NORMA ROSAS |
La general indignación, la consternación y la expectativa por la resolución del caso, surgida de la trágica muerte de la pequeña Fátima ha golpeado con una barra de acero a la sociedad mexicana, a medida que vamos conociendo los escabrosos detalles de un hecho despreciable y vergonzoso los ciudadanos se han llenado de preguntas que sólo a la larga mediante un detallado análisis podrán a arrojar respuestas.
¿Cuál es el origen de la violencia que por años no ha hecho más que aumentar, al grado que ahora acecha a nuestros niños? ¿Qué podemos hacer como sociedad para terminar con este lamentable fenómeno? Por supuesto, culpar a una corriente económica de entrada suena arriesgado e infundado, Juan Martín Pérez García, director de la Red por los Derechos de la Infancia en México, afirma que en su opinión tres son los factores que han detonado la violencia contra la niñez, estos son “impunidad, corrupción y escaso presupuesto” y agrega que “el Estado invierte muy poco en la protección de niños y niñas; de entrada no hay una priorización por atender el derecho a la protección y las políticas públicas”.
La violencia a nuestros niños pues ha sido el resultado de años de estrategias gubernamentales que se han preocupado más de su relevancia política que de verdad el transformar de los infantes, de acuerdo a cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en el primer trimestre del 2019 ocurrieron 285 homicidios dolosos contra la población de cero a 17 años, es decir, 3.2 homicidios diarios.
Para Nancy Ramírez Hernández, Directora de Incidencia Política de Save the Children el punto de inflexión donde la violencia en general y en contra de menores se potenció con el expresidente Felipe Calderón al iniciar su ofensiva contra el crimen organizado “es cuando empezamos a ver un mayor número de asesinatos de niñas y niños”.
Y esto no sólo es grave desde la violencia generada por las organizaciones, también se da de manera terrible en el ámbito doméstico, de acuerdo con los resultados de la Consulta Infantil y Juvenil del INE, 40% de los encuestados respondió haber recibido o estar sufriendo algún tipo de violencia en el hogar, que van desde golpes a groserías, para Juan Martín Pérez García, director de Redim, esto tiene que ver con una cultura patriarcal, el sentido de apropiación de las niñas y niños y desde luego el tema de las desigualdades y la exclusión que hace que la cohesión social se pierda.
No hay un sólo camino para afrontar este problema, tampoco uno que sea rápido y sencillo, pero tenemos que empezar a generar, desde la sociedad civil, entornos más adecuados para el sano desarrollo de los infantes y exigir a los distintos poderes de la federación políticas públicas que abandonen la forma clientelar y estén encaminados a resarcir un tejido social cada vez más desgarrado convirtiendo a la niñez mexicana en una infancia robada.
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