martes, 28 de octubre de 2014

ENTRESEMANA Los ilustrados y la honestidad valiente Moisés Sánchez Limón

¿A quién conviene desestabilizar al país? Los instrumentos que la impronta contestataria ha esparcido en plazas públicas llaman la atención y preocupan.
Cada quien tiene derecho a expresar su opinión, a manifestarse libre y llanamente, mientras no se incurra en violación a los derechos del vecino. Así de simple, así de fundamental un concepto social que, empero, olvidan los críticos del gobierno en turno.
¿Quién preguntó, en el Zócalo, a Andrés Manuel López Obrador respecto de sus relaciones con José Luis Abarca y María de los Ángeles Pineda? A explicación no pedida, admisión manifiesta, reza la máxima popular. Y nadie puede llamarse engañado, menos sorprendido en estos juegos del poder.
Porque, de pronto, en el mitin dominical y como pateando un bote, el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal, que lo fue impulsado y arropado entonces por el PRD que hoy detesta, dijo que él nada tenía que ver ni conocía al matrimonio Abarca-Pineda. Luego pretexta que se saca un montón de fotos y, pues no sabe ni con quién. ¡Ajá!
Es extraño que en los sitios públicos donde presuntos estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, repitan una cantaleta en la que acusan al gobierno y al presidente Enrique Peña Nieto de asesinar, sí: asesinar a estudiantes como en 1968, o aquellos que hacen lo mismo trepados en autobuses en el Distrito Federal, omitan referencia alguna a la izquierda y, por supuesto, a López Obrador, quienes quiérase que no, están en la cresta del escándalo.
¿Quién ha echado a andar esta maquinaria propagandista en las estaciones del Metro, en sus trenes y en calles del Centro Histórico?
La reacción de apoyo a los normalistas de Ayotzinapa en la demanda de que aparezcan vivos sus 43 compañeros de aula, es elemental, de sentido común. Universitarios de las principales ciudades del país, organizaciones no gubernamentales, padres de familia y agrupaciones políticas, no necesariamente partidistas, se han sumado a la exigencia.
Pero, en ese entorno han aparecido los oportunistas, los pescadores de ríos revueltos. Y sobre todo en el año electoral, definitorio y de balance del gobierno de Enrique Peña Nieto.
¡Vaya casualidad! Tumbar a un gobernador, en los tiempos recientes no es cosa fácil. Ernesto Zedillo Ponce de León, cuya influencia retorna por sus fueros con carácter de asesoría, debe recordar cómo fracasó en el intento de que Roberto Madrazo Pintado renunciara a la gubernatura de Tabasco.
Enrique Peña marcó una pauta y no se la entendieron. Fausto Vallejo cayó del gobierno de Michoacán, cuando la estructura de gobierno apestaba. Sólo él --¿será?—no se había dado cuenta de que su hijo Rodrigo andaba en malos pasos desde que él era alcalde de Morelia. Egidio Torre Cantú se dice gobernador pero los hilos del gobierno de Tamaulipas los tiene el gabinete de seguridad. Y, en Guerrero, el tozudo Ángel Heladio no entendió los mensajes; pero ya se fue y en su sitio quedó un académico, el doctor Rogelio Ortega Martínez, caso similar al de Michoacán donde el doctor Salvador Jara Guerrero, gobierna al lado del comisionado Alfredo Castillo Cervantes.
¿Los legisladores emeceístas ilustrados han  cuestionado a los gobernadores sustitutos? Nada, nada. Pero su discurso endereza la oficiosa defensa de su líder, Andrés Manuel López Obrador. Inmediatamente después de que éste se deslindó del defenestrado alcalde igualteco José Luis Abarca y señora. ¿Cuál es la prisa?
Preguntaríamos a López Obrador dónde dejó a la honestidad valiente. ¿Será que hoy es honestidad cobarde? Pero, vaya, hay otros actores políticos que han incurrido en este procedimiento de salpicar lodo. No, no hay impolutos.
El incalificable caso de los normalistas de Ayotzinapa vino a destapar caños y evidenciar cloacas de acuerdos y compadrazgos políticos. ¿Nadie cuestionaba la insultante riqueza del matrimonio Abarca-Pineda? ¿López Obrador, Aguirre Rivero y otros etcéteras perredistas, priistas, panistas, emeceístas, petistas, ecologistas y morenos no se dieron cuenta de los terrenos que pisaban? ¡Por favor!
Dice la diputada emeceísta y lopezobradorista Luisa María Alcalde Luján, desde la máxima tribuna política del país: “¡Qué tristeza! Entre risitas y burlas, compañeros, da muchísima pena. Da muchísima pena. Pobre país. ¿Qué otra evaluación de la política de desarrollo social queremos que el caso Ayotzinapa? El tema es la pobreza, es la desigualdad, es la corrupción
“México está destrozado porque a las víctimas de Tlatelolco, del holocausto, de la guerra sucia, de Acteal, Atenco y Aguas Blancas; los crímenes de Ciudad Juárez, San Fernando y Tlatlaya, debemos sumar a 43 estudiantes normalistas.
“Ciertamente no fue sólo Abarca, ni fue sólo Aguirre ni fueron sólo los policías ni fue sólo el narco. Fue el Estado mexicano porque aquellos que aterrorizan, torturan, asesinan y siembran el país con cadáveres, lo hacen con la protección y la complicidad del Estado mexicano.
“Fue el Estado mexicano porque la violencia subsiste gracias al poder político, a la impunidad institucional y a los recursos que le proporciona el poder”.
¿Sabrá la señorita legisladora lo que es el Estado? Confunde Estado con gobierno. Uno es el Estado Mexicano, el ente integrado por todas, tooodas las instituciones representativas de la sociedad. Otro es el gobierno. Y seguramente quiso inculpar al gobierno de Enrique Peña Nieto, olvidándose de que ella, como legisladores FEDERAL, es parte del Estado Mexicano.
La defensa del prócer se echó a andar. Desde el twitter lo hizo Ricardo Monreal Ávila y dio la pauta para victimizar a López Obrador. Supinamente le siguieron quienes creen a pie juntillas el credo lopezobradorista. Allá ellos. Se respetan sus convicciones. Pero, insisto, ¿a quién conviene desestabilizar al país? Conste.
MIÉRCOLES. En este asunto, cada quien su lodo. Lo cierto es que, quiérase que no, se procede conforme al librito: primero los autores intelectuales, luego los materiales y, seguidamente, los cómplices. Por eso y sólo por eso los deslindes, desgarramientos de vestimentas, defensas a ultranza y el sempiterno cinismo de los próceres. En horas el desenlace. Digo.

@msanchezlimon

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