En
la crisis de seguridad que impera en Michoacán, vasta es la corriente de
opiniones, críticas, reclamos, propuestas de solución y, por supuesto, la
demagogia de quienes ofrecen sacrificarse y suceder al gobernador Fausto
Vallejo, quien recurre a la figura retórica de matiz juarista para instalar el asiento de los poderes estatales
--transitoriamente, por supuesto-- en el corazón del conflicto, en este caso
Apatzingán.
En
la paráfrasis de la reflexión de Campoamor, diríase que en este gravísimo
problema provocado por desatinos gubernamentales, disputas partidistas por el
control político, desaseo y olvido tanto como el dejar hacer dejar pasar, en el
escenario michoacano “(…) nada es verdad ni
mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.
Por
eso, más allá de buscar culpables del crecimiento y desarrollo del crimen
organizado en aquella entidad, en el gobierno de Enrique Peña Nieto se atendió
el tema con la prioridad requerida mas no con la impronta de quedar bien ante
el mundo, pero sobre todo, con la sociedad mexicana harta de atestiguar
cotidianamente una especie de top ten del crimen organizado con el número de
ejecutados.
Hay
trabajo de inteligencia militar y civil, sí, con sus etcéteras y sin resultados
estridentes.
Pero,
cómo atender a este foco que ha escandalizado a la sociedad mexicana y
sorprendido a la internacional, pero sobre todo mantiene en zozobra a los
michoacanos que en poco más de una década pasaron de sufrir embates de la
delincuencia común a la que les cobra el derecho de piso y el derecho a vivir.
Silvano
Aureoles Conejo, coordinador de los diputados federales perredistas, ex
candidato al gobierno de Michoacán, ex alcalde de Zitácuaro y amigo de la
familia Cárdenas Batel, incluso miembro del gabinete del entonces gobernador
Lázaro Cárdenas Batel, ha cuestionado a la forma en que el gobierno priista de
Fausto Vallejo ha enfrentado la crisis de seguridad en la entidad.
Y se
ha significado por posturas contradictorias que lo instalan más en la mecánica
de querer acarrear agua a sus aspiraciones de ser gobernador de Michoacán.
Firmante de un acuerdo para atender la problemática michoacana, apenas unos
meses atrás cuando gobernaba interinamente Jesús Reyna, ayer Aureoles declaró:
“(…)
de acuerdo a lo que comenta la ciudadanía, el tratamiento que debe darse a la
acción de los grupos denominados de autodefensa, tiene que partir de una
revisión minuciosa de la circunstancia en que ha surgido, para buscar de manera
adecuada reencauzar su participación en las tareas que corresponde
exclusivamente a las autoridades de gobierno”.
Empero,
poco antes dijo que la inconformidad de los michoacanos es que la estrategia
para combatir la inseguridad “solamente se ha centrado en la contención del
avance de grupos de autodefensa”.
Seguramente
Silvano está desinformado o quiere estarlo, porque no se enteró que el
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, deslizó ese
reconocimiento a la tarea de los grupos de autodefensa y que la atención
brindada al doctor José Manuel Mireles Valverde no es gratuita.
El
desliz de Osorio Chong fue la confirmación de lo comentado por un político
priista que en el sexenio de Vicente Fox, tendió puentes entre la administración
del mandatario panista con el naciente gobierno de Hugo Chávez Frías, y es uno
de los más enterados de pormenores de la guerra declarada entre el gobierno
colombiano contra las FARC. Sabe cómo operaron las Autodefensas Unidas de
Colombia y qué designios siguieron con carácter, incluso, paramilitar.
Por
cierto: ¿Alguien ha visto recientemente en público al general en retiro y ex
director de la Policía Nacional de Colombia, Óscar Adolfo Naranjo Trujillo,
asesor en asuntos de seguridad del presidente Enrique Peña Nieto?
Bueno,
el general Naranjo tiene las respuestas de interrogantes y conjeturas que se
hacen políticos como Aureoles Conejo y la pléyade que presume tener la solución
a la crisis michoacana, o que cuestiona la ausencia del gobierno federal en esa
tarea.
¿Cómo
atacar al crimen organizado sin involucrar a las Fuerzas Armadas, porque
entonces sí se hablaría de una verdadera guerra que aterraría y ahuyentaría a
las inversiones que se espera crezcan a partir de este año como consecuencia de
las llamadas reformas de gran calado que sólo esperan apisonar terreno con
reformas a leyes secundarias? Simple, con un ejército vestido de civil, o
civiles armados por el gobierno y bautizados como integrantes del Consejo
General de Autodefensa de Comunitarios.
El general
Naranjo tiene esa responsabilidad, cuenta el político priista aludido. Y,
bueno, sólo basta observar el armamento que portan los autodefensas, sus
chalecos blindados y, sobre todo, la libertad con que se han movido sin ser
molestados por los militares, pero sí atacados por sedicentes ciudadanos que
detestan su presencia en zonas de control templario.
Para
que la cuña apriete debe ser del mismo palo. Y la cuña apareció en el escenario
a partir de abril del año pasado. ¿Alguien lo recuerda? ¿Por qué no se frenó al
doctor Mireles cuando comenzó a hacerse
famoso en las redes? Conste.
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