domingo, 26 de julio de 2015

MÉDULA/ Ortega, desesperación sustentada // Por Jesús Lépez Ochoa

JESÚS LÉPEZ OCHOA
El gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega Martínez tendrá mucho de qué escribir si regresa como profesor investigador en Ciencia Política. Descubrió que nadar con tiburones no es recomendable si no tienes colmillos y que en la real politik no existen lindos gatitos, sino leones rapados.
Ortega acusó recientemente ante los senadores que el secretario de Hacienda Luis Videgaray no ha cumplido con no cobrar intereses y reintegrarle un anticipo de participaciones que acordó con él, para cubrir 19 mil plazas de maestro no contempladas por la federación, y en consecuencia, existe un boquete financiero que lo lleva a declarar en quiebra al estado o pedir que se adelante la toma de posesión del gobernador electo, Héctor Astudillo Flores.
Giovanni Sartori dice que para analizar la política se debe tomar en cuenta el “deber ser” y el “ser”. Unos 400 años antes, Nicolás Maquiavelo escribió que “pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”. De tal suerte que entre ambos politólogos florentinos nos indican tres perspectivas para el análisis político: lo que debe ser, lo que aparenta ser y lo que realmente es.
El “deber ser” es una dimensión normativa. Es decir, tiene sustento en el conjunto de reglas establecidas para el juego político. En este caso, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que tipifica a México como una república federal y toda una serie de leyes que indican cómo serán las relaciones entre el gobierno central, los estados y los municipios, entre éstas, las que tienen que ver con el presupuesto y su aplicación.
De acuerdo con éstas, la federación entrega a los estados las participaciones que les corresponden y éstos las aplican en aquello a lo que están destinados los recursos correspondientes. También pueden los gobiernos estatales pedir anticipos, como ocurrió.
En esta dimensión van implícitas también reglas éticas y morales no escritas que regulan las relaciones entre las personas, como el cumplimiento de la palabra que en este caso Videgaray, si es cierto lo dicho por el gobernador, debe honrar.
Aunque no resulta lógico que le prometan darle dos veces un mismo dinero –el que le fue anticipado- ¡Y que Ortega así lo crea!
Lo que “aparenta ser” lo dicho por el mandatario estatal, es un trato que compromete un doble pago de participaciones federales a su gobierno. Si ya le adelantaron el dinero ¿cómo está eso de que se lo van a reintegrar? ¿De dónde si el presupuesto es un recurso finito?
Esa suerte de “préstamo” a cuenta de participaciones para solucionar una parte del conflicto magisterial no “aparenta” encajar en “en lo que debe ser”. La intervención del gobernador de Guerrero en la Segunda Mesa de Diálogo Sobre la Reforma Educativa fue una confesión de parte.
Ante un “boquete” financiero a uno de los estados más pobres del país no basta con tirar la toalla y retirarse a la vida académica con la satisfacción de haber pasado de la teoría a la práctica como si una gubernatura fuese una pasantía en Ciencia Política. Hay responsabilidades, y en este caso no serán del secretario de Hacienda, sino del mismo Rogelio Ortega como gobernador del estado.
Su petición de adelantar el cambio de poderes en Guerrero no tiene sustento. Su desesperación, sí.

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