MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN |
En memoria de Sonia Salomé
Copca
El encierro es cabrón.
Como que te ausenta de la realidad, ésta que te abofetea cuando irrumpe
insultante y trágica, cualquier día que rumias en sui generis jardines de tu
claustro familiar.
Anoche estaba en el
recuento del acontecer nacional, de la marcha de automovilistas que, el sábado
último, demandaron la renuncia del inquilino de Palacio y la primera reacción
de éste en Palenque, elemental con la ironía churrigueresca del “no coman
ansias”, luego atemperada desde Quintana Roo con la referencia de la libertad
que cada quien tiene en México para expresar inconformidad y criticar y
cuestionar.
Anoche, el tema de
entresemana se tejía en la retrospectiva de la postura del licenciado López
Obrador desde el poder, ese desprecio por quienes piensan diferente a él, a
quienes llama pirrurris y conservadores, fifís y golpistas y etcétera.
Anoche hilaba el nivel de
corrupción en el que galopa la impunidad de quienes acompañan al
señorpresidente en busca del Vellocino de Oro, pero en el camino se hacen de
recursos propios en la praxis de la corrupción arropada con el manto de la
honestidad valiente, como estos servidores de la nación o los que cobran moches
en la distribución de dineros en el programa Sembrando Vida.
Y, te comento, me
preguntaba qué ha ocurrido con los funcionarios de la Sader que compraron
semilla dizque mejorada a precios inflados el año pasado. Una burda maquinación
en la que, sin querer queriendo, embaucaron al licenciadopresidente en una
gira, en febrero de 2019, por los rumbos de Huetamo, Michoacán, y avaló la
compra de esa semilla que resultó con gorgojo y echada a perder.
Sí, el encierro es cabrón.
Y espero no se santigüen las buenas conciencias por un adjetivo que es parte
nuestra. No os hagáis que ya lo sois. Y disculpen mis diez lectores, pero en
estos días de encierro es inevitable hablar del gremio, de los periodistas,
reporteros, infantería…
Y es que, este encierro
tiene sus bemoles consecuencia de una pandemia que ha generado mil conjeturas
respecto de su origen y a medio mundo lo ha hecho experto en todo tipo de
brebajes para “domar” al Covid-19; no te rías, por favor, sabes que ésta es una
de esas gracejadas que suelen salir del salón de la Tesorería en Palacio
Nacional.
Pero, mira, esta pandemia
nos ha recordado que finalmente somos creaturas imperfectas y vulnerables,
sentimentales, cursis ¿a poco no moqueas en solitario con una melodía que te
recuerda a los amigos, a la banda de adolescentes y jóvenes que corrían de
fiesta en fiesta irreverentes y despreocupados cuando la vida se comía a puños?
Anoche urdía cómo hilar la
entrega de entresemana, cuando la llamada me recordó precisamente cuánto tiempo
nos hemos dejado de ver los amigos, lo cuates, la banda, la fuente como nos
asumimos grupalmente los reporteros, la infantería.
Sonia Salomé Copca era una
joven reportera de carácter reservado pero siempre amable y con una palabra
positiva de solidaridad entre colegas. Sonia se adelantó a la conferencia de
prensa a la que todos los reporteros estamos llamados a acudir sin reticencias.
Dejé de verla hace tiempo
cuando dejó sus tareas en una página digital. Blanca Santos Villegas, amiga
compañera de la fuente de la Cámara de Diputados, me informó del deceso de
Sonia Salomé Copca. Sentido deceso, doloroso por la cercanía de amistad y parte
de esta enorme familia de reporteros y periodistas o periodistas y reporteros.
¿Cuántos nos hemos
reencontrado en estos días del encierro obligado por la pandemia? Muchos hemos
coincidido en las redes sociales, otros, bien los sabes, nos hemos encontrado
paseando el índice por la pantalla del celular y nos percatamos que ahí está el
nombre de quien hace meses y quizá años, no hemos visto ni cruzado palabra.
Y te haces la pregunta
inevitable: ¿estará vivo?, ¿seguirá viva? Y no son familiares lejanos ni
compadres próximos. No, son colegas cuyos nombres comenzaron a desdibujarse
víctimas del desempleo que los llevó a sitios que les dieran la posibilidad del
sustento familiar.
Este cabrón encierro te
sorprende con la mirada puesta en ningún sitio cuando recuerdas al amigo, al
compañero de trabajo, de la fuente, de la redacción, que murió a consecuencia
del maldito Covid-19.
No, no me digas que esto
es cursi, que está como para guion de telenovela, o mamotreto de Corín Tellado.
No te escondas atrás de la
sonrisa de quien es inmune a las tragedias, porque son verdaderas tragedias
cuando un reportero, un periodista muere, sea cual sea la causa de su deceso,
porque se trata de un ser humano especial, integrante de una raza que no nace
todos los días pero sí se extingue de poco a poquito y no deja huella, porque
la memoria flaca los arrumba en el olvido y pocos tienen el honor de estar en
eso que llaman efeméride.
La mazorca de una
generación se desgrana, por elemental cobro de la factura del tiempo; otra en
el desempeño del oficio, contagiados de este mal que muchos consideran
artificio mas la mayoría sabe que es un bicho que mata.
Por eso, por eso, esta
familia de la prensa, unos en el encierro y otros en la arena de la batalla
informativa es perseguida y ninguneada, insultada y descalificada con adjetivos
de tabla rasa que son mentís a este personaje que en procedimiento personalista
e irresponsable va en pos del reconocimiento popular sin importar el ejemplo
que da a millones de mexicanos con el desprecio por las medidas de seguridad
sanitaria.
Qué fue de los colegas
infectados en las conferencias en Palacio. Por lo menos no se sabe que alguno
de ellos haya fallecido, y esa es buena noticia. Pero, ¿cuántas vidas vale la
conferencia de prensa que ha devenido en homilía y clases de historia patria y
púlpito para insultar y estigmatizar al que piensa diferente?
Este cabrón encierro que
te trae recuerdos de la reporteada en casos que pasaron de la página policiaca
a la primera plana de los diarios y en las principales de noticiarios
radiofónicos y televisivos, en la cobertura de los sismos de 1985, en la
erupción de El Chichonal en Chiapas, en…
¿Alguien ha alzado la voz
por los colegas que están en huelga en Notimex y que han sido despreciados por
el señorpresidente que cobija con impunidad a la directora Sanjuana Martínez?
¿Cuándo hablaste con tus
colegas con los que no convives hace tiempo? Quise tratar un tema político,
pero la muerte de una colega me anudó la garganta y la película de los amigos
periodistas y cecehacheros me cruzó por la mente. Recordé a David Tarango
Buchacras, a Daniel Benítez Gordillo, a Alejandro Cedillo Cano, a mi amada Yaz,
a...
Este cabrón encierro ¿a
quién te trae de recuerdo? Digo.
@sanchezlimon
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