lunes, 1 de abril de 2013

De Norte a Sur La juventud bajo fuego Por Fernando Hernández


La desaparición de cuatro estudiantes de la Unidad Académica de Ciencias de la Tierra de la UAG en los límites de Guerrero y el Estado de México pone de manifesto que los y las jóvenes son el sector social con el mayor grado de vulnerabilidad  y desatención en la actualidad.

No es un azar que la mayoría de las víctimas de todos los bandos de la guerra en la que vivimos desde hace varios años sean jóvenes. Víctimas anónimas e identificadas de cada vez de menor edad. 

Víctimas que se han convertido en la carne de cañón de la lógica de violencia en la que hemos sido obligados a vivir.

En los últimos dos años las agresiones en contra de miembros de la comunidad universitaria se han incrementado de forma alarmante. Podríamos aventurarnos a señalar que los estudiantes y los profesores de la UAG nunca antes habían transitado por un ambiente de riesgo como el actual, superior a los ambientes de represión política como que se vivieron durante la Guerra Sucia, que se caracterizó por las desapariciones forzadas y la tortura. Castigo a la disidencia política.

Esta eterna sociedad de riesgo, se siente más, y cala más hondo en territorios de los municipios de la Tierra Caliente, la región Norte, la Costa Grande y Acapulco, ciudad más violenta de México.

A pesar de los asesinatos y secuestros en contra de los universitarios, los altos funcionarios de la UAG no han echado a andar el desarrollo de  protocolos suficientes para responder a escalada de violencia. No se han desarrollado  mecanismos propios para cuidarse. 

Las respuestas de los asesores de la rectoría y los académicos -con el aval del Consejo Universitario- a los problemas derivados de la inseguridad han sido similares a los que ha dado el gobierno del estado a otros planteles que han vivido en carne propia la inseguridad. Las respuestas básicamente han sido el reforzamiento de bardas perimetrales, la instalación de cámaras de video vigilancia, y la contratación de seguridad privada. 

El metodo ha sido, medicina curativa en lugar de preventiva,  medidas tan absurdas como suministrar aspirinas a un paciente que tiene cáncer.

El año pasado el desaparecido rector, Asencio Villegas Arrizón había hecho hincapié en la necesidad del desarrollo de una serie de medidas de seguridad que tendrían que adoptar los universitarios, sin embargo la muerte lo alcanzó y este proyecto, como otros, quedó en su escritorio.

La coyuntura política llegó a la universidad, y el tema de la seguridad salió de las agendas de los caciques que lideran las corrientes políticas de la máxima casa de estudios. Si es que alguna vez fueron una preocupación para alguno de ellos.

La postura de nuevo rector con respecto a las agresiones en contra de los miembros de la comunidad universitaria, no puede tener como eje  la construcción de muros, o la colocación de policías en los planteles, mucho menos la de implementar el uso obligatorio de uniformes para maestros y alumnos. 

La postura tiene que ser de "creación", de búsqueda de alternativas; pero sobre todo tiene que ser una postura de "crítica" hacia las autoridades responsables des seguridad,  y de la procuración de justicia.

Por eso uno de los retos de Javier Saldaña y su corte será la de organizarse para protegerse, para buscar alternativas, promover un diálogo ínter universitario, abierto , libre e informado tras el que salga una exigencia colectiva hacia las autoridades. Twitter: @hr_fer

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