Estos misteriosos animales
marcaron profundamente las vidas de los antiguos, en Egipto se acostumbraba
colocar a los gatos reales femeninos en a ataúdes de mármol, así como las leyes
eran tan estrictas respecto de su cuidado, ya que si un hombre mataba a un
gato, le correspondía la pena de muerte.
Otro dato curioso que
representa la importancia del gato en la sociedad antigua era, que cuando un
gato moría, su dueño en señal de duelo debía afeitarse las cejas.
En la tumba de Tutankamon,
la imagen de un sereno “Bast” fue encontrado en un santuario dorado, donde se
encontraba el ataúd real.
Uno de los descubridores de
la tumba, Lord Carnarvon un filántropo inglés, que financiaba expediciones en
Egipto, se dice que se convirtió en un fanático de la egiptología, después de
descubrir un gato en un ataúd, lo cual según cuentan lo marcó de por vida, en
cuanto a su interés por el misterioso mundo egipcio.
Los gatos egipcios se
propagaron desde Egipto al mundo por el aumento en el comercio internacional
con el Antiguo Egipto.
Hay una predicción que
sostiene que la raza humana tenía sólo el 80% de probabilidad de supervivencia
y que era tarea de los delfines, con su poder intelectual y sus formas
avanzadas de comunicación, traer y facilitar a los seres humanos conocimiento
de civilizaciones ancestrales, de modo de unificar el pasado, presente y
futuro.
Los delfines habían sido
reverenciados como dioses en el pasado y en Grecia se dictaba la pena de muerte
a quien los matara.
Alrededor de 2000 años A.C.,
los griegos decoraban sus ánforas con representaciones de ballenas y
especialmente de delfines. Al lado de su legendario lema "Conócete a ti
mismo", grabado en la entrada del oráculo de Delfos, colocaron un delfín,
equiparándolo a la protección otorgada a los dioses.
Los aborígenes de Australia
conservan leyendas de tiempos remotos en las que se cuenta que los pueblos
primitivos se dirigían a las playas para comunicarse con los delfines, con los
que mantenían una estrecha relación espiritual, y que al finalizar aquellas
reuniones de dos partes - delfines y aborígenes - regresaban a sus respectivas
moradas llevándose consigo el contenido de sus comunicaciones telepáticas que,
posteriormente, transmitían al resto de los sistemas de memoria externo a ellos
mismos.
Realizan operaciones sónicas
en el cuerpo, ya que pueden "ver" dentro del mismo como si su sonar
les confiriera la visión de rayos X. Con este sonar desarrollado, pueden ver a
través de la piel, percibiendo la forma y el movimiento de nuestros órganos
internos, el movimiento de nuestros pulmones y el latir de nuestros corazones.
Los sonidos que los delfines
emiten se encuentran entre los 1.000 y 80.000 Hz, mientras que nuestro espectro
de comunicación es mucho más bajo, entre 300 y 3.000 Hz. Los sonidos audibles
para el ser humano oscilan entre 20 y 20.000 Hz, lo que implica que nosotros
podemos realmente escuchar los sonidos que emiten los delfines entre 10.000 y
20.000 Hz, esto no indica que no percibamos o respondamos a alguno de
naturaleza ultrasónica.
Sus sistemas acústicos les
proporcionan "radiografías acústicas", pudiendo dar información sobre
la composición interna de los objetos. Tienen la capacidad para el
reconocimiento del "ecosonar", este es análogo al movimiento que
producen nuestras manos cuando aplauden en un cuarto oscuro e intentan hacernos
dar una vaga idea de dónde están las paredes.
Debido a que los sonidos
viajan más rápido y con mayor claridad bajo el agua, ellos son capaces de
percibir una idea precisa de su mundo simplemente interpretando los ecos que
oyen. Esto podría conducir a alguna forma de contacto telepático.
Un estudio científico
muestra que los gatos tienen relaciones más intensas con las mujeres, formando
un vínculo que va más allá de la mera alimentación.
La relación entre las
mujeres y los gatos tiene una mayor fuerza que entre los gatos y los hombres,
según una reciente investigación (quizás esta simbiosis es lo que hace que en
Argentina se les dijo a la mujeres “minas”, en Brasil “gatinhas” y en otras
partes seguramente algunas analogías similares entre la feminidad y lo felino).
El estudio que será
publicado en la revista especializada Behavioural Processes sugiere que el
vínculo entre los gatos y sus dueños es mucho más intenso de lo que se había
imaginado, donde los gatos muchas veces se convierten en el sucedáneo de los
niños en un hogar.
“La comida es usualmente
usada como moneda de cambio del afecto, y los gatos y los humanos se relacionan
de forma similar a como se relacionan los humanos que cuidan a un infante
preverbal. Tanto gato como niño, están, en parte, en control de cómo y dónde
son alimentados”, dijo Jon Day del Waltham Centre de Nutrición Animal.
Para el estudio, realizado
por científicos de la Universidad de Viena, se grabó la interacción de 41 gatos
y sus dueños por largos periodos. Se tomó nota de cada comportamiento y por
separado se evaluó la personalidad de cada dueño y de cada gato.
Los investigadores
determinaron que los gatos y sus dueños se influyeron entre sí, al punto de que
controlaron el comportamiento del otro. Las mujeres jóvenes extrovertidas con
jóvenes y activos gatos disfrutaron de la relación más sincronizada; los gatos
de estas relaciones solamente tienen que emitir señales sutiles para que las
mujeres respondan a su deseo de iniciar contacto o de recibir comida.
El estudio reveló las
mujeres interactúan más con sus gatos –sean machos o hembras- que los hombres y
de igual forma los gatos se acercan más a las mujeres e inician contacto (tal
como brincar sobre sus piernas) con mayor frecuencia que con sus dueños
masculinos.
“Una relación entre un gato
y un humano puede involucrar atracción mútua, compatibilidad entre
personalidad, facilidad en la interacción, afecto y apoyo social”, dijo Dorothy
Gracey, una de las autoras del estudio. “Un humano y un gato pueden desarrollar
mutuamente interacciones rituales complejas que muestran el entendimiento mutuo
de las preferencias e inclinaciones”.
La sofisticación y
sensibilidad a estos matices, a estos cambiantes carices, es seguramente lo que
hace que los gatos y las mujeres se atraigan. Mientras tanto, como dice una
famosa cita “los hombres y los perros deben de acostumbrarse y relajarse” a la
idea de que “la mujeres y los gatos harán lo que les plazca” (“Women and cats
will do as they please, and men and dogs should relax and get used to the
idea.”)
Tampoco debe de ser
casualidad que los antiguos, con su sabiduría natural, consagraran los gatos a
deidades femeninas, escribe Manly P. Hall:
“En Bubastis, Egipto, estaba
el templo de la famosa diosa Bast, la deidad gatuna de los Ptolomeos. Los
egipcios le rendían homenaje al gato, especialmente cuando su pelaje era de
tres colores diferentes o tenía ojos de distinto color. Para los sacerdotes el
gato era un símbolo de las fuerzas magnéticas de la naturaleza, y se rodeaban
con estos animales debido al fuego astral que emanan de su cuerpo. El gato
también simbolizaba la eternidad, porque cuando duerme se ovilla en una bola
con su cabeza tocando su cola. Entre los griegos y los latinos, el gato estaba
consagrado a Diana… (Discovery)
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