“El orden y la paz sólo se logran a
sangre y fuego”
Rafael
Leónidas Trujillo, dictador dominicano de 1930 a 1961.
En Guerrero, el PRI se reagrupa. Bajo la
presión directa de su presidente nacional, César Camacho, del secretario de
Gobernación Miguel Osorio Chong y del presidente Enrique Peña Nieto, los
cacicazgos locales del revolucionario institucional han sido obligados a limar
asperezas, a perdonarse agravios y a pactar impunidades, para asegurar el
triunfo de Héctor Astudillo en la actual contienda electoral.
Vienen con todo y por todo. Doblegaron hasta
la vergüenza a la mayoría de los figueroístas y de los aguirristas y a los que
todavía se resisten los someten a fuertes presiones y amenazas, que no excluyen
los levantones ni las amenazas de muerte por personeros del crimen organizado.
Es muy sintomático que las plazas
fuertes de la narcodelincuencia más brutal, estén ubicadas donde gobierna el
PRI. Véanse Chilapa, Chilpancingo y las Regiones Norte y Tierra Caliente.
Los priistas están poniendo en marcha la
más amplia, perversa y costosa compra de votos de la historia del país.
Lo que vimos en la campaña electoral de
Peña Nieto es nada comparado con lo que los priistas están poniendo en práctica
en Guerrero.
Héctor Astudillo se ubica a sí mismo
dentro del ala progresista del PRI, ¿pero si él es del ala progresista, cómo
andará el ala más reaccionaria?
Astudillo asesinó la obra legislativa
de don Francisco Ruiz Massieu, al ser el principal promotor del cercenamiento en
la actual Constitución del estado, de los avanzados postulados del exgobernador
de Guerrero ultimado por otros priístas en 1994.
Héctor Astudillo fue quien más
activamente cabildeó para que no se admitiera en la legislación electoral local,
la igualdad de género en las candidaturas para Ayuntamientos.
Mediante un juicio defensa de derechos
ciudadanos, tres valientes mujeres le hicieron morder el polvo de la derrota. Aun
así, con total descaro se dice defensor de los derechos de las mujeres; pero su
verdadera alma es misógina.
Astudillo autorizo la construcción de
unidades habitacionales en zonas de alto riesgo de Chilpancingo, como se da a
conocer el Diario Oficial de la Federación. Ahora simplemente se hace como que
la virgen le habla.
Héctor Astudillo se reputa a sí mismo
de honrado, pero siempre anda rodeado de mapaches
electorales y de enriquecidos a costa del erario público como Manuel Añorve
Baños “El Chocky”, René Juárez
Cisneros y otros. Eso se lo reclaman hasta sus propios compañeros de partido.
Lo único que Astudillo garantiza, es el
retorno al régimen de autoritarismo, impunidad, corrupción y contubernio con el
crimen organizado que ha caracterizado al priismo, en todos los años que ha
gobernado.
En la casa de enfrente, las cosas no
van mejor. Los “Chuchos”, los “Perros del Mal” como los autodefinió uno
de sus dirigentes, Guadalupe Acosta Naranjo en reciente entrevista con Carlos
Puig de Milenio, están pagando las consecuencias de haber estirado demasiado la
liga.
Se los comió la soberbia, la prepotencia
y la patriotería de gran partido, que los ha llevado a romper con el cardenismo
y con el lopezobradorismo, por fidelidad a su vocación de mercenarios políticos
al servicio de quien gobierna y de los poderosos que mandan en el país.
Confiados en sus acuerdos con Peña
Nieto y el PRI, según lo cual se les respetaría ser gobierno en el DF, Morelos,
Guerrero y Michoacán, trataron con excesiva petulancia y desdén a sus antiguos aliados
del Movimiento Ciudadano, para doblegarlos y que aceptaran ser sometidos a sus
designios. Como lo intentaron hacer también con el senador Armando Ríos Piter.
