La zona alta de la sierra de atoyaquense, propiamente en "El Edén", la fuerza del viento propaga un fuerte incendio, donde se encuentran árboles de maderas apreciadas y finas como el ayacahuite, la parota, el ocote y pino. Los cuales son presa fácil de elemento ígneo, más el ocote, que sirve como abono a que el fuego se avive, abrazando enormes hectáreas.

Lo mismo ocurre en la
comunidad de Tierra Blanca, en la parte baja de la sierra, entre El Ticuí y El
Salto El Grande, donde el fuego ha arrasado más de cien hectáreas.

Desde hace más de una
semana los incendios forestales han arreciado en esta parte del municipio
cafetalero, donde con escaso equipo, herramientas y protección personal, hombres
valeros se arriesgan a enfrentar el fuego. En pésimas condiciones de seguridad
personal los elementos de esas dependencias realizan con valor y arrojo su
trabajo.
Las pérdidas de cosechas,
árboles frutales y de maderas finas, se han consumido dejando endeble la
economía de los labriegos serranos; esperando que el gobierno federal haga un
recuento real de sus destrozos y puedan ser remunerados de manera directa con
algún dinero en reposición de sus siembras y maderas devoradas por el abrasador
fuego.
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