Los artistas japoneses Ayako Kanda y Mayuka Hayashi han realizado una serie de íntimos retratos de parejas en Rayos X |
El placer,
cualquier placer. El del amor, el del sexo, el del sorbo de vino, el del hijo
al que amamantas, el de la brisa y el sol, el de la metáfora en un poema, el
del gol, el de cantar en la ducha… Elige placer. El que sea, el que quieras
repetir. Cualquier placer empieza justo aquí. En esta neurona. Ella se ocupa.
Un equipo de la
Universidad Autónoma de Madrid ha reconstruido por primera vez la anatomía
individualizada e íntima de las células que forman el circuito neuronal del
placer, y así son. Esta pinta tienen.
Cuerpo de una
neurona dopaminérgica de la VTA cuyo axón inerva amplios territorios
cerebrales. /Departamento de Anatomía, Histología y Neurociencia, UAM.
Han sacado a la
luz (verde) neuronas del Área Tegmental Ventral (VTA), donde se sabe que
comienza lo que los expertos llaman “circuito de recompensa”. Está localizado
desde que hicieron un curioso experimento con ratas en los años 50. Les ponían
electrodos en distintas áreas cerebrales, y las ratas insistían en darle a la
palanca que estimulaba esta área. Desde entonces se sabe que si buscas placer
en un cerebro, hay que mirar el VTA. Y ocurre algo más con el placer, y es que,
cuando lo sentimos (la recompensa), buscamos que se repita.
Pregunto por
teléfono a Lucía Prensa, una de las responsables del estudio que acaba de
publicarse en la revista Frontiers in Neuroanatomy:
-¿Cuántas
neuronas del placer tenemos?
-“En humanos
son unas 100.000 en el Área Tegmental Ventral”.
-”¡Qué pocas!”,
exclamo, prensando que un cerebro al uso cuenta con entre 50 y 100 mil millones
de neuronas de todo tipo.
Lucía Prensa
puntualiza:
-”Son pocas,
pero hemos visto que afectan a gran parte del cerebro. Su axón se extiende y
ramifica sobre distancias enormes, de decenas de centímetros en el caso del
cerebro humano”.
Cada neurona
tiene un cuerpo central como el de la imagen, con unas dendritas, que son como
las manos que aportan a la neurona la información que llega de fuera. El cuerpo
de la neurona procesa la información del exterior, y, a través del axón,
contacta con neuronas de otras estructuras del cerebro para generar una
sensación final, en este caso, eso, placer.
Si el sistema
en el que participan estas neuronas está en baja forma, entonces es cuando el
placer se desboca. Es lo que ocurre cuando se consumen drogas de abuso. Las
drogas secuestran estas neuronas, que se activan enormemente, y el adicto muere
por buscar una y otra vez su recompensa.
También están
bajo mínimo en casos de depresión.
Me cuenta Lucía
Prensa que el placer hace que animales y personas sientan algo que quieren
repetir:
“Se han hecho
estudios sobre el amor apasionado, y se ve que hay amores que son adictivos, y
que en esos casos se pone en marcha este mecanismo de recompensa: el amor
entonces secuestra estas neuronas, y así se explican obsesiones de algunas
personas cuando la relación se ha terminado”.
Y así, con esta
imagen, podemos verle la cara por primera vez a la neurona del placer. ¡Qué
gran papel!
El trabajo, publicado en la revista Frontiers in
Neuroanatomy, ha sido liderado por el laboratorio de los profesores Prensa y
Clascá. Este laboratorio está aplicando dicha técnica al estudio de varios
sistemas clave del cerebro como parte del proyecto multinacional Human Brain
Project-EU Flagship, financiado por la Unión Europea a través del programa
‘Horizonte 2020’.
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