Se equivocaron rotundamente. El
Movimiento Ciudadano está mostrando en Guerrero y en el país, que puede caminar
solo y seguir haciendo el papel digno y decoroso que los ha singularizado
dentro de la izquierda y ahondado su distancia respecto de un PRD cada vez más
corrupto y entregado al poder.
Dante Delgado, Luis Walton y el
Movimiento Ciudadano, ni han sido beneficiarios de los dos gobiernos
perredistas en Guerrero, ni se han manchado las manos de sangre con los
asesinatos de normalistas y la desaparición de los 43; ni han criminalizado al
movimiento social, ni han llevado a las cárcel a reconocidos activistas
sociales, ni han encubierto a los asesinos de Arturo Hernández Cardona y de la
barbarie de Iguala.
La realidad se impone. A los “Chuchos”
no les alcanza para derrotar con las fuerzas del PRD-PT a Héctor Astudillo y al
PRI-PVEM. Tampoco les alcanza el reagrupamiento de perredistas y experredistas
que se está dando alrededor de Beatriz Mojica. En Guerrero nunca han ganado ni
ganarán solos.
Beatriz Mojica, es una mujer de valía y
empuje, que logró remontar la misoginia, las zancadillas y los perversos
acuerdos de los “Chuchos” con Osorio
Chong y Peña Nieto, que en su momento le impidieron ser gobernadora interina de
Guerrero; pero tiene poco respaldo y está muy dejada a su suerte por las tribus
perredistas como para ganar por su propio carisma.
La moneda está en el aire. Todavía no
está definido quién va a ganar la elección de gobernador en Guerrero. La madre
de todas las batallas todavía está en veremos. Se requiere actuar con prontitud
y pertinencia.
Urge que Beatriz Mojica, Luis Walton y
Pablo Amílcar Sandoval se reúnan por iniciativa propia y acuerden las bases de
un gobierno de coalición para Guerrero y que lo hagan con base a un programa
mínimo de gobierno, que debe contener cuando menos los siguientes compromisos:
1.
Promoción
y defensa de los intereses y recursos naturales de Guerrero dentro del pacto
federal.
2.
Gobierno
de coalición, honesto, abierto al escrutinio social, eficaz y eficiente, menos
costoso, sin impunidades y que gobierne para todas y todos los guerrerenses;
3.
Seguridad
pública efectiva y coordinada con el gobierno federal y con los municipios, con
controles de confianza veraces y con la más amplia participación popular;
4.
Justicia
pronta y expedita; dignificación del poder judicial; implantación de sistemas
de justicia alternativa, cotidiana y comunitaria en municipios y comisarias;
5.
Eliminación
del fuero en faltas administrativas y delitos cometidos por servidores
públicos;
6.
Cero
tolerancia contra la delincuencia común y de alto impacto;
7.
Obra
pública sin moches ni comisiones, licitada a precios justos y verificables y
con efectivos controles de calidad.
Con base en esta posible Coalición de
facto y en el programa mínimo que finalmente se acuerde, se debe convocar a los
candidatos de otros partidos a ser parte de este esfuerzo coalicionista, a cerrar
filas y llamar a la población a votar de facto por un candidato común, que
encabece las legítimas aspiraciones de todas y todos los guerrerenses. Hay que
derrotar al PRI.
Hay que avanzar, aunque haya que
brincarse a las burocracias partidarias, en la integración de un sólido frente
popular que eche abajo la pretensión priista de volver a hacer de Guerrero, el
paraíso de la corrupción, la impunidad, el contubernio con el narcotráfico y el
enriquecimiento ilícito de unos cuantos a costa del erario público y de la
miseria de las mayorías.
Debe ponerse fin al Guerrero de la
marginación y la pobreza, al Guerrero que ocupa los últimos lugares de todo lo
bueno y los primeros de todo lo malo.
Guerrero está en movimiento desde sus
entrañas; urge darle rumbo y sentido a sus aspiraciones de gobierno honesto y
transparente con libertad, justicia, igualdad y prosperidad.
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