Resulta que creernos mucho
es un mecanismo de adaptación.
En el mundo hay muchas
aberraciones. Hay, por ejemplo, gente al volante que no sabe manejar. Hay gente
floja, hay gente que hace mal su trabajo, hay malos inversionistas, hay de
todo. Y lo peor de todo, es que no lo saben. Según un artículo publicado en la
revista Psychological Science in the Public Interest, 93% de los conductores
piensan que manejan mejor que el resto, 94% de los maestros de educación
superior piensan que trabajan más que sus compañeros y 70% de las personas
piensan que tienen cualidades que rebasan al promedio. Afortunadamente, tú eres
honesto y veraz con tu autopercepción – no te preocupes, todos piensan lo
mismo.
Hay varios estudios que han
demostrado que la autopercepción suele estar sobrevalorada en gran medida. Uno
de ellos, liderado por Nicholas Epley, de la Universidad de Chicago, y por Erin
Whitechurch, de la Universidad de Virginia, demostró que tal fenómeno se
extiende incluso a la percepción física.
En su experimento, Epley y
Whitechurch les tomaron una fotografía a los participantes y elaboraron dos
versiones alternas de la misma: en una, resaltaron los defectos del rostro,
mientras que en otra, los disminuyeron. Al preguntarles a los participantes
cuál de las tres versiones era la foto original, la mayoría señaló la foto
mejorada. Sin embargo, el hacer el mismo experimento con personas conocidas por
los participantes, los sujetos solían escoger la fotografía correcta.
Los investigadores
establecen que el autoengaño, o la creencia de que poseemos características
deseables que los otros carecen, pudiese ser un mecanismo natural que potencia
nuestra seguridad personal, permitiéndonos avanzar social y materialmente. La
seguridad está íntimamente ligada a la capacidad de liderazgo y al éxito en las
relaciones interpersonales, garantizándonos una vida plena.
Sin embargo, David Dunning,
miembro de la facultad de psicología de la Universidad de Cornell, advierte
sobre los efectos adversos que pudiese tener este mecanismo. En primera
instancia, confiarse demasiado en términos de salud puede tener graves
consecuencias: un mal autodiagnóstico o tener poca atención sobre los propios
síntomas es potencialmente fatal. Por otro lado, en términos académicos o
laborales, la autoconfianza exagerada puede desembocar en la reprobación de un
curso o inclusive en grandes pérdidas económicas, factores que bien pueden
terminar por destrozar la bella imagen que tenías de ti mismo dejándote en la
calle.
Al final, nadie es perfecto.
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