ISAIAS ALANIS |
La segunda oleada de la
destrucción de México, llegó siglos después con la omnipotencia del partido de
estado (PRI) y sus sectores que durante los primeros años de la post revolución
implementó una política social respetable. Y por el otro la erosión democrática
y el nacimiento de las complicidades entre gobernantes, diputados, senadores y
grupos empresariales y una dependencia económica de los Estados Unidos, y en
menor escala de otros países, convirtió a la nación en un ente vertical donde todo emana del partido de estado y del
presidencialismo, una prueba de hoy es la sumatoria de los senadores para echar
abajo la ley 3 de 3 por instrucción presidencial. El amarre de este pacto por
México sumó a segmentos de la izquierda diluida en comparsa, y la derecha convencida
de que al avalar las complicidades, volverán a la presidencia ante la debilidad
de los tres mosqueteros quemados; Nuño, Osorio y Meade.
El presidencialismo al
estilo de un Huey tlatoani mexica y un virrey peninsular, concentró tanto poder
que vulneró el camino hacia una democracia, un ejemplo la expropiación
petrolera levantó ánimos nacionalistas que perviven hasta hoy.
Se lograron grandes
avances en seguridad social, agricultura, electrificación, educación,
ferrocarriles, agricultura, sistema carretero y centros fabriles como DM
Nacional. Sin embargo, la proclividad de las tres mascaras del mexicano, lo
orillaron por comodidad a plegarse al imperio norteamericano que fue creando una
nación dependiente y sojuzgada ante los embates expansionistas de los gringos; desde
Santa Anna al robarse más de la mitad del territorio nacional y plantar la
bandera de las barras y las estrellas en el Castillo de Chapultepec, y sus
fuerzas militares bombardearon Tampico y Veracruz.
Bernal Díaz del
Castillo en su Historia verdadera de la
conquista de la Nueva España, escrita en el otoño de su vida, da cuenta de
la grandeza de México-Tenochtitlan; de
su organización religiosa, social, militar, comercial, de vida cotidiana y la
belleza “monstruosa” de su religión. A sus ochenta años, Bernal reconoce que
los españoles impulsados por un espíritu religioso destruyeron la cultura de la
gran metrópoli azteca.
Hoy esa reflexión es tan
vieja y actual como las instituciones del México moderno. Si bien el Tratado de
Libre Comercio fue diseñado para devastar la economía nacional e impulsar desde
una plataforma neoliberal la dependencia de México de EU, hubo poca resistencia
ante esta medida. Los fondos inauditables de PRONASOL, cegaron a la base
popular de México. El proyecto salinista iba más allá, al intentar desmantelar
el partido de estado, sus sectores y crear una “organización” cuasi “maoísta”
con el Movimiento Popular Territorial, abruptamente segado por la detención de
su hermano Raúl Salinas por lavado de dinero y la presunta participación en el
asesinato de su cuñado José Francisco Ruiz Massieu, padre de la actual
Secretaria de Relaciones Exteriores, que
orilló a CS a un exilio sobre algodones.
Bernal en su relato,
toca centros telúricos de nuestro tiempo. Habla de los sacrificios humanos como
una perversión del diablo, hoy, esa licencia es cotidiana, son miles de muertos
por la guerra de Calderón con mas de 125 mil ejecutados, miles de desaparecidos y cuya esposa pretende
convertirse en presidenta de México con la “ayuda y fortaleza de su marido” y del
alicaído EPN, tal y como lo reseñó El
Universal e incubar una alternancia de terciopelo.
Hoy los “huichilobos y
cúes” han reencarnado en la nueva escatología lingüística nacional, ya no hay
diferencia entre la Tuta y el Bronco, El Rojo y la Coyota; el diputado Costales
y Ebrard; el JB y Javier Duarte; El Lazca y la “China Poblana”; La Barbie y Tomás Yarrington; el Cartel
Jalisco Nueva Generación y COPARMEX; El “Americano” y Alfredo Castillo;
Quetzalcóatl y el Señor Santiago. Vivimos en un México de motes, no de nombres.
La nación expoliada y
escandalizada, ha cambiado oro por cuentas de vidrio a pesar del impacto de la
primera destrucción bajo la espada española.
De escandalo en
escandalo se agota el tiempo para la reconstrucción de la nación. Apenas
termina uno, encuentran o provocan otro. De la casa de Axayácatl donde mataron
a Moctezuma a la Casa Blanca solo hay un
delgado hilo que se llama avaricia y corrupción.
Si las leyes de Indias
signadas el 18 de mayo de 1680 durante el reinado de Carlos II constituyeron
una amalgama del corpus legal español para regular las colonias del imperio
ibérico bajo su bota, las reformas estructurales de EPN y los dueños de México,
tienen esa misma directriz. Esta erosión cruel del país, posee un epinicio
común, las reformas realizadas a contra pelo de la constitución con Miguel de
la Madrid y Salinas de Gortari desmantelaron la infraestructura mexicana con
impunidad y las uñas metidas en las ganancias, por ejemplo en la venta de las
paraestatales.
La reforma energética
ha mostrado sus maldades, la privatización del crudo es imparable en beneficio
de alcabaleros locales ligados al poder; secretarios de estado, senadores y sus
familiares; a los que se suman españoles, norteamericanos etc.
EPN, prometió en
campaña y lo dijo hasta el cansancio que no se vendería PEMEX (ahora; Petróleos
Mexicanos Subsidiarias y Filiales), y la electricidad; que no se incrementarían
las tarifas eléctricas y de gasolina, todo fue una mentira: otro zarpazo al
bolsillo de los mexicanos. La patria está en venta.
Eso mismo podría pasar
con la reforma educativa. Por eso la réplica magisterial que incendia la
pradera. ¿Los émulos, no se han dado cuenta que los antecedentes salinistas
representan una alta traición a la patria?
La respuesta, al herir
la delgada epidermis social es la implosión del “mal humor social” al volcarse
con los maestros. Nochixtlan, y sus nueve u once muertos y un centenar de
heridos, equivale a la Noche triste de EPN, ANM y Osorio Chong.
Y en el dolor de
jóvenes asesinados con balas pagadas por nuestros impuestos.
La construcción de este
país post revolucionario en siete décadas bajo la égida del PRI, se ha
convertido en una destrucción paulatina, sorda, inflamable y violenta, ¿acaso por
el efecto de la triple alianza: PRI, PAN y PRD?.
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