Antes de ocupar una curul
en la LXII Legislatura local, los ahora diputados de Morena gritaban a los
cuatro vientos que eran la “esperanza” de Guerrero y prometieron conducirse
siempre con transparencia y honestidad.
Lamentablemente, la
bancada morenista ha demostrado ser
insensible a las demandas más sentidas del pueblo. Antonio Helguera Jiménez –su coordinador–, por ejemplo, ha
demostrado su desprecio al sector campesino y hacia las encargadas de estancias
infantiles y madres de familia.
Además
de carecer de liderazgo y honestidad, Helguera Jiménez es pésimo en el debate
parlamentario. Y la Presidencia de la Junta de Coordinación Política (Jucopo)
le quedó grande.
Los coordinadores
parlamentarios del PRI y el PRD, Héctor
Apreza Patrón y Celestino Cesáreo Guzmán,
lo han evidenciado como un enemigo de la
transparencia y por su nulo liderazgo.
Y eso no es todo. A
Antonio Helguera lo han acusado de arrodillarse ante grupos beligerantes, como
es el caso de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (Ceteg),
a cuyos dirigentes les ha permitido hacer uso de la tribuna para exponer sus
inconformidades.
Se entiende que el
coordinador parlamentario de Morena y presidente de la Jucopo en el Congreso
local simpatice y sea complaciente con grupos subversivos y/o beligerantes, ya
que en los años 70s Pedro Helguera
Jiménez –su hermano– fue miembro de la Juventud Comunista (JC) y de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), que comandaba Carmelo Cortés Castro.
En
1975, Pedro Helguera participó en un asalto a la sucursal ‘La Selva’ del Banco
Nacional de México, en Cuernavaca, Morelos. Dos años más tarde, el 15 de
diciembre de 1977, junto con otros tres cómplices fueron sentenciados a 36 años
de prisión
El entonces titular de la
Procuraduría General de Justicia del Estado de Morelos, Armando Sánchez Rosales, informó que los cuatro reclusos “son
simples delincuentes comunes, que quieren hacerse pasar por presos políticos”,
y aclaró que la sentencia de 36 años de prisión fue por los delitos de robo,
homicidio, lesiones, resistencia de particulares y asociación delictuosa; “delitos
que fueron cometidos durante el asalto a la sucursal “La Selva” del Banco
Nacional de México, en Cuernavaca, en los primeros días de agosto de 1975”. (Proceso, 6 de septiembre de 1980).
Por cierto, en un
documento de la Dirección Federal de Seguridad –dependiente de la Secretaría de
Gobernación–con fecha 18 de abril de 1980, se informa que el consanguíneo del
presidente de la Jucopo cobraba un sueldo de $5,695.00 quincenales, adscrito en
el Bufete Jurídico (sin categoría) de la Universidad Autónoma de Guerrero. O
sea, era un aviador.
Los tiempos han cambiado.
Ahora, un integrante de la familia Helguera Jiménez no anda a salto de mata ni atracando bancos. Desde el Poder Legislativo hace lo que
quiere y es arropado por 23 miembros de su partido, a quienes les vale un
comino ser señalados de manejar con opacidad los recursos públicos.
Antonio Helguera se siente
protegido por la Cuarta Transformación.
Lo que no entiende el gris
presidente de la Jucopo es que solamente es utilizado por el perverso delegado
del gobierno federal en Guerrero, Pablo
Amílcar Sandoval Ballesteros. A ver si no le pasa lo mismo que al ex
representante de Morena ante el Instituto Electoral y de Participación
Ciudadana (IEPC), Sergio Montes Carrillo,
quien de último momento fue mandado al basurero político por el nieto del
doctor Pablo Sandoval Cruz.
En
la edición 635 del semanario ¿No qué no?,
Antonio Helguera admite no ser un político de carrera, sino un político “a la
carrera”.
En efecto, el presidente
de la Jucopo surgió de la nada. Llegó al Congreso local gracias al efecto AMLO. Ni en Iguala lo conocían.
A
lo máximo que aspira en 2021 es convertirse en presidente municipal de Iguala.
Pero en lugar de generar un ambiente de unidad y trabajo, el representante del
distrito 22 se confronta con su tocayo, compañero de partido y actual alcalde
de Iguala, Antonio Jaimes Herrera.
La soberbia no es buena
consejera. Y tal parece que sus asesores sólo están de adorno y cobrando
jugosos salarios en el Congreso local, pues no le aconsejan nada positivo. Es
más, alguien le sugirió dar catedra
política como articulista en un medio de comunicación, cuando ni siquiera
es capaz de hilar tres palabras seguidas.
Es obvio que alguien de la
Dirección de Comunicación Social del Congreso del estado le redactó el artículo
titulado “Una nueva forma de hacer política”, ya que él –refieren fuentes
consultadas en el Palacio Legislativo– “no es capaz de redactar una línea”.
Por cierto, en la sesión
de este martes los coordinadores parlamentarios del PRD y del PRI subieron a
tribuna para fijar postura respecto a la forma en que Morena utiliza su mayoría
para avasallar a sus adversarios y oponerse a cada exhorto que se le hace al
gobierno federal.
“¿Cuál es la diferencia
con los gobiernos anteriores? Es lo mismo y quizás con menos tacto. ¿A caso
esta es la Cuarta Transformación? ¿No abrir el debate en la Jucopo,
presidente?, cuestionó Celestino Cesáreo.
No
cabe duda que la Jucopo tiene a un presidente, pero no un líder. Y, lo peor de
todo, el coordinador parlamentario de Morena sólo es un títere de Pablo Amílcar
Sandoval.
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