lunes, 28 de enero de 2019

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias El gran error de subestimar



Uno de los grandes errores que se cometen en la vida es subestimar a alguien. Lo mismo ocurre en política, pues hay quienes minimizan al adversario y a su organización.
Primeramente es necesario señalar que subestimación es un término que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE), pero que suele utilizarse con relación a subestimar. Este verbo refiere a estimar a alguien o algo por debajo de su valor.
Por lo tanto, el término subestimar será siempre utilizado con un sentido negativo.
Durante las campañas electorales hemos sido testigos que algunos candidatos incurren en exceso de triunfalismo y minimizan al adversario, olvidando que en política no hay enemigo pequeño.
Ahí está la historia bíblica de David y Goliat, que nos recuerda la victoria del pequeño frente al grande, del indefenso frente al poderoso.
David ganó gracias a la estrategia que aplicó, el cual consistió en no acercarse a pelear cuerpo a cuerpo frente al “gran” Goliat. El “pequeño” David aprovechó el exceso de confianza de su oponente utilizando una honda hasta derribarlo.
Ni la armadura ni la lanza le sirvieron a Goliat para defenderse de quien antes del combate subestimó en demasía.
Para el periodista y psicólogo canadiense, MalcomGladwell, autor de “La clave del éxito” (edit. Taurus, 2007), “la fortaleza es sólo una apariencia” y no porque una persona sea grande y fuerte significa que puede hacer lo que quiera. ¡Zas!
Y vaya que las apariencias engañan.
Otro gran ejemplo que la historia registra acerca de la derrota de un “grande”, es la guerra que se llevó a cabo entre 1964 y 1973 en Vietnam.
El gobierno yanqui envió a 2.5 millones efectivos de su ejército para impedir la reunificación de Vietnam bajo un gobierno socialista o comunista.
Fue la guerra más costosa y divisiva para USA; una guerra que lo marcó para siempre, ya que registró 58 mil 159 bajas y más de mil 700 desaparecidos; una derrota moral y política para el ejército más poderoso del mundo. Y todo por subestimar a los comunistas vietnamitas.
También tenemos ejemplos más recientes en el plano internacional.
La demócrata Hillary Clinton subestimó al republicano Donald Trump en las elecciones norteamericanas de noviembre de 2016. La ex secretaria de Estado del gobierno de Barak Obama y cónyuge del expresidente Bill Clinton tenía menos negativos, pero se confió. Mientras que el empresario utilizó una mejor estrategia para llegar a la Casa Blanca. Y así fue. No ganó los votos del “pueblo”. Ganó en el Colegio Electoral (278 delegados contra 218 que se adjudicó Clinton).
Y en el plano local tenemos varios ejemplos.
En el pasado proceso electoral de Ayuntamientos, Beatriz Vélez Núñez y Ricardo Taja Ramírez, candidatos del PRI en Chilpancingo y Acapulco, respectivamente, se ensoberbecieron y minimizaron a sus oponentes.
Creyeron que tenían una “súper estructura” para arrasar en las urnas. ¡Y sorpresa! En la capital del estado de Guerrero ganó el candidato de la alianza PAN-PRD-MC, Antonio Gaspar Beltrán, y en Acapulco se alzó con el triunfo la candidata que las encuestas ubicaban en el tercer lugar: Adela Román Ocampo, de Morena.
Para las elecciones de 2021 tampoco se debe subestimar a nadie, porque puede dar la sorpresa el que menos ruido haga.Aunque, claro,el trabajo político con las bases cuenta mucho para llegar bien posicionado en la disputa por el poder estatal.
Hay quienes ya se sienten con medio cuerpo en el Palacio de Gobierno. Los de Morena, por ejemplo, andan muy alzados y creen que repetirán los resultados del pasado 1 de julio. Olvidan que no hay enemigo pequeño y que si ahora gobiernan al país fue gracias a la campaña de 18 años que realizó Andrés Manuel López Obrador.
También sería un error garrafal demeritar la fuerza política del PRD. Tal vez en este momento no tenga posibilidades de ganar por su propia cuenta la Gubernatura, pero tiene estructura y gobierna la mayoría de los municipios de la entidad. Y en una elección lo que cuentan son los votos.
Si el PRI quiere retener la Gubernatura y recuperar las presidencias municipales y distritos electorales que perdió el año pasado, tendrá que unificarse y no excluir a ninguno de sus cuadros y militantes. Y en este momento tiene a dos prospectos visibles.
Mario Moreno Arcos, por ejemplo, ya fue dos veces alcalde de Chilpancingo, dos veces diputado federal, diputado local y actualmente uno de los más eficientes funcionarios del gobierno que encabeza Héctor Astudillo Flores.
Manuel Añorve Baños, es otro que aspira gobernar a la entidad y es de los pocos priistas que lograron ganar un espacio en el Senado de la República. Ya fue dos veces alcalde de Acapulco, ex precandidato al gobierno estatal en 1999 y candidato al mismo puesto en 2011.
Muy seguramente se irán anotando otros prospectos.
Por otra parte, los partidos políticos cometerían un grave error subestimar a Javier Saldaña Almazán, quien en los últimos cinco años ha mejorado la imagen de la Universidad Autónoma de Guerrero.
Luego entonces, subestimar no es la vía correcta.

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