Moisés Sánchez Limón |
¿Quién
o quiénes son los responsables de la crisis de seguridad pública que priva en
Michoacán?
¿Quién
de los ex gobernadores Cuauhtémoc Cárdenas, Luis Martínez Villicaña (+), Jaime
Genovevo Figueroa Zamudio, el efímero Eduardo Villaseñor Peña (+), Ausencio
Chávez Hernández, Víctor Manuel Tinoco Rubí, Lázaro Cárdenas Batel, Leonel
Godoy Rangel, Fausto Vallejo o el interino en activo Jesús Reyna García, abonó
al fardo de la inseguridad que cargan los michoacanos?
Demagogia
y opacidad en el ejercicio de gobierno, contubernios suprajudiciales, omisiones,
corrupción. Póngale usted el adjetivo y la causa que desee, porque vivir en
Michoacán se ha vuelto un reto, la hazaña de sobrevivir con la desconfianza
hacia el vecino, el pasajero de al lado, el conductor del vehículo que se empareja
en un alto del semáforo, el limpiaparabrisas, el vendedor callejero…
Morelia,
por ejemplo, la capital que fue oasis de tranquilidad, de certidumbre de
cultura y alto nivel educativo, en la que se respiraba seguridad, perdió esas
características en los gobiernos de Lázaro Cárdenas Batel y de Leonel Godoy
–quíteles usted el apelativo de perredistas, que nada tiene que ver con sus
incapacidades de gobierno--.
Sin
duda, también aportaron su grano de demagogia los presidentes municipales
morelianos desde finales del siglo pasado, cuando paulatinamente en Morelia se
degradó la seguridad, los servicios y sólo se ha conservado, por obra y gracia
de empresarios que le apuestan, el ciclo cultural.
Presidentes
municipales desde 1999 han sido de Morelia: Salvador Galván Infante, Augusto
Caire Arriaga (interino), Fausto Vallejo Figueroa, Salvador López Orduña,
Carlos Macouzet Zamacona (interino), Rocío Pineda Gochi (interina), y el actual
alcalde Wilfrido Lázaro Medina.
Quién
de ellos es responsable de la crisis en servicios urbanos y la carestía de los
mismos en la capital michoacana, de que asaltantes de poca monta pero
peligrosos y armados asalten a plena luz del día a jóvenes estudiantes, amas de
casa, empleados, comercios, en fin, en colonias donde se respiró de siempre
seguridad.
Demagogia.
Wilfrido Lázaro gana en doble vuelta la elección a alcalde de Morelia y promete
el oro y el moro, garantiza seguridad y sus policías rehúsan patrullar, incluso
de día, colonias en las que se reportan robos a casas habitación, a comercios y
transeúntes, porque tienen miedo. ¡Vaya jenízaros!
Fausto
Vallejo finalmente es gobernador y su endeble salud le resta capacidades para
gobernar y los malquerientes del interino Jesús Reyna García, no lo dejan
trabajar.
Sí,
la familia política michoacana, priista de nacencia desde los tiempos de
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, cuando a la entidad comenzó a señalársele como
asiento de narcotraficantes, es responsable de que Michoacán haya quedado
gradualmente en segundos planos de apoyo en recursos, inversiones y, sobre
todo, seguridad.
En
la región de Tierra Caliente, hasta mediados de los 90 era seguro transitar por
sus carreteras; luego aparecieron los asaltantes de caminos aunque todavía sin
vínculos con el crimen organizado que, los registros son públicos, se
apoderaron del estado y crecieron en su entorno, a partir del inicio del
milenio.
Los
presidentes Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón dieron al traste con la
seguridad. El primero porque no supo gobernar, el segundo porque incumplió
aquella oferta de que, en su gobierno, a Michoacán le iba a ir bien, pero muy
bien, y lo desbarrancó en la zozobra, el miedo, la intranquilidad, tanta que el
domicilio de su señora madre, en Morelia, por supuesto, aún se mantiene bajo
resguardo militar. Declaró la guerra al crimen organizado y vino el caos.
Lázaro
Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel hicieron como que gobernaron y acumularon
riqueza, dejaron robar a su séquito, permitieron injusticias, cobijaron
impunidades, maicearon a los conflictivos y dieron pie a esas escenas que
aterran con camiones incendiados y encapuchados violentos.
¿A
quién culpar? Ese es un ejercicio que ya no vale la pena, porque quita tiempo a
las urgentes medidas federales y estatales que devuelvan a los michoacanos la
tranquilidad, la certeza del empleo, la posibilidad de estudiar, respirar sin
miedo al caminar por cualquier calle.
Mire
usted. A nivel nacional la percepción de inseguridad de la población es de 90
por ciento, comenta Roberto Campa Cifrián, subsecretario de Prevención y
Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación.
Y el
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anuncia que la
Federación, es decir, las fuerzas de seguridad del gobierno federal, se
mantendrán en Michoacán “hasta que se recupere la paz y la tranquilidad en la
entidad”.
¿Creerle
a Osorio Chong? ¿Confiar en Jesús Reyna? En la enésima promesa, no hay de otra.
Los michoacanos no tienen más que otorgar el beneficio de la duda a quienes
prometen devolverles paz y tranquilidad. Parafraseando al secretario de
Gobernación: ¡Carajo! Digo.
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