“
… J. F. Amaral, POCHICHA, en el devenir de una más de sus andadas, dijo en
actitud solemne: amigos, un invitado invita a otro. ¡Es la ley en los pueblos!
Así es que ustedes saben si se quedan chapaleando en seco o me siguen. Y he ahí
que haya iniciado su caminar, enfilando sus pasos rumbo a lo que parecía ser un
jolgorio anunciado por el tronar de cohetes y el tuntunear de la tambora del Chile frito jocoso y bullanguero. Avanzó
presuroso a la par que, coreado por sus amigos, canturreaba una tonadilla: “… desde lejos he venido/ brincando los
tepanoles/sólo por venir a ver /las ollotas de pozole…”
Transitaba
en medio de la calle. Su caminar era garboso. Hacía aspavientos con los brazos en
alto y en veces se llevaba ambas manos al pecho; saludaba cariñosamente a
quienes encontraba o lo miraban desde las puertas de sus hogares, y reía al
tiempo que sus compañeros lo secundaban. Alguien que observaba el borlote desde
el quicio de un portón, dijo a grito pelado: “¡ejejé, Pochicha!, pareces
político…”; a lo que él expresó en tono indignado: ¡nada de eso, amigo! A mí
que me esculquen. Yo tengo la conciencia tranquila. ¡Tengo dignidad!, soy
borracho pero no mañoso ni embustero, “engañatarugos”como ése que ves allí -se
refería a la fotografía en un cartel de quien se supone andaba en plena campaña
electoral, prometiendo un sinfín de cosas a la gente, alguien que con su mejor sonrisa
y cinismo, amparado en aquello de que “el prometer no empobrece, sólo el dar
aniquila”, prometía y más prometía diciendo que ahora sí,… “por su santa
madre”,… cumpliría lo ofrecido y más aún haría efectivo aquello que en
repetidas ocasiones había dicho que lograría: mejorar las viviendas a los
pobres, crear fuentes de trabajo, procurar apoyos para cultivar sus parcelas,
evitar que los precios de los productos básicos siguieran aumentando, quitar de
pobres a los pobres, bajar el precio de la luz, el gas,… Pochicha se refería a ese de la cara
maquillada y sonrisa engañosa que una y más veces aspiraba a un puesto
gubernamental para, según su decir, “servir al pueblo”-. ¡Ese es un bribón, yo no! –dijo en tono airado-.
Nuevamente su expresión sentenciosa propició risotadas y acrecentó la bulla que
trascendió a lo largo de la calle. Cuando arribaron a la casa engalanada con
cadenas de tapayola, listones, papel crepé
y cañas dulces, de cuyo interior provenían expresiones alegres al tiempo
que resonar el zapatear de bailadores a ritmo
de un son retozón, J. F. Amaral y sus amigos, cantaron: “… Es aquí o no es aquí o será más adelante, pero
dicen que aquí vive la perla con su diamante…”, propiciando que los caseros
les dieran la bienvenida.
Como
en otras ocasiones, una vez más, medio pueblo se enteró de lo acontecido en la calle
principal del pueblo, y lo que sucedió después…
Hay
quienes dicen que el comportamiento de Pochicha es según las circunstancias y a
conveniencia suya. Unos lo consideran hombre cuerdo y otros afirman que es
persona atolondrada. Sea cual sea la verdad, Pochicha es “ajonjolí de todos los
moles”, es personaje de jolgorios o pesares, andanzas o quietudes, corduras o
demencias, solemnidades o descuidos... ¡Es un personaje pueblerino!
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