Desde que se firmó el Tratado de Libre Comercio para América del Norte, que se promocionó en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari como la panacea contra los altos niveles de desempleo y pobreza en México, que evitaría los ejércitos de campesinos cruzando la frontera norte en busca de empleo en Estados Unidos, en Washington sabían que era una falacia y se tomaron previsiones con el reforzamiento y militarización de sus fronteras.
LUIS CARLOS RODRIGUEZ |
A más de dos décadas del TLCAN y a pesar de las declaraciones triunfalistas de distintos presidentes mexicanos, como Felipe Calderón, quien hace algunos años dijo que la migración de mexicanos a Estados Unidos se encontraba en niveles de cero, ello por la prosperidad y buenos empleos en México, es evidente que el fenómeno migratorio no se ha detenido, aunque ha cambiado su rostro.
Hoy más mujeres, jóvenes y niños son los que están dejando el país, en ocasiones no sólo en busca de empleo o educación, sino huyendo de la violencia que azota amplias regiones del país o bien para la reunificación familiar, ello con todos los riesgos que implica el reforzamiento, la militarización de la frontera de Estados Unidos y la operación de cárteles de la droga mexicana metidos al negocio del tráfico de personas.
Los más de 3 mil 142 kilómetros de la frontera común son un territorio prácticamente amurallado, con alta tecnología que incluye miles de efectivos de la Border Patrol, helicópteros, drones, detectores de movimiento, lanchas.
Del lado mexicano, las mafias aliadas con los cárteles de la droga controlan los tradicionales corredores para el trasiego de drogas y personas, lo mismo en Baja California, Sonora, Chihuahua o Tamaulipas.
Uno de los únicos accesos o corredores del lado de Estados Unidos con un poco más de flexibilidad es el de Arizona, que tiene como su principal aduana el desierto que cobra cada año cientos de muertes de mexicanos y centroamericanos, en una especie de prueba o “laboratorio” de las políticas migratorias estadunidenses para “dejar pasar” a quien resista los casi 50 grados de temperatura y caminatas de entre tres y cinco días para llegar a Tucson.
Sin embargo y luego de la promocionada crisis de los niños migrantes, el gobierno mexicano instrumentó, con el consenso y apoyo de Washington, el Plan Frontera Sur, que se promocionó que tendría la finalidad de proteger a los migrantes que cruzan el país con la intención de llegar a Estados Unidos.
A casi un año de su puesta en marcha, dicho plan que es coordinado por Humberto Mayans Canabal, ha tenido como eje el evitar que los migrantes centroamericanos se suban al tren conocido como “La Bestia” para evitar accidentes y muertes, así como establecer retenes migratorios y policiales en todo el sur y centro del país para detener y deportar a los extranjeros que buscan llegar a la frontera norte.
El resultado evidente es que han aumentado las detenciones, deportaciones no sólo de niños migrantes, sino de adultos también. Como consecuencia de la persecución y retenes se han creado nuevas rutas por montañas, sierras, carreteras de terracería e incluso por el mar, bordeando pueblos costeros de Chiapas y Oaxaca.
Para Washington el Plan Frontera Sur ya es un éxito: México se ha convertido en una eficiente oficina de deportaciones ya que entre octubre y abril nuestras autoridades han detenido a 92 mil 889 migrantes centroamericanos. En el mismo periodo de tiempo, Estados Unidos ha detenido a 70 mil 226 migrantes "no mexicanos", en su mayor parte de Honduras, Guatemala y El Salvador.
Lo que no se promociona como logro es que también se han incrementado los costos de la travesía para los migrantes, ya que los traficantes o “coyotes” han visto en esta situación la oportunidad para incrementar sus costos. Pero también se han incrementado los riesgos y las muertes.
Sólo este fin de semana en Tabasco al menos 9 migrantes murieron y 5inco más resultaron lesionados al caer la camioneta en que viajaban a un arroyo en el Poblado de Astapa, municipio de Jalapa, Tabasco. Esa es una de las rutas alternas usadas por los traficantes y los mismos migrantes a raíz del Plan Frontera Sur, han denunciado organizaciones y albergues de migrantes.
En los hechos, el Plan Frontera Sur tiene como fin ir descargando la responsabilidad de la Border Patrol al tema del control migratorio de centroamericanos. Correr el Río Bravo hacia el Suchiate y que México haga el trabajo de contención de los hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y sudamericanos que buscan el llamado “Sueño Americano”.
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