Sinceramente ni el propio legislador se creyó su dicho. Y no por abstenerse de copiar la Marca Registrada de la CNTE en las materias Movilización, Bloqueo, Plantón y Violencia l, ll y lll, de cuya magistral operación han dado muestras al madrear policías y reporteros, sino por el solo hecho de manifestarse en contra de la reforma energética.
No es, con mucho, el senador Romero un luchador social, vaya ni siquiera sindicalista que haya brillado en una marcha oficial del 1 de Mayo. Tiene más características de gerente ejecutivo del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, organización que no está exenta, y de ello sabe de sobra lo que queda de Joaquín La Quina Hernández Galicia, de ser ajustada al interés del gobierno en turno.
Quisiera imaginar a Romero Deschamps como Rubén Núñez Ginés, belicoso y demagógico dirigente de la Sección XXII del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y cabeza visible de la dirigencia de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (a) CNTE, en una de esas conferencias, como la ofrecida el martes último cuando acusó que habían sido infiltrados por quienes irrumpieron violentamente la noche del lunes en las instalaciones del Palacio Legislativo de San Lázaro.
Romero se echó una vacilada y Núñez un rollo inverosímil. El petrolero dice que no utilizará los procedimientos de la CNTE para defender sus derechos. El maestro (¿o será maistro?) asegura que la presencia de la fuerza pública fue una provocación. ¡¡¡Uuuta!!! Imagínese como andaríamos de provocados cuando a cada rato nos topamos con la fuerza pública.
Bueno, bueno, estos son los dirigentes sindicales que nos merecemos. Uno se ha enriquecido sin rubor, y se atreve a criticar a quienes lo critican y han desnudado los excesos y excentricidades de sus vástagos --¿por cierto, qué profesión tendrán?, ¿estudian o son ninis de pedigrí?--, el otro se burla del sentido común de los reporteros y de los ciudadanos, empresarios, comerciantes, automovilistas, trabajadores, burócrata y sociedad en general que están hasta la madre de movilizaciones y bravuconadas.
Pero más allá de sus actos, Romero Deschamps y Núñez Ginés representan a trabajadores mexicanos que se presume sirven al país y a los mexicanos; unos extraen el recurso que sustenta la vida de las instituciones, una de ellas la responsable de la educación básica de millones de mexicanos en proceso de desarrollo y busca de vocación. Otros hacen efectiva esa ruta de las vocaciones y educan y orientan.
Sin embargo, ni uno ni otro. El senador Romero Deschamps es el cacique ungido por instrucción presidencial en sustitución de un cacique defenestrado también por instrucción presidencial.
El profesor Núñez Ginés forma parte de una corriente opositora del magisterio organizado, la CNTE, que surgió para enfrentar los excesos del poder del cacicazgo de una dirigente magisterial, Elba Esther Gordillo Morales, quien fue impuesta por el poder presidencial en aras de tumbar a otro cacique magisterial, Carlos Jongitud Barrios, igual por disposición presidencial, pero se ha convertido en otro cacique, éste con el aura de demócrata y luchador social.
¿Ha servido el liderazgo de Romero y de Núñez para cambiar al sindicalismo oficial y al llamado independiente? El petrolero asegura que es la vía del diálogo la que privilegiará para protestar por las propuestas del PAN y del PRD en materia de reforma energética. El profesor sostiene que su movimiento tiene fundamento porque no se puede imponer la evaluación a los maestros. Pero el fondo de la radical y beligerante postura de la CNTE va más allá.
Sí, hay que vender la movilización, hay que ser oficialistas y radicales. Uno y otro tienen su razón de servir a una causa. La de Romero no tiene vuelta de hoja, pero a la vuelta puede encontrarse con la de Núñez Ginés, que se encamina a una lucha contra la reforma energética.
¿Por qué anunciar que su movimiento será permanente? Los temas de las reformas a leyes secundarias en materia educativa ya fueron superados. El tema toral es el energético. Hace unos días referíamos que una movilización cuesta bastante dinero. Y el de la CNTE es de miles y miles –sólo en el Zócalo hay doce mil acampados--. ¿Quién paga alimentos y transportación? Lo del salario lo paga el erario federal, es decir, nuestros impuestos.
Ahí viene la movilización. ¿Será capaz Romero Deschamps de enfrentarse a los intereses que mueven a la CNTE contra la reforma energética? Es la ola que viene. Y ésa no es una vacilada. Conste.
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