jueves, 23 de julio de 2015

HOMENAJE A UN POETA A mi amigo Manuel S. Leyva Por Miguelángel Lépez Vela


EL POETA MANUEL SALVADOR LEYVA MARTINEZ
Siempre que escribo de temas poéticos me acuerdo de mi amigo el Almirante Argudín, que me decía: “No escribas de poesía, la poesía no sirve para nada; escribe de lo que sabes, de la ciudad y sus problemas” y lo siento que está atrás de mí, inclinándose a ver qué escribo. Así que Almirante, empezamos. Trataré de demostrar que la poesía es un problema urbano, porque los poetas caminan por las calles del puerto y es cuando descubrimos que son dos personas en una, es como si fueran hermanos. Platican entre ellos, buscan solucionar problemas comunes, para ello desnudan su alma, hay cosas que no se atreven a decir en voz alta y es cuando buscan un rincón y escriben poemas, pensamientos, palabras que van descubriendo  adheridas en las banquetas, en los muros de caliche, en las hojas de los árboles, en las pérgolas que salen de las casas. Así llegan a un bar y empieza la interacción con los poetas urbanos, los guerreros invencibles de las mentiras gubernamentales, tratan de que descubran en la poesía un mundo lleno de matices y, a la vez, ellos mostraran un mundo lleno de amor a través de sus ojos. En este diario ejercicio de dialéctica nos convertimos todos en aprendices de poetas y hacedores de palabras cristalinas que caen al piso, rebotan, crean sonidos, salen por las rendijas de la puerta recorren las banquetas, se adhieren a los muros de caliche y las hojas de los árboles a las pérgolas de las casas y otra vez empieza un nuevo ciclo de poetas y aprendices de palabras.
Caminamos por la vida, registrando con el alma cada risa, cada lágrima, amores o desengaños, así marchan los poetas, trémulos y esperanzados queriendo cambiar al mundo aunque los tilden de extraños.
Ansían tocar estrellas y también jalar la luna, hacen del amor un sueño o sueñan con el amor, observan los movimientos, del cosmos, a cada instante y con palabras transforman a la roca en una flor.
Logran que sus sentidos se mantengan bien atentos, vuela su inspiración con la brisa o con el viento. Transitan mágicamente descubriendo los colores para pintar arco iris con sus locos pensamientos.
Surcan mares increíbles o al cielo vuelan sin alas, bohemios y aventureros, no ángeles o demonios, mantienen intacto el fuego, de lánguidas emociones cabalgan tras de imposibles en trémulos unicornios.
Cuelgan de su corazón collares con esmeraldas para atenuar el dolor con incandescentes destellos, aplacan las mustias rosas, del olvido y la traición, volcando en cada poema los sentimientos más bellos.
Hacen de las letras un culto, de la poesía un altar, endulzan los sinsabores con las exquisitas mieles, suspiran estremecidos en la noche o alborada y son, del amor eterno, sus admiradores más fieles.
Los poetas están allí, cuajados de fantasías y siempre habrán de escribir porque ese es su destino bucearán aguas profundas hasta hallar las blancas perlas para hacerte una poesía que alfombrará tu camino.
Por eso Manuel S. Leyva esta semana que será de homenaje a un ilustre guerrerense en donde vienen de todas partes del mundo a decirte lo mucho que nos hemos deleitado con tu plática, tus consejos, tus palabras. Lo mucho que hemos disfrutado de tus poemas, muchos de ellos convertidos en canción y se cumplirá otro ciclo y nosotros, los aprendices de la palabra seguiremos recorriendo senderos, subiendo montañas, cruzando lagos, navegando mares. Gracias Manuel, dejas una huella en el mar, en el cielo, en la tierra y en el alma de los que te amamos.

Colaboración para el Sol de Acapulco

 24 de julio de 2015

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