Francisco J. Siller/ Parece que es hora de cobrar las deudas políticas al calderonismo. Los maderistas aprovechan la oportunidad para hacerlos a un lado. Primero fue Margarita Zavala a quien le negaron la oportunidad de participar en los plurinominales y ahora buscan sancionar al senador Ernesto Cordero por faltar a la sesión de instalación del Congreso General, porque aseguran que con su inasistencia, daña la imagen de Acción Nacional.
A su vez, el legislador y exsecretario de Hacienda y Crédito Público, acusa que el PAN tiene una dirigencia autoritaria “que cree que el partido es suyo”. ¿Dónde he escuchado algo así? Hoy los panistas están imbuidos en una lucha interna por el poder, quizá diferente a la que se registra al interior del PRD, y en la que ganará el más fuerte.
El expresidente Felipe Calderón dejó entrever hace unos días que podría formarse un nuevo partido. ¿Es que espera una desbandada de panistas, como ocurre con el PRD y Morena? Bueno, son dos situaciones diferentes. Los blanquiazules tienen convicciones más firmes y finalmente terminarán por alinearse. Es cosa de disciplina política.
Eso los diferencia de los perredistas, que organizados en tribus, viven y se desarrollan en una selva en la que el más fuerte es el que sobrevive y en la que hay la necesidad vital de mostrarle poderío de grupo para ganar las mejores posiciones políticas. Los panistas son institucionales, los otros no.
La falta de Cordero sólo es el pretexto para golpear a los calderonistas. Que le van a descontar el día, dice Gustavo Madero, que no es suficiente… Quizá buscará la manera de poner una sanción ejemplar. En el medioevo lo habrían colgado o sometido a la guillotina y su cabeza expuesta en la plaza mayor, como ejemplo de lo que no debe hacerse.
Afortunadamente eso no pasará, porque ahora somos una sociedad moderna y ese tipo de prácticas no cabe dentro de nuestro sistema democrático. Quizá busquen suspenderlo en sus derechos partidistas y que los medallistas del senado le impongan un castigo que le pegue en el bolsillo.
Pero como sucede en este tipo de casos, cuando dos facciones se enfrentan dentro de una institución política la cosa se polariza y eso no es bueno, sobre todo en época electoral, sobre todo porque se da la oportunidad para definir la fuerza de cada grupo y sus alcances. A ver quien dobla las manos primero.
Por ejemplo, a muchos panistas no agradan las alianzas electorales de Madero con el PRD, como a muchos perredistas no las quieren con el PAN. ¿Qué no fueron los calderonistas los que las apoyaron en su momento? Desde luego que sí, porque de alguna forma buscaban dar continuidad a la mala racha por que atravesó el PRI.
Hoy la situación es distinta. Por ello la dirigencia del PAN no debe dividir, sino sumar para presentar un frente robusto en las próximas elecciones y el caso de Ernesto Cordero no debe pasar más allá de lo que es: El ser un hombre irresponsable que le interesa más asistir a un partido de fútbol americano que cumplir con su obligación constitucional, aunque sea por diez minutos…
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