LA PRUDENCIA, LO SABE
incluso quien no es letrado, y hasta un niño, es fundamental en la protección
propia, y más cuando hay o uno intuye el peligro. Lo contrario es la
insensatez, la falta de juicio o cordura. Quien no es prudente, pues, puede
salirle muy caro.
Por desgracia, eso es lo
que le costó la vida a quien era presidente municipal de Pungarabato, Ambrosio
Soto Duarte, quien fue asesinado la noche del domingo en Michoacán, a manos de
un grupo armado que lo había amenazado de muerte.
Ciertamente es lamentable
su muerte, como bien lo dice el gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores.
Y lo es, como lamentables han sido quienes han muerto en esta ola de violencia,
atribuibles, prácticamente todas, a la delincuencia organizada, pero es un
hecho que, al menos la noche del domingo, bien pudo haberse evitado.
En efecto, el mismo
presidente municipal había dicho que estaba amenazado de muerte por grupos
delincuenciales con quien según éstos había pactado con el edil tiempo atrás.
Precisamente por esas amenazas, el alcalde Soto Duarte era resguardado por
elementos de la Policía Federal y por sus pares de la Policía estatal. Y
precisamente por eso, el edil de Pungarabato, debió tener prudencia.
Es triste, reitero, que se
acabe una vida, como triste es que no se tomen las medidas necesarias para
preservarla. Eso, parece ser, le ocurrió al hoy extinto Ambrosio Soto. No es
que sea su culpa; no es que anduviera buscando la muerte, pero… ¡Carajo!
Parece chiste, pero no lo
es. ¿Quién carajos se mete en un pleito, sin que le toque un rasguño? ¿Quién va
a Iguala, como lo hicieron los normalistas de Ayotzinapa, y más de noche,
cuando todo mundo sabía cómo allí estaban las cosas? ¿Quién se pone entre los
cetegistas y los policías, sin que le toque una pedrada? Solo los insensatos!
Por supuesto. El Estado
como tal está obligado a brindar seguridad pública y garantizar la integridad
física de los ciudadanos, pero es imposible que en estos de tiempos de
violencia pueda hacerlo solo. En consecuencia, hay que ayudarle, cuidándonos,
siendo prudentes.
Ignoro por qué Soto Duarte
fue a Michoacán, y por qué se decidió a regresar de noche. Ignoro por qué, pese
a las amenazas de muerte, la unidad que utilizaba era común y corriente, como
también ignoro por qué solo se hacía acompañar de cuatro policías federales y
por qué no lo escoltaban los policías estatales que también tenía asignados. Lo
ignoro, como también ignoro por qué no tenía más cuidado.
Reitero. Es lamentable lo
que le sucedió al alcalde de Pungarabato, Ambrosio Soto Duarte, y por supuesto,
también la muerte de su familiar que lo acompañaba como su chofer. Sin duda que
los policías federales que lo protegían hicieron su parte, pero es un hecho que
nada pudieron hacer ante el grupo armado que atacó al edil.
Por último, transcribo
parte de la conferencia dada a conocer sobre estos hechos, y en donde el
gobernador Héctor Astudillo Flores lamentó los acontecimientos en los que fue
privado de la vida Ambrosio Soto: “Las declaraciones que el propio alcalde Soto
Duarte, hizo en el sentido de solicitar mayor seguridad fueron atendidas
siempre con oportunidad, por lo cual llama la atención que haya realizado el
viaje en el que perdió la vida, a sabiendas que había sido reiteradamente
amenazado, como él mismo lo señaló, por un grupo delictivo. Y que dicho viaje
lo haya hecho en horas inconvenientes en una zona de alta peligrosidad.
Conviene reiterar que el homicidio se
cometió en el estado de Michoacán”.
Hay que decirlo. El
protocolo de seguridad señala como parte fundamental para protegerse, la
prudencia, que significa: sensatez, cordura, juicio, reflexión, sabiduría,
discernimiento. Hagamos uso de ésta, en estos tiempos de violencia y barbarie.
La seguridad empieza por uno mismo.
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julio651220@hotmail.com
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