La selección sexual ha
convertido a muchas especies de mosquito Anopheles en transmisores de la
enfermedad, según un estudio genético. Una hormona en el esperma hace más
vulnerables a las hembras y facilita el trabajo al parásito.
Una pareja de mosquitos
Anophles apareándose. El macho, a la izquierda - Foto Sam Cotton
Los caminos de la
evolución son inescrutables y a veces un pequeño detalle, como la forma en que
los mosquitos compiten por reproducirse, puede tener consecuencias de gran
alcance en la salud humana. El equipo de Sara Mitchell acaba de hacer un
descubrimiento realmente sorprendente: la selección sexual en la principal
especie de mosquito transmisor de la malaria (Anopheles gambiae) podría
explicar por qué la enfermedad se transmite a millones de personas y se ha
convertido en una lacra para la humanidad.
El semen del mosquito
aumenta la producción de huevos pero debilita el sistema inmune de la hembra.
Lo que han visto los
investigadores, y se publica este jueves en la revista Science, es que el macho
transmite durante la cópula un cóctel de químicos en el que se incluye una
hormona, llamada 20E, que aumenta la producción de huevos pero también debilita
el sistema inmune de la hembra. Esto significa que el parásito plasmodium (el
responsable último de la enfermedad) tiene el camino allanado para infectar a
las hembras y de ahí llegar a los humanos.De este modo, la selección sexual ha
conducido a un mecanismo por el cual determinadas especies de Anopheles
aumentan sus posibilidades de reproducción (más huevos) pero también las
posibilidades de transmitir la enfermedad. Estas formas de competición por
reproducirse están presentes en la mayoría de las especies de fertilización
interna. En un artículo complementario en Science, Suzanne Alonzo cita el caso de las chinches
macho que pinchan el vientre de las hembras para reproducirse, lo que aumenta
las posibilidades de infección pero al tiempo transmiten una serie de
compuestos que aumenta el número de huevos que pondrá durante su vida.
Esta selección sexual se
da en muchas otras especies y es la base de muchos cambios evolutivos.
El trabajo de Sara
Mitchell se ha basado en el análisis del genoma de 16 especies de Anopheles,
pero solo ha demostrado la existencia de esta hormona 20E en la principal
especie transmisora de la enfermedad, por lo que habrá que extender la
investigación a las otras. El mecanismo explica por qué los mosquitos de África
y La India (donde las tasas de transmisión de malaria son mayores) han
desarrollado sistemas de apareamiento más complejos mientras que los de
Sudamérica no.
Uno de los aspectos más
interesantes del descubrimiento es que nos permite conocer mejor qué especies
transmiten la enfermedad, analizando determinados biomarcadores, y abre la
posibilidad de usar esta información
para diseñar estrategias contra la malaria. Si sabemos que la vida sexual de
los mosquitos les ha hecho más propensos a pasar el parásito de unos a otros,
tal vez se nos ocurra la manera de cambiar eso o intentar minimizar el impacto.
Referencia: Evolution of sexual
traits influencing vectorial capacity in anopheline mosquitoes (Science)
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