JUAN MANUEL MILLÁN |
Empujados
por el sentimiento de emancipación, manumisión, álter ego y libre albedrío, más
de cuatro mil moteros encuentran en la zona Dorada de Acapulco su Proyecto X,
emulando la película llevada a la pantalla grande, comedia escrita por Miguel
Bacall, cuando esa gran fiesta organizada por una tercia de verriondos se sale
de control.
Para
muchos deportes como en el antiguo Tlachco, se necesitó de una pelota; pero,
para montar una moto, los motoqueros necesitan necesariamente dos para sentir
el rigor entre las piernas, esa tenacidad que solo la destreza y voluntad de
Dios puede mantener, sobre todo cuando se juntan estados emocionales que van
más allá de la diversión en la unidad motriz de dos ruedas.
En
el Acamoto 2017, volvió a correr el
alcohol a su máxima expresión, ante un calor por momentos extremadamente
sofocante, principalmente en algunos puntos en donde la concentración de
personas, la mayoría boquiabierta, al ver desfilar raros cuerpos tatuados, travestis,
esculturales jovencitas y uno que otros mamertos, hizo posible seguir el vaivén a un ritmo como el baile de la cinta de Triller, de Michael Jackson o cualquier
otra de zombíes.
Zascandil
sería el término para el motociclista que va de un lado a otros sin ningún
provecho, y mucho menos habría de respetar al recién inaugurado paso peatonal con
la “bandera arcoíris”, que pintó el 17 de mayo la comunidad lésbico gay en
Acapulco, con motivo del Día Mundial en contra de la Homofobia, a la altura del
restaurante del americanista Javier “Piojo” Herrera.
Las
escalinatas a la playa, contiguas al siempre vacío negocio de “El Piojo”, esta vez contaron con 10 letrinas móviles,
siendo la novedad, pues el año pasado se convirtió en gigantesca letrina (para
ambos sexos y diversos), distinto al foco de infección que observó en la bahía
de Acapulco la escritora Manú Dornbierer en tiempos del almirante y alcalde de
Acapulco, Alfonso Argudín Alcaraz.
Pero
también hubo varios motociclistas que más que ruido, ofrecieron un espectáculo
acrobático que desató aplausos entre miles de noctámbulos, entre ellos niños, mujeres y uno que otro ya
entrado en la ancianidad y que logró hacer de la moto y su cuerpo a un solo
ser, como literalmente vieron los aztecas al llegar los españoles montados a
caballo.
Para
los organizadores, se calcula una afluencia de más de 20 mil personas, entre
motociclistas con sus familias, con lo que se arroja una ocupación hotelera de
más del 50 por ciento; sin contar al turismo que visita al puerto para otros
fines.
En
el Acamoto 2017 deambulan al menos 30 personas recogiendo latas vacías de
cerveza y refresco para su venta por kilo y otra treintena más de acapulqueños
con la venta de frituras y cigarros a granel;
mientras que la vendimia mayor, como semifijos en las banquetas de la
Costera, se incrementó en un cien por ciento, con respecto al año pasado,
estando en manos de fuereños, principalmente del barrio de Tepito, la venta de
distintivos, ropa, gorras, chamarras, cascos, guantes, pulseras y collares.
Si bien no es posible ver
circulando por la avenida Costera a la famosa ECOSSE SPIRIT ES1 que
tiene un costo de $3,690,000 millones de dólares, como
74 millones de pesos, según el tipo de cambio, en la que su velocidad
proviene de su diseño aerodinámico y ultra ligero, además de su potente motor.
Pesa alrededor de 265 libras, y se puede ir a unas 370 km/h.
O por lo menos la MV AGUSTA F4CC, que tiene un costo de $120,000
dólares, algo así como 2, 400 millones de pesos; que cuenta con un
motor de 1078cc lo suficientemente competentes para producir 203PS de potencia
y permitir a esta moto alcanzar una velocidad máxima de 315 km/h (196 mph).
Si es posible ver las
famosas Harley-Davidson, provenientes de las armadoras de Chicago, que pasan de
más de un millón de pesos, hasta la sencilla Italika proveniente de la armadora
de Toluca y que vende la tienda Elektra, entre otras tiendas, en 14 mil pesos y
en pagos.
Hasta el mediodía de este
sábado 20 de mayo, se han registrado un muerto y 23 lesionados, todos ellos relacionados
con el Acamoto 2017, lo que ha provocado un fuerte debate en redes sociales, en
donde la principal crítica, es la basura que dejan los motociclistas. Y la
principal defensa, es la derrama económica que deja esa tipo de afluencias de
visitantes, en un destino turístico al que tiene varios años que le cancelaron
los llamados spring breakers y no se
logró amarrar la temporada de cruceros, ante la ola de inseguridad que azota al
puerto.
En tanto que un tipo, sin
camisa, que al parecer no es motociclista, de un corte de pelo similar al
personaje caracterizado por Héctor Suarez, conocido como “El Flanagan”, consume-_al
parecer_ una bachita de mariguana, ante la mirada atónica de uno de los
transeúntes que les llegó el clásico olor a petate quemado, como lo ilustra la
gráfica; otro joven, cuyo video circula en redes sociales, saca un arma de
fuego y tira balazos al aire, sin que los presentes se atemoricen, ni mucho
menos atrajo a las autoridades de los tres órdenes de gobierno que vigilan el
evento.
Así transcurre la segunda
noche de exhibición, en la que, para hoy, además se ofrece la rifa de 3 motos
en la playa “Tamarindos”, música, playeras mojadas y “sexo, motos, cerveza,
desmadre”, como dice una playera impresa en la venta de los tepiteños
semifijos.
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