Como muchos otros
problemas, la violencia en México es sistémica, se ha ido acumulando en el
territorio producto de muchas razones, entre ellas, la corrupción y las ligas
de los malos con los que deberían ser los buenos.
Las cifras son
escalofriantes, la nota roja de cada día es mayúscula, uno ya no sabe para
donde tirar los ojos y no encontrar un muerto, un secuestrado, una balacera,
robos a mano armada y extorsiones al por mayor. Es una pandemia nacional que no
tiene para cuando amainar. Ojalá que en el mes de diciembre hagan un alto y la
población pueda disfrutar el mes de la navidad y del año nuevo sin tanto estrés
producto de la inseguridad.
ISAÍAS ALANÍS TRUJILLO |
Y también como sociedad,
exigir a las autoridades de gobierno con claridad y sin afanes revanchistas o
políticos que se comprometan a hacer todos los esfuerzos para pararla. La
violencia es competencia de todos porque a todos afecta, lo dubitable aquí es
qué caminos seguir para frenar este flagelo que se ha reproducido como un virus
y para el cual el gobierno federal no ha encontrado la vacuna.
No está por demás
señalar que las autoridades forman parte de una cadena y que en el principio de
su mandato apenas si están hallando los eslabones que mantienen enlazada a la
violencia en la sociedad. Este es el caso de Héctor Astudillo Flores. A casi
mes y medio de su gobierno, están emparejando la administración que fue un caos
no sólo durante el tiempo del gobernador interino, Rogelio Ortega Martínez,
sino desde el periodo de cuatro años de Aguirre Rivero, en la parte
administrativa que también recibió un verdadero desmadre de la administración
de Zeferino Torreblanca con faltantes groseros para el pobre estado de
Guerrero, como lo fueron en salud y otros rubros, temas que no han sido tocados
a fondo.
En el ámbito de la
seguridad pública, es de todos sabido el mal estado de las policías locales y la
falta de entrenamiento, equipo y un salario digno. Lo paradójico de esta
situación es que en zonas donde esta desplegada la gendarmería y la policía
federal, marina y ejercito, las cifras de muerte se disparan como lo es
Acapulco, Tierra Caliente y de pronto la tranquila comunidad de Chilapa,
Zitlala y Tixtla entran al océano de sangre y delitos de todo tipo. ¿Qué está
pasando en el sistema de procuración de justicia y de la prevención del delito,
para lo cual se destinaron recursos suficientes, ¿a dónde fue a parar ese
plata?
Y también si la
violencia es sistémica, ¿que están haciendo entidades como el CISEN,
inteligencia militar, procuraduría, marina y gendarmería para paliar la
violencia?
Y los programas
sociales para cortarles la mano de obra, ¿han sido bien instrumentados al menos
en las ocho regiones de Guerrero, un estado hundido en la violencia?
Astudillo Flores, no es
el culpable de la violencia, como tampoco los actuales mandos de la policía
estatal. Eso es una falacia, el verdadero rostro de la violencia esta expuesto,
no solo en la desaparición de los 43 normalistas, sino es como el pan nuestro
de cada día que se respira y se come a diario y está presente en todos los
actos de la vida en comunidad. ¿De qué sirve que haya gendarmes y soldados en
la costera de Acapulco, cuando a tres calles o en la misma costera se cometen
delitos de todo tipo? De igual forma en la Tierra Caliente donde se echo a
caminar un plan de atención para prevenir la violencia y los delitos ésta no
para. Poblados enteros son abandonados, el caso de la balacera de Polixtepec es
más que ejemplar.
La población de
Guerrero tiene que confiar en las autoridades, Astudillo Flores apenas está
prendiendo los motores, su mandato apenas arranca, la gente debe de confiar en
que muy pronto habrá resultados positivos.
Y que mejor que el mes
de diciembre para hacer una reflexión y con inteligencia, espíritu franco y
decidido cruzar la barrera de lo sistémico a lo controlable.
El llamado hecho por el
gobernador Astudillo al gobierno federal, debe de ser una petición de todos los
mexicanos y en especial de las y los guerrerenses. Una demanda total de todas y
todos.
A los gobernantes a
veces se les olvida que el pueblo cuenta, un ejemplo reciente es el freno al
corredor Chapultepec y un golpe mortal a la candidatura de Miguel Mancera y a
los extraordinarios negocios que ya tenían planchados entre personalidades de
la política, amigos y socios de los promotores que cosa curiosa, laboran en la
administración mancerista.
Es tiempo de guardar,
tiempo de reflexionar y tiempo de actuar. Y que el puente Guadalupe-Reyes no
incremente las cifras de muertes violentas, no sólo por armas de fuego, sino
por volcaduras y accidentes producto del alcohol, la velocidad y la ausencia de
una cultura vial, sobre todo en la autopista del sol, que también, en este
puente y por siempre debería cobrarse sólo a la mitad de su costo actual.
De reojo
El Museo “José Juárez”
cumple años. Un espacio abierto a los estudiantes y chilpancinguenses donde
durante los doce meses del año se llevan a cabo eventos de todo tipo. La Uagro
tiene en ese museo una joya por su ubicación
y misión y porque a pesar de sus limitaciones presupuestales es un puente
transcultural de la capital de Guerrero donde la diversidad cultural y las
artes tienen una morada abierta al público de todo tipo. Felicidades a su
directora Ma de los Ángeles Manzano Añorve y a todo el personal que labora en
esa institución.
Esta semana habrá
muchos eventos conmemorativos, si quiere pasarse una tarde con la cultura,
vaya, está muy cerca del corazón de Chilpancingo, en el Andador Zapata 21, a
unos pasos de la catedral de la Asunción y de la plaza Granados Maldonado.
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