MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN |
Cuando en aquellos días en que Emilio Gamboa Patrón coordinaba, en la LX
Legislatura, a los diputados federales priistas y Beatriz Paredes Rangel
presidía al CEN del PRI, haber publicado que en la oficina del yucateco se
cocinaban candidaturas, provocó malestar en la tlaxcalteca.
Y es que en estos asuntos las decisiones son piramidales. El poder no se
comparte, reza la máxima. Sin embargo, no es necesariamente una lección que los
prohombres de las ligas mayores atiendan a pie juntillas; cacicazgos o estancos
de poder siempre irán en busca de influir en las nominaciones, nombramientos,
designaciones.
El poder se fortalece y en ese tenor no hay juramentos eternos ni
hermandades indisolubles, mucho menos pactos de sangre infinitos.
Veamos. Le contaba hace unos días acerca de las urgencias
político-electorales en Durango, donde las diferencias entre el gobernador
Jorge Herrera Caldera y su antecesor Ismael Hernández Deras amagaban con
complicar severamente la nominación del candidato del PRI al gobierno estatal
y, por ende, poner nuevamente en riesgo la hegemonía priista duranguense, desde
que el PRI era PNR.
Y es que, mientras Herrera Caldera había tomado la decisión de impulsar
a la nominación priista al presidente municipal de Durango, Esteban Villegas
Villarreal, Hernández Deras tenía a su favorita para la candidatura, su compañera
de escaño, la senadora Juana Leticia Herrera Ale.
Al final se impuso la negociación operada por Manlio Fabio Beltrones
Rivera, dirigente nacional del PRI, mediante un pacto de unidad firmado el
pasado 27 de noviembre por Héctor Arreola, Óscar García, Juana Leticia Herrera
Ale, Ricardo Fidel Pacheco y Esteban Villegas Villarreal, a la sazón alcalde de
la capital del estado y ex dirigente estatal del PRI.
Pros y contras, debilidades y fortalezas del gobernador y el ex
gobernador privaron en esta negociación que devino en una solución salomónica,
si usted quiere de dispar calibre pero al final salomónica porque Villegas
Villarreal fue nominado candidato de unidad del PRI al gobierno estatal, en
tanto Herrera Ale a la presidencia municipal de Gómez Palacio.
Empero, Villegas Villarreal tiene enfrente una campaña harto complicada.
No será un día de campo contender con José Rosas Aispuro Torres,
legislador panista vicepresidente del Senado de la República, prácticamente
candidato del PAN al gobierno duranguense con amplias posibilidades de contar
con el apoyo del Partido Nueva Alianza y, sin duda, con el del Partido de la
Revolución Democrática, instituto que pese a no tener una presencia arrolladora
en la entidad, tiene su nicho de votantes. Y un voto hace la diferencia en una
elección.
De hecho Rosas Aispuro va por la revancha. Hace cinco años contendió
frente a Herrera Caldera; versiones de fuentes confiables afirman le fue robada
la elección; hubo quienes trasladaron urnas quemadas y enterraron boletas que
daban el triunfo a Rosas Aispuro.
Por eso, el imperativo del alto mando priista de limar asperezas y
firmar un pacto de unidad para desactivar los desencuentros entre las
corrientes encabezadas por Herrera Caldera y Hernández Deras, que ponían en
riesgo mayor de perder la contiende frente a una eventual alianza PAN-Nueva
Alianza-PRD. Sin embargo, el tricolor no puede adelantar vísperas.
Sin embargo, esta fórmula habrá de aplicarse en el resto de las once
entidades en las que habrá elección de gobernador, porque la cantidad de
aspirantes apenas es del tamaño de los intereses de grupo. Sin unidad y ante
las alianzas PAN-PRD, el PRI no tiene franco el camino en las urnas, menos con
famas públicas de gobernadores que han hecho todo lo posible por desmadrar al priismo
y al propio gobierno de Enrique Peña Nieto. Veracruz, no hay duda, es el mejor
ejemplo con un gobernador digno de una edición especial de Ripley.
