No
conozco a nadie que desee estar enfermo, a menos que el fulanito o fulanita en
cuestión, sea un Hipocondriaco. A mí tampoco me gusta estar enferma, pero neta
líbreme papá Dios de tener una emergencia médica e ir a parar al Hospital
Regional. Lo que aquí pasa en una jornada, es digno de una emisión completa de
‘’Casos de Familia’’; y el asuntacho se torna surrealista a medida de que el
asombro y luego la incredulidad nos van arropando, mientras los pacientes y sus
familiares esperan y esperan y esperan. Neta también, que si no hubiera dolor y
desesperación de por medio, por parte de los que tienen que vivir en carne propia,
ciertos atropellos e insensibilidades, lo compararía con el bodrio televisivo
‘’El Hospital de la Risa’’. Digo, porque
mejor que nos de risa y no un infarto, ante los desplantes y las pachorerras de
ciertos trabajadores (afortunadamente no todos) incluyendo a los galenos del Hospital Regional
(de los que también hay sus honrosas excepciones, como el Dr. Manrique) que más
le acomodaría llamarse el ‘’Club de Tobi con batas blancas’’ (y ya ni eso
porque ahora andan uniformados con playeras tipo Polo, muy al estilo de
activistas políticos en campaña). Ah pero en Jueves, la cosa se complica. Es
día de junta para el personal médico y su director y se avientan hasta dos
horas y media, mientras que los donadores de sangre por ejemplo, desde las 7 de
la mañana están esperando a ser evaluados para hacer la donación. ¡Ah! pero ahí
no para el asunto. Cuando los hambrientos y desesperados donadores de sangre,
respiran aliviados al enterarse que por fin cerca de las 10 de la mañana ha
terminado la dichosa reunión semanal, son informados que tienen que esperar
otros 60 minutitos, si bien les va porque ¡qué creen!, es hora de que los que
acaban de ausentarse 150 minutos de sus consultorios tomen sus sagrados
alimentos. Y no puedes comer en 30 minutitos, ¡no que va! Pues si no son
albañiles. Además en el juramento de Hipócrates no dice nada respecto al
protocolo del pipirín, dirán los Doctorcitos. Usted, yo y cualquiera de mis 13
lectores de lujo podremos estar retorciéndonos de dolor o de hambre, pero aquí
la cosa es calmaaada. Para pagar algo en la caja, puede correr con suerte y
encontrarse a la cajera, quien por cierto es sonriente y atenta, pero si por
desgracia llegamos a la hora de ‘’su’’ junta, (eso dijo el policía que está en
la puerta donde ingresan los pacientes del servicio de Urgencias) habrá que
esperar un buen. Y como el que espera
desespera, mientras la fila iba extendiéndose los quejosos e inconformes se multiplicaban.
A cuál más nos salía lo enfurruñad. Eso sin contar, la baquetonada e
insensibilidad de algunos técnicos, como el encargado de los Rayos X que ese
día jueves, con actitud de ‘’perdona vidas’’ le hablaba golpeado a una pobre mujer
que llegó retorciéndose del dolor pues acababa de caerse y se había lastimado
la mano. ‘’La máquina no sirve, si quiere espérese pa’ ver si se compone’’. Todos
los que conformaban la ya larga fila en la caja de Urgencia, querían contar su
triste experiencia cada vez que tienen la mala suerte de caer por ahí ya sea
como pacientes o como familiares de algún enfermo. Las quejas más comunes desde
luego son lo mucho que se tardan en las dichosas juntas, pero desde luego la
mayor votación se la llevan los ratos de
solaz y esparcimiento que se toman algunos médicos y otras tantas enfermeras,
durante su turno. Pero en eso de las narraciones el que se voló la barda fue el
Arq. Miranda, quien narró con lujo de simpáticos detalles, un día que viniendo
de San Luis Acatlán se encontró con un accidente en la carretera y al ver que
no llegaba la ambulancia les pidió autorización a los de la Policía Federal de
Caminos para traer a Ometepec, bordo de su automóvil a los dos heridos y así
recibieran pronto la atención médica que necesitaban.
Como
los heridos venían en un estado tan maltrecho aunque uno de ellos medio
inconsciente y el otro dando gritos de dolor, el acomedido Arq. Miranda llegó
directito al Hospital Regional y para animarlos les dijo ‘’ya llegamos al
hospital’’, en el acto, el que venía en estado de semi inconsciencia se
incorporó y al reconocer el lugar, le dijo ‘’AQUÍ NO PORQUE MATAN’’.
Y
neta que a cualquiera pueden hacer cadáver, entre otras muchas cosas de
‘’desespero’’ como dijo una señora de Los Bajos que llevaba dos horas y media esperando
ese jueves (por cierto pozolero) a que los Doctorcitos y su ‘’Dire’’ terminaran
la chorcha que ellos llaman junta semanal. Digo, que bueno que se reúnan a
intercambiar opiniones. Es más, ¡excelente!, pero ¿Porqué hacerlas durante las
horas de trabajo, cuando docenas de pacientes están esperando y desesperando?
¿Por qué no realizar las ‘’juntas’’ por
la tarde, cuando ya han terminado el turno? ¿Y por qué encima de las dos horas
y media de la alcahueta reunioncita esa, todavía se apañan otra hora más para
la almorzada?. Digo, algo tendrá que hacer al Respecto don Lazarito Mazón.
ASÍ LO SUPO LA MATA HARI
Que
afortunadamente, en el Hospital Regional también hay Médicos y empleados,
sumamente profesionales y con un alto sentido humanístico. El Negro Morales en
recepción es uno de ellos.
Que
algunos de los empleados del hospital llegan a tomar el desayuno ahí en su
lugar de trabajo, en lugar de hacerlo en sus casas.
Que
afuera del cubículo del Seguro Popular en el Hospital Regional, es donde se
hace el primer coffee-break del día, cerca de las ocho y media de la mañana.
Que
inmediatamente después comienzan los viajes de las enfermeras a comprar el
almuerzo y las coca colas.
Que
la inconformidad general sigue siendo por las juntas que el personal médico del
Hospital Regional sigue haciendo en que debían estar atendiendo su consulta.
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