MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN |
Entre Palacio Nacional y
la sede del Senado hay calles colmadas de historia y lecciones de política de
tiempos idos que son pretexto para denostar y desmantelar leyes e instituciones
con ánimos y fundamentos de diversa naturaleza ideológica y partidista, pero
igual para las corrientes que defienden a esta estructura institucional que
sosegó rebeliones en la primera mitad del siglo pasado y luego dio pauta a un
país moderno y de avanzada; con sus bemoles y tragedias de corrupción en esa
lucha de los civiles por el poder.
México en su democracia
inconclusa, que evidencia los más ejemplares contrastes entre lo que se debe
hacer y lo que no se debe hacer, esto que se conoce como lo políticamente
correcto. La diferencia de la tarea de consensos y posturas firmes entre
oposición y oficialismo, sin que el término sea peyorativo, de senadores y
diputados.
Veamos. En Palacio
Nacional como en el Senado de la República se hace política, nos guste o no,
que lo mismo atiza tempestades que llama a coincidencias de urbanidad política
y pauta legislaciones que finalmente instalan en su sitio a cada quien, aunque
en Palacio priva más el voluntarismo cuyas consecuencias luego deben ser
reconstruidas y vueltas a bordar con acuerdos de elemental ejercicio político
en la llamada Cámara alta; y póngale usted los adjetivos que quiera.
Por supuesto, en esa
mayoría senatorial de Morena hay personajes que no ganan un concurso de
popularidad en la feria, porque llegaron al escaño por la vía de ese tsunami
llamado Andrés Manuel como ocurrió con los diputados federales de tómbola que
después de dos años mantienen el curso intensivo que reprobarán el año próximo
cuando pretendan reelegirse. ¿Cuántos artículos tienen la Constitución General
de la República? Pregúnteles y ya verá usted.
¡Ah, las diferencias!
Entre septiembre de 2018 y los meses que corren de este 2020, en el Senado
–como dicen los clásicos—se ha tenido que enmendar la plana lo mismo al
inquilino de Palacio que a la arrolladora mayoría morenista en el Palacio
Legislativo de San Lázaro. Y conste que Mario Delgado Carrillo fue senador,
aunque sus apoyos lo llevan más a los yerros, graves e inoportunos como la
reciente ocurrencia --¿sin línea?—de la maestra Dolores Padierna Luna con esa
iniciativa de desaparecer a 44 fondos y fideicomisos.
Y es que, mire usted, a
reserva de su mejor opinión, con sus subrayadas excepciones de políticos de
carrera, expertos en su trabajo, la Cámara de Diputados tiene, en su mayoría
ocurrente, algo más que disciplina o postura institucional, una subrayada
genuflexión sin chistar que alza la mano y aprueba, con sus excepciones como la
de los legisladores que el año pasado se negaban a aprobar las reformas a la
Ley de Instituciones de Crédito, pero fueron convencidos con un documento de la
Unidad de Inteligencia Financiera.
Así, en la mañanera del
martes pasado, el licenciado Andrés Manuel López Obrador trazó una jugada que
le puede dar buen resultado para levantar su alicaído lugar en el top ten,
aunque diga que tiene otros datos o que las encuestas están cuchareadas.
Como experto en la
prospectiva política y el arte de la propaganda, el señorpresidente pulsó y echó andar dos
acciones que sin duda le aplaudiría el pueblo bueno con las reservas de los que
identifica como conservadores.
Primero. Urdió la entrega
de la condecoración Miguel Hidalgo a personal de salud que ha estado en la
primera línea en el combate a la pandemia.
Pero, y ésa es una clave
toral de alto contenido proselitista, la entrega de la máxima presea que otorga
el Estado mexicano a ciudadanos distinguidos por servicios a la patria, no la
decidirá un grupo de notables, no. Serán ciudadanos, sobrevivientes del Covid-19
o que fueron atendidos para enfrentar este virus, los que votarán mediante
cédulas y decidirán quiénes, entre el personal médico, incluye de enfermería y
asistentes, son merecedores de la condecoración Miguel Hidalgo.
¿Algún problema por el
desabasto de equipo? ¿Algún problema por la falta de apoyo al personal en
clínicas y hospitales? Con esta decisión el licenciado López Obrador se lava la
cara. Él, porque los responsables del sector salud han cumplido con sus
obligaciones y responsabilidades; atender órdenes presidenciales, es parte de
su obligación. Y aquel que se rehúsa, lleva por delante la renuncia; los
ejemplos tienen nombres y apellidos.
Segundo. El martes pasado,
reprochó nuevamente a sus antecesores de los males del país, entre ellos en el
sector salud donde hay un vasto déficit de médicos en general pero, sobre todo,
de especialistas. Y esta situación afloró en la epidemia de coronavirus.
Por ello, junto con el
secretario de Salud, Jorge Alcocer, anunció que los más de 50 mil aspirantes a
cursar una especialidad no serán rechazados e incluso habrá 30 mil becas para
estudiar en el extranjero.
