ES INDISCUTIBLE QUE ALGO
NO está funcionando en la estrategia para prevenir y combatir a la delincuencia
organizada en Guerrero, sin que sea la causa, hay que decirlo, la disminución
de policías federales en el estado, pues con su presencia o sin ésta, los
hechos de violencia se suceden a diario y a todas horas en nuestra entidad
guerrerense.
Y es que si bien son
detenidos “objetivos clave”, es decir, dirigentes del también llamado crimen
organizado, lo cierto es que los muertos se siguen dando, y ahora también de
niños y mujeres. Lo cierto es que las ejecuciones y los levantones se dan casi
en presencia de los cuerpos policiacos, lo que parece indicar que los policías
ya no son un problema para los delincuentes.
En fin. Lo cierto es que
tanto en Acapulco, en Chilpancingo, Chilapa, Tlapa, Iguala, Taxco, Altamirano,
y Zihuatanejo, entre otras ciudades del estado, la violencia no solo no
disminuye, sino que se incrementa en agravio no solo de aquellos que de una u
otra forma están vinculados a la delincuencia, sino de todos los guerrerenses,
hombres y mujeres, incluidos los niños y los ancianos, que son ajenos a todo
tipo de violencia.
Por desgracia, parece ser
que nadie se salva de esta violencia que todo indica llegó para quedarse, pues
todos los sectores de la sociedad han sido víctimas de ésta. Ciertamente no hay
ninguna familia en la entidad que no haya sufrido en carne propia o de manera
indirecta las consecuencias de la delincuencia.
Algo pues no se está
haciendo bien desde el poder, y en este caso, desde el Grupo de Coordinación
Guerrero, como instancia máxima en el estado que tiene como fin la prevención
del delito y el combate de la delincuencia. Algo no se está atendiendo, pues si
bien se están deteniendo a las supuestas cabezas del crimen organizado, los
muertos aparecen a diario, lo que mantiene a la población ajena a la
delincuencia, en constante temor y sobresalto.
Y eso, ciertamente, no se
quita ni se cura con los llamados a la calma, a tenerle confianza a los cuerpos
policiacos, a no armarse para defender la vida propia y la de la familia.
Ciertamente resulta difícil para las familias guerrerenses, mantener la calma
cuando ha sido el vecino, un conocido o un familiar quien ha sido víctima de la
delincuencia.
Por fortuna, parece ser
que la región de la Costa Chica, y una gran parte de la Montaña, se salvan de
esta ola de violencia que aqueja al resto del estado. En efecto, poco se sabe
de hechos de violencia en los municipios de la Costa Chica, incluido Ometepec,
como también de los que integran la región de la Montaña, a excepción de Tlapa,
en donde de ser una ciudad tranquila y
apacible, ahora la inseguridad ha sentado sus reales.
Y EN OTRO ASUNTO,
TAMBIÉN se es responsable y culpable por
omisión, es decir, por dejar hacer o no hacer, que en muchos de los casos tiene
que ver con la ley. Así, por ejemplo, Ángel Aguirre Rivero es responsable, y
culpable, de lo ocurrido en Iguala aquel 26 de septiembre del 2014, pues a
sabiendas de lo que ocurría en ese municipio, a sabiendas de que conocía en qué
andaba el entonces alcalde José Luis Abarca, nunca hizo nada al respecto.
Por desgracia, las
responsabilidades y culpabilidades por omisión nunca se aplican y castigan,
pues de lo contrario, en el caso del hoy ex gobernador, estaría en la cárcel. Y
claro, no sólo él, sino también los mandos de los cuerpos policiacos, desde la
policía estatal, la policía ministerial, y las del ámbito federal, es decir, la
policía federal preventiva, la gendarmería, y claro, algunos mandos castrenses,
entre otros más.
Otro ejemplo de
culpabilidad por omisión son los alcaldes o ahora ex alcaldes de al menos 45
municipios del estado, quienes por no actuar a tiempo, por no asumir su
responsabilidad, por negligencia o
simplemente por valemadrismo, no le dieron importancia ni mucho menos
atendieron como es debido las demandas laborales que tenían en contra, lo que
actualmente se ha traducido en cientos de millones de pesos que ahora, los
actuales presidentes municipales, están obligados a pagar como consecuencia de
laudos laborales.
Y es que si no los cubren,
de acuerdo a la ley, pueden ser separados del cargo, toda vez que al no cubrir
los laudos laborales estarían violando la ley. Es decir, como dice el dicho,
estarían pagando los platos rotos, sin que los rompieran, pues quienes lo
hicieron, continuando con el refrán, fueron los anteriores alcaldes que por no
atender y resolver las demandas laborales éstas crecieron a grado tal que hoy
son impagables, toda vez que los ayuntamientos, muchos de ellos, están
prácticamente en quiebra.
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