Las tormentas "Manuel" e "Ingrid", fueron recordadas, como como fenómenos naturales, sino como parte de una Misa en memoria de los fallecidos cuando el cerro, se desgajó, cayendo sobre la comunidad, dejando sin vida a un sin número especifico de personas, entre hombres y mujeres.
Carlos Garfias Merlos, obispo de la Ciudad de Acapulco, oficio el Requiem para los ausentes, acompañados de funcionarios de los tres niveles de gobierno, asi como autoridades ejidales y pobladores de comunidades cercanas a ese histórico sitio de la comarca cafetalera de Atoyac de Álvarez.
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