Rogelio Faz/Cartas desde Chicago. En Chicago como en otras ciudades de Estados Unidos, se continúa en contra del apetito voraz de las corporaciones de comida rápida a costa del hambre de sus empleados --como McDonald’s, Burger King, Wendy’s, KFC entre otros-- donde volvieron a exigir en las calles un aumento al salario mínimo y derecho a sindicalizarse.
El salario mínimo en realidad es el máximo al que se puede aspirar cuando no se tienen destrezas laborales o el idioma del inglés, en el caso de EU. No obstante, el salario mínimo debe corresponder a las necesidades básicas de una familia para vivir dignamente, lo que de antemano es una falsedad.
Son pocos países donde el salario mínimo puede cubrir esas necesidades. En el caso del país de las ‘burgers y sandwiches’, EU, debido a que los trabajos formales han disminuido y la fuerza laboral no calificada ha aumentado, se reflejan en estos empleos temporales o informales. Creando un círculo de miseria parecido mucho al de nuestros países latinoamericanos, solo que inmerso en la vida del primer mundo.
Estos restaurantes de comida rápida son los más populares, y son los de lujo para los sectores de bajos recursos. Mientras que para los de ingresos medios son un alivio para el fin de quincena. Y para los de clase ‘acomodada’ justo para lo que son: “fast food”.
Para muchos de la clase trabajadora estos restaurantes son comunes, en cuanto tampoco se hace mucho para salir de esa condición. No se aprende el idioma o no se busca la superación personal a través de una preparación técnica. Es más, hay quienes con el idioma se excusan con: “todo trabajo es digno”. Y tienen razón, siempre y cuando el salario lo compense.
Se sabe de empleados que duran más de diez años en esos trabajos, lo que refleja un estado de conformidad, ven más práctico ocupar su tiempo en una lucha laboral en la calle para solicitar aumento que una preparación personal. No consideran que fueron trabajos creados para ser ocupados por adolescentes o personas con limitaciones, con el propósito de no contratar a empleados que acumulen derechos laborales por “señoría” (antigüedad) o por horas laborales.
Las corporaciones se escudan con que son franquicias y que cada propietario tiene la opción de los sueldos de sus empleados. En cambio, no disminuyen sus cuotas de franquicias.
En el caso de Illinois el salario mínimo es de $8.25 dólares por hora, y se está exigiendo un aumento a 15dls. Cuando en los restaurantes de ‘comida a la carrera’ el “value menu” o “dollar menu” no hace mucho se podía comprar una hamburguesa de 99 centavos, ahora es de $1.49.
Uno de los argumentos para exigir aumento es la desproporción que existe entre la ganancia de los ejecutivos de estas corporaciones en comparación a los sueldos de miseria de sus empleados, que apenas les alcanza para comprar el “especial” del menú económico, lo que cocinan en los microondas.
Es difícil creer que los corporativos se hagan a la idea de reducir su dieta “big mac” salarial, es más fácil pensar que si hay aumento en los sueldos de los empleados temporales, éste se verá reflejado en una hamburguesa en el menú económico y cueste $9.99.
Ahora que el Presidente Barack Obama salió con lo esperado: que no habrá “orden ejecutiva” para detener las deportaciones hasta después de las elecciones intermedias de noviembre, la incertidumbre crecerá en estos centros laborales.
Ilusión de mercadotecnia que habían creado algunos sindicatos alimentada con dieta barata con el ánimo de ganar clientela. Habrá que ver si los empleados de los restaurantes de comida chatarra y rápida se afilian a algún sindicato para satisfacer sus necesidades de justicia laboral y social, aunque no ni siquiera hayan podido cocinar una reformita con Obama, cómo una “Jamburger” salarial.
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