La idea de que el universo
está compuesto de partículas indivisibles que se combinan entre sí se remonta
al siglo V a.C. cuando los filósofos griegos Leucipo y Demócrito especulaban
con que incluso las cosas inmateriales estaban compuestas por estos corpúsculos
invisibles. Durante muchos siglos, y gracias entre otras cosas a la influencia
de Aristóteles, la teoría fue desterrada y no sería hasta el Renacimiento
cuando comenzara a estar de nuevo en el ambiente y contribuyera a fraguar un
cambio que terminaría siendo una conmoción en el pensamiento de la época.
El escritor Stephen
Greenblatt describe en su libro "El Giro" la influencia que tuvo en
este cambio la obra del poeta romano Lucrecio "De rerum natura" en la
que recogía las ideas de Epicuro y describía el mundo en términos físicos con
un atomismo primitivo. Redescubierto en 1417, el texto comenzó a distribuirse a
pesar su confrontación con la doctrina de la Iglesia y contribuyó a la
aparición de nuevas ideas sobre la naturaleza del mundo. Según se descubrió
hace unos años, al propio Galileo le trajeron casi tantos problemas sus ideas
sobre el atomismo que su defensa del heliocentrismo, y fue acusado por sus
adversarios de defender una teoría que atentaba contra una de las bases de la
religión católica: el rito de la eucaristía.
Si el universo estaba
compuesto de átomos, razonaban los jesuitas, la idea de la transubstanciación
(la conversión del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo) carecía de
sentido, así que aquello era una herejía. La persecución de las ideas atomistas
fue tal que se prohibió su enseñanza en las escuelas de la Compañía de Jesús y
como relata Greenblatt en su libro se llegaron a recitar oraciones contra los
átomos en algunos centros de enseñanza. Esta oración en latín se recomendaba
recitar a diario a los jóvenes de la Universidad de Pisa:
"Nada sale de los
átomos
Todos los cuerpos del
mundo resplandecen con la hermosura de sus formas.
Sin ellas el orbe sería
solo un caos inmenso.
Al principio creó Dios
todas las cosas, para que ellas pudieran engendrar algo.
Ten en nada aquello de lo
que no puede salir nada.
Tú, Demócrito, no formas
nada nuevo a partir de los átomos.
Los átomos no producen
nada, luego los átomos no son nada".
La idea era impedir que
los jóvenes cayeran en la tentación de explicar las cosas por lo que veían sus
sentidos. Todo era una obra de perfección de Dios y cuestionarlo era una
herejía. El 1 de agosto de 1632 la Compañía de Jesús prohibió y condenó al
doctrina de los átomos. En un documento del Santo Oficio encontrado a
principios de los años 80 por el estudioso italiano Pietro Redondi se detallaban
las herejías encontradas en la obra de Galileo "El ensayador" a
propósito del atomismo. Aquellas afirmaciones, según Redondi, ponían en peligro
los dogmas católicos y pudieron ser uno de los detonantes por el que se abrió
todo el proceso contra él. Aunque hay distintas visiones sobre el tema, parece
fuera de duda que pensar en un mundo hecho de átomos también le trajo
problemas.
Libro
recomendado: El Giro, Stephen Greenblatt (Ed. Crítica)
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