Luego
de que el pasado 1 de julio el Partido Revolucionario Institucional (PRI)
sufriera la peor de sus derrotas en la historia, algunas voces se han
pronunciado en refundarlo y dar la batalla como oposición seria y real en el
Congreso de la Unión y en los Congresos Estatales para recobrar la confianza de
los electores.
Si perdieron fue por los excesos que
cometieron durante el sexenio de Enrique Peña Nieto y por quedarse callados
ante la robadera que cometieron algunos de sus gobernadores. Y eso no lo
aguantó el pueblo.
Las
consecuencias ahí están. No solamente fueron sacados de Los Pinos, sino que perdieron el control en las Cámaras de
Diputados y Senadores. Tampoco ganaron Gubernaturas en disputa ni los Congresos
Estatales.
Los ciudadanos sin partido salieron
como nunca a votar y expresaron su hartazgo hacia el PRI votando a favor de
Andrés Manuel López Obrador y por varios desconocidos de Morena que no hicieron
campaña.
Hubo
priistas que votaron por López Obrador y no por José Antonio Meade. Lo mismo
pasó en el PRD y en el PAN.
¿Y por
qué se dio ese fenómeno? Es muy fácil de explicar. Las cúpulas de los partidos
–excepto Morena– hicieron a un lado a sus militantes, avalaron impuestos en
perjuicio de las mayorías y privilegiaron más los acuerdos en lo oscurito con
Peña Nieto.
En el caso del PRI, a los militantes
les impusieron como candidato a la Presidencia de la República a un externo y
un tecnócratasin carisma.
En política
los errores se pagan muy caro.
Y así
como las victorias no son eternas, las
derrotas tampoco.
Hoy le toca gobernar a López Obrador y
a sus aliados. Con aciertos y desaciertos. Con el hígado y descalificaciones.
Si el
PRI se organiza y logra la unidad en los estados puede retener en tres años Gubernaturas
y alcaldías. Y recuperar diputaciones federales.
Para tener un partido competitivo se
requieren buenos líderes, dirigentes confiables en los municipios y una
militancia que no sea llamada y escuchada solamente en tiempos electorales.
En
Guerrero, por ejemplo, el PRI tiene la Gubernatura, gobierna en varios
municipios y tiene presencia en el Congreso local.
No todo
está perdido para los priistas. Como oposición podrán criticar aquellos
programas del gobierno federal que no se apliquen correctamente y denunciar a
los funcionarios que incurran en prácticas ilegales, sin descuidar sus
bastiones.
Morena ya es gobierno y, por lo tanto,
vulnerable. Lo estamos viendo con algunas decisiones incongruentes que está realizando el presidente López
Obrador. Y no se diga de los legisladores y senadores, quienes se niegan a
perder privilegios (altos salarios, jugosas dietas y gastos de representación,
y aguinaldos de 230 mil pesos exentos de impuestos).
El gran problema de Morena fue haber
prometido mucho, como por ejemplo, echar abajo los gasolinazos, regresar a los militares a sus cuarteles, castigar a
miembros de la “mafia del poder” que hayan incurrido en actos de corrupción y
hacer a un lado a los empresarios rapaces.
He
escuchado varias veces a algunos diputados federales y senadores del PRI cuando
aseguran que serán oposición responsable, sin embargo, la mayoría de ellos
hacen otra cosa, ya que están acostumbrados al poder y no ser opositores.
Si la cúpula del PRI no cambia, otros
partidos serán los que le hagan contrapeso a Morena.
EL RETO DE ALBARRÁN.-Al que
le espera un gran trabajo es al ex senador y ex alcalde de Iguala, Esteban Albarrán Mendoza, quien almediodía
de este sábado rendirá protesta como presidente del Comité Directivo Estatal
del PRI.
Originario
de Iguala y comunicólogo de profesión, Albarrán Mendoza será arropado por la
clase política del priismo guerrerense como su dirigente.
Hay quienes
lo vinculan al grupo político del ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer. Lo cierto es que logró el consenso de todos
los grupos y sectores del tricolor, ya que ha sido siempre institucional y leal
a su militancia.
Veremos
si es capaz de organizar a los priistas rumbo al 2021, año en que se decidirá
al sucesor de Héctor Astudillo Flores
en la Gubernatura.
La elección de 2021 será una elección
muy reñida, siendo Morena el enemigo a vencer.
Esteban
Albarrán ya no tendrá que manejarse con perfil bajo. De ahora en adelante
tendrá que responder a los ataques de la oposición. Claro, tendrá que actuar
con inteligencia y contundencia.
Ojalá se rodee de asesores con
experiencia en el terreno electoral y en el manejo de crisis.
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