Además, en temas de nominaciones, cuando más de dos manos las impulsan
en el juego de intereses de grupo, la carrera se complica y al final nadie
asume las derrotas que siempre son huérfanas.
De ahí la importancia de que, en Chihuahua, Manlio Fabio Beltrones
aplique la misma fórmula que en Durango, porque el gobernador César Duarte
Jáquez estaría en la condición de ser objeto de fuego amigo, mediante un juego
en el que las senadoras Lilia Merodio Reza y Graciela Ortiz tuvieran el
respaldo de Emilio Gamboa Patrón para contender por la candidatura del PRI al
gobierno estatal.
Cuestión del déja vú. Bajo la coordinación legislativa de Emilio
estuvieron los entonces diputados federales Lilia Merodio Reza y César Duarte
Jáquez, quien lleva mano en la decisión de inclinar la balanza por quien
mejores posibilidades tengan de ganar los comicios de junio del año entrante.
¿Será que Emilio Gamboa pretende influir en la nominación de las
senadoras por encima de la negociación que impulse Manlio Fabio Beltrones y sin
opinión de Duarte?
Porque, el apoyo que Lilia Merodio recibió en los meses recientes en su
bancada para figurar mediáticamente no es cosa menor, como el hecho de que haya
aparecido en televisión en horario triple A, a nivel nacional y durante 30
segundos con su intervención en la tribuna senatorial en la que propuso
reformas a la Ley para Personas con Discapacidad.
Y, bueno, la entrevista con Joaquín López Dóriga el jueves de la semana
pasada, en el estudio de Radio Fórmula, no es algo que se logre por generación
espontánea y menos para destaparse como aspirante al gobierno de Chihuahua. Eso
cuesta. Y mucho. ¿Quién tiene el poder suficiente para negociar una entrevista
de esa naturaleza y el tiempo aire en tele en horario triple A?
Luego, la estrategia de Merodio de cuestionar al gobierno de Duarte. En
noviembre último aludió a la deuda carretera en Chihuahua, pero dijo que antes
de pedir la destitución del delegado de la SCT,
debía investigarse qué ocurre con las carreteras estatales,
particularmente en mantenimiento “ante la suspensión de tramos en construcción
y el peligroso deterioro en vías ya existentes”, porque, adujo, “existen fondos
estatales para mantenimiento de carreteras y no toda la responsabilidad es
federal”.
Y fue directa: los entes encargados son la Auditoría Superior del
Estado, la propia Contraloría, la Secretaria de Hacienda del Estado y la Secretaria
de Obras Públicas, “existen en el estado tramos Estatales y Federales y donde
no se ve que haya mantenimiento es en los estatales”.
Y qué de la senadora Graciela Ortiz. Bueno, ya con licencia y en plena
campaña por la nominación, de plano el lunes último decidió jugar su juego.
Sabedora de que no está en el ánimo del gobernador, pero sí en el de Gamboa
Patrón y que cuenta con un equipo que la apoya, se reunió con quienes
simpatizan con su proyecto de ser gobernadora y determinó privilegiar la unidad
y alejarse de complicaciones.
¿Qué opina el gobernador Duarte? Bueno, sin duda tiene su preferencia y
ha optado por no declarar. El problema es que, si se tarda un poco, le crecen
los enanos y entonces Manlio entrará en la escena con la Operación Unidad. ¿Y
Emilio? Conste.
MIÉRCOLES. Por cierto, en Tamaulipas no deben confiarse demasiado. El ex
coordinador de giras presidenciales, Luis Alejandro Guevara Cobos, está en un
tris de solicitar licencia como diputado federal del PRI para ir en busca de la
candidatura al gobierno tamaulipeco. Cuentan que su ex jefe y hoy compañero de
bancada, amén de aspirante al gobierno de Sinaloa, David López, le dio el
respaldo que lleva aparejado el visto bueno presidencial. Otro caso para
Manlio. Digo.
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Vanguardia Digital
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