nieto de represores y asesinos, como lo han hecho desde el 1 de diciembre de 2012.
Pero, estos movimientos no son infinitos ni tienen el apoyo popular, porque la ciudadanía se harta de ser rehenes de quienes no tienen empacho en desquiciar a la ciudad, obstruir vialidades y, acompañados de sedicente anarquistas, violentar sus marchas y vandalizar comercios e inmuebles. Con personajes de esta catadura no es posible dialogar ni transar, sólo se puede ceder y el gobierno federal no está dispuesto a ceder.
Decía en este espacio que el manotazo presidencial sobre la mesa ya se habían dado, vísperas de la elección intermedia, cuando desde el Ejecutivo federal se ordenó la movilización de elementos de las fuerzas armadas y de la Policía Federal hacia aquellas entidades donde la CNTE y otras organizaciones afines, como la CETEG, amenazaron con boicotear el proceso comicial.
El resultado fue que el electorado en un alto porcentaje salió a sufragar; los brotes de violencia, quema de urnas y boletas fueron los menos e incluso la población llegó a enfrentar a esos delincuentes que, llamándose integrantes de la CNTE y organizaciones políticas, pretendieron la impunidad. Nadie, con voz autorizada, de partidos y organizaciones no gubernamentales ha exigido la liberación de quienes fueron detenidos y remitidos a penales de alta seguridad.
Por eso, fundada evidentemente por el hartazgo de escuchar la misma letanía de demandas mas ninguna propuesta de solución de los líderes del magisterio disidente, la decisión del gobierno federal mediante el subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda Nava, de condicionar el diálogo con estos personajes al retorno de los maestros a sus escuelas de adscripción y reanudar las clases.
El miércoles último, unos cinco mil integrantes de la CNTE desmadraron al Distrito Federal con sus marchas. Y anunciaron que vendrán más maestros a reforzar el movimiento. De esa forma plantearon sus condiciones, pero Miranda Nava, no el secretario Miguel Ángel Osorio Chong, se encargó de decirles que la “Secretaría de Gobernación no se sentará a la mesa con ellos (CNTE), hasta en tanto todos los contingentes movilizados estén en sus escuelas trabajando”.
Los dirigentes de la disidencia se sorprendieron por el anuncio del subsecretario; dijeron que consultarían con sus bases para tomar una decisión. ¿Y sabe cuál será? No les queda otra que volver a sus escuelas a dar clases, a cumplir con su trabajo. Ya encontrarán el mejor discurso para decir que se van pero no los van, que son demócratas y que dialogarán sin presiones.
Lo cierto es que este ultimátum tiene fecha de vencimiento y la disidencia magisterial tendrá que abandonar a la ciudad de México a más tardar el próximo lunes. En Los Pinos se cansaron de ser el hazmerreír y, en consonancia con el golpe de timón que se aproxima, demostró que hay mano dura cuando se requiere. Y este es el momento en que se requiere. Conste.
VIERNES. Quienes vieron las fotos de Manlio Fabio Beltrones frente a la urna cuando emitía su voto en Sonora y después en declaraciones a los colegas que cubrían el acto, debieron percatarse del especial brillo en sus ojos, ése que evidencia confianza. ¿A poco no? Digo.
@msanchezlimon
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