En este tenor, en la
conferencia de prensa mañanera, López Obrador argumentó la razón de la
insuficiencia de médicos en México:
“Porque se apostó a
privatizar la educación y utilizaron como excusa para rechazar a los jóvenes
que querían ingresar a las universidades o a especializarse que no pasaban el
examen de admisión, cuando eso no es cierto, no es que no pasaran el examen de
admisión, es que no había cupo, no había espacio porque no había presupuesto
para las universidades públicas, para la formación de los especialistas”.
¿Qué vamos a hacer
nosotros?, se preguntó y respondió:
“Lo anuncio, ya todos los
que quieran estudiar especialidades van a tener manera de hacerlo. En el nivel
de especialidades no va a haber rechazados (…)”.
Luego preguntó al
secretario Alcocer Varela cuántos presentan examen para entrar a la
especialidad en un año.
El secretario de Salud
refirió que en este año se presentaron más de 52 mil candidatos para poder
optar por especialidades médicas.
Las especialidades médicas
suman en términos generales más de 60, 68, de las cuales se abren, de acuerdo a
los sitios donde se forman, donde hay posibilidad de darles esa preparación,
una preparación que es uno, dos, tres años, dependiendo la complejidad de la
ciencia que se está ampliando para la medicina.
En ese periodo participan
varias universidades –acotó el secretario de Salud--, pero sumadas y
principalmente a través de las más notorias, la UNAM, el TEC y otras
universidades, las estatales que también hay que considerar, se aceptan
alrededor de 10 mil, una cuarta parte, y eso con esfuerzos, estoy hablando que
siempre aceptaban, o sea, se les daba el visto bueno alrededor de nueve mil,
pero el Seguro Social, lo resalto, ha hecho esfuerzos para aumentar
progresivamente alguna de esas especialidades.
“El enfoque ahora, como ya
dijo el señor presidente, va a ser completo. Uno, no rechazarlos, porque todos
los que deben de presentar llenan el requisito de ser médicos generales, y en
algún momento señalé que el ser médico general ya es una distinción, seis años
de estar trabajando y haciendo, inclusive ahora en el COVID (…)”.
Y luego López Obrador
anunció becas para formar en el extranjero a 30 mil médicos especialistas. En
la conferencia informó que se destinará el presupuesto necesario e instruyó a
las secretarías de Salud y de Relaciones Exteriores realizar las gestiones a
fin de lograr este propósito.
Las becas, podrían ser
administradas por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), el
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y
Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) o el Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
El principal acuerdo es
que, a su regreso al país, los especialistas trabajen en hospitales públicos
para que “devuelvan lo que el pueblo les va a dar: la posibilidad de
especializarse”, citó el señorpresidente en esta segunda operación política con
pretexto sin discusión, salvo la elemental suspicacia de la cantidad de votos
que esto lo acarreará en la elección intermedia del año que entra para salvar
la mayoría legislativa de Morena en la Cámara de Diputado. La política en
Palacio, operada por el maestro de la propaganda.
Y la otra vertiente de la
praxis política en el Senado, la ofreció alguien que de pronto se alzó como
vocero de la pandemia y que se ha convertido en ave de las tempestades.
Y dígame lo contrario.
Ayer, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell respondió a los
cuestionamientos de los senadores, con quienes se reunió por más de cinco horas
de manera virtual, y provocó la airada reacción de la bancada del PAN que lo
llamó misógino, irrespetuoso y todos esos etcéteras derivados del desencuentro.
Bueno, bueno. Si ya saben
cómo es, para que lo invitan, diría el clásico, porque el doctor sin duda es un
crooner que si le piden baile charleston lo hace y cuenta cuentos a los niños y
responde a inquietudes de amas de casa y…
En la óptica de mi asesora
política, López-Gatell arrolló a la oposición, reitero, en especial a la del
Partido Acción Nacional, con argumentos explicativos y técnicos acerca de la
estrategia y acciones emprendidas para enfrentar la pandemia generada por el
Covid-19.
Mi asesora concluye:
Simple, con una vasta explicación técnica, muy pormenorizada de casi cinco
horas y 40 minutos, López-Gatell, responsable de la Subsecretaría de Prevención
y Promoción de la Salud, expuso el origen de la pandemia, la estrategia y los
alcances de la misma, para luego responder a los cuestionamientos de los
legisladores.
Ricardo Monreal Ávila,
coordinador de los senadores de Morena y presidente de la Junta de Coordinación
Política, dio la bienvenida al subsecretario y le hizo los primeros cuestionamientos.
A ésta tercera reunión de
trabajo virtual, con López-Gatell convocado, se conectaron más de 55 senadores,
entre ellos presidentes de diversas comisiones y todos los integrantes de la
Junta de Coordinación Política. Y el PAN anda severamente encabronado, ofendido
y con ganas de enjuiciar al doctor subsecretario. Pero, reitero, si ya saben
cómo es, para qué lo invitan. De Palacio Nacional en la ruta del Senado.
Conste.
sanchezlimon@gmail.com
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@msanchezlimon
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