Hypatia
de Alejandría. Se sabe que era muy bella, modesta y poseedora de una brillante
inteligencia. A la hora de hablar de nombres femeninos asociados a la ciencia,
son muy pocos los que nos vienen a la mente de forma automática, puede que el
de Marie Curie sea el único con el que podamos llenar esta categoría. Pero te
aseguramos que existen muchos, muchísimos nombres más, aunque destejidos por la
sombra del olvido.
Uno
que reluce por encima de todos y que a día de hoy permanece en el Olimpo de las
admiraciones, es sin duda Hypatia de Alejandría. Su vida, su ciencia, y su
trágico final configuran por sí solos una maravillosa historia que merece ser
recordada. Desde nuestro espacio deseeamos hacerle un homenaje a una de las
mujeres más curiosas de la historia…
La primera mujer astrónoma
La
vida de Hypatia de Alejandría está perfectamente documentada. Se sabe que nació
en el año 370 d.C, que se interesó tempranamente por las ciencias, y, en
especial, por esas noches estrelladas habitadas por misterios y desafíos.
Hypatia amaba la astronomía. Dedicarse a este ámbito del saber le ofreció
muchas cosas y la privó de otras: llegó a obtener mucho éxito, pero su afán y
su obligación a sus estudios la apartaron por ejemplo de poder contraer
matrimonio.
Hypatia de Alejandría