Abril Pérez Sagaón fue asesinada el 25 de noviembre alrededor de las 17:30 horas mientras viajaba en un coche hacia el aeropuerto de la Ciudad de México, en el asiento trasero estaban dos de sus hijos menores de edad y al volante, su abogado. Según el testimonio de la familia, un hombre en moto se acercó a la ventanilla del lado de la víctima y disparó dos veces. Recibió un balazo en la cabeza y otro en el cuello. Unos meses antes, había denunciado que su marido Juan Carlos García, exdirector de Amazon en México, había intentado matarla. Estos días es el principal sospechoso de su muerte, pero se encuentra en paradero desconocido. El caso de Abril ha escandalizado a un país donde asesinan a 10 mujeres al día y donde la mayoría de casos, al menos 8 de cada 10, resulta impune. Pero la historia de esta mujer de 48 años no empieza aquí.
EL PAÍS ha accedido a una
de las sentencias del caso y según reza la denuncia de la víctima, el pasado 4
de enero alrededor de las 4 de la madrugada, su entonces marido, Juan Carlos
García, exdirector de la filial mexicana de Amazon y director de ventas web de
la multinacional de electrodomésticos Elektra, había intentado asesinarla.
Abril Pérez Sagaón decidió esa noche poner fin a años de agresiones, según
también testimonios familiares. Y decidió hacer lo que en este país hace menos
de un 10% de las mujeres que sufre violencia machista: denunciar a su agresor.
Entonces, comenzó una serie de batallas legales para demostrar un intento de
homicidio, además de la demanda de divorcio que le otorgó la custodia de sus
tres hijos, dos menores y una joven de 18 años.
En la sentencia se
evidencia cómo el juez Federico Mosco González —suspendido de su puesto este
viernes tras la oleada de críticas— recibió un expediente por el que la
fiscalía pedía intento de feminicidio y él reclasificó el delito a violencia
intrafamiliar y lesiones. Debido a esta modificación del delito imputado y a
una imposición de una medida cautelar errónea, según lo dispuesto por otro
juez, su exmarido quedó libre. Y estos días ningún miembro de la familia Sagaón
duda que el asesino de Abril pudo ser el mismo García, a través de un sicario.
"Ya lo había intentado una vez, ¿por qué no terminar lo que prometió? Y
tenía el dinero suficiente para hacerlo", advierte un familiar de Abril
que prefiere por seguridad que su nombre no se mencione.
La cadena de errores
jurídicos y periciales que terminó con la vida de Abril Pérez Sagaón comenzó
desde que ella acudió al hospital, poco después de que presuntamente el padre
de sus hijos la golpeara fuertemente con un bate de béisbol, le cortara con un
bisturí (así aparece en la sentencia) la barbilla y la amenazara de muerte ante
la presencia de uno de sus tres hijos, el mediano, de unos 15 años. En la
sentencia se lee la denuncia que ella hizo ante la fiscalía de la capital
mexicana.
Según el testimonio de
Abril Pérez Sagaón ante el Ministerio Público, en enero su marido entró a la
habitación de ambos cuando ella dormía y la despertó de un fuerte golpe en el
cráneo. Siempre según lo que reza la denuncia de la víctima, al abrir los ojos,
vio a García con un bate de béisbol en la mano; la golpeó de nuevo en el lado
izquierdo de la cara, ella comenzó a gritar pidiendo auxilio. La puerta estaba
cerrada con seguro, no podía salir, declara en su testimonio. Él la agarró del
cabello y le gritaba: "Te voy a matar. Destrozaste nuestra familia",
señala en la declaración. Entonces, intentó cortarle en el cuello con un
"objeto punzocortante", detalla el texto, ella se resistió, pero le
hizo un corte en el mentón. Después, intentó asfixiarla con sus manos, según la
denuncia y los informes médicos. Ella relata haber comenzado a perder el
aliento y todo a su alrededor se había fundido a negro. "Su hijo fue determinante"
para evitar que su padre la matara, reza la declaración. El menor irrumpió en
el cuarto y empujó a su padre y, también según la denuncia, su madre huyó por
una ventana.
En este punto, entra otra
testigo en la declaración, la señora encargada de limpiar la casa y cuidar de
su hijo pequeño —la identidad queda reservada— que observó cómo ella escapaba.
Y se refugiaron todos, junto a sus hijos, en la caseta de vigilancia privada
del edificio. A ese lugar llegó otra vecina, según la denuncia.
Pero estas declaraciones
de Abril Pérez Sagaón ante la fiscalía, además de presentar informes forenses y
médicos del hospital privado ABC, no fueron suficientes para que el juez
Federico Mosco González considerara que lo sucedido se trató de un intento de
feminicidio. ¿Por qué? Un abogado penalista explica el motivo, según esta misma
sentencia. "Ni el Ministerio Público ni la defensa privada de ella
pudieron acreditar con qué objeto la había golpeado. Pues en ningún caso
presentan como prueba el bate o el objeto punzocortante. Esto se debe, como
sucede en la mayoría de casos, porque la investigación de la fiscalía fue
insuficiente", señala el abogado Gabriel Regino. Y añade: "El
Ministerio Público debería haber ordenado que se buscasen las armas como
prueba, además de hablar con testigos presenciales y otros que pudieran
reforzar el indicio de que era un hombre violento, si en otra ocasión había
golpeado a su esposa...El testimonio de la víctima es desgarrador. Pero el juez
considera lesiones simples al no tener más pruebas". Las lesiones simples
derivadas del golpe con un objeto que no consiguen identificar es lo que lleva
al magistrado a concluir que se trata de violencia intrafamiliar, según el
documento.
La intención de
asesinarla, el magistrado la descarta con este argumento: "Si hubiera
tenido intención de privarla de la vida, lo hubiera hecho desde el primer
golpe, al encontrarse ella dormida". Esta conclusión fue apelada por la
fiscalía, pero los otros dos jueces implicados refutaron las palabras del
magistrado Mosco González y la reclasificación del delito a violencia familiar
y lesiones procedió. El juez que emite la sentencia que se publica en este
diario, Héctor Jiménez López, revisó lo dictaminado por Mosco González y solo
estuvo en desacuerdo en la medida cautelar: prisión preventiva oficiosa. Una
medida que según la ley, se aplica en casos de "delincuencia organizada,
homicidio doloso, violación, secuestro, trata de personas, delitos cometidos
con medios violentos como armas o explosivos, así como otros que atenten contra
la seguridad de la nación". La sentencia que sigue a esta del 7 de
noviembre, emitida por otro juez, acabó resolviendo en favor de Juan Carlos
García y poniéndolo en libertad.
Abril Pérez Sagaón solo
consiguió en estos meses de batallas una orden de alejamiento. El día que la
mataron había acudido a la capital para realizarse una prueba psicológica
dentro del proceso judicial abierto, pues había recurrido la decisión del juez.
Estaba de camino al aeropuerto para tomar un vuelo con destino a Monterrey y
reencontrarse con su familia. Ahí vivía desde que huyó de Juan Carlos García.
En una autopista de la capital fue interceptada y asesinada. Su exmarido es
ahora el principal sospechoso de su muerte, pero casi una semana después del
homicidio, las autoridades no han dado con su paradero. "Al leer la cadena
de errores de un caso como este, ¿cuántas mujeres que hayan denunciado como
Abril no estarán en riesgo en estos momentos?", se pregunta el abogado
Gabriel Regino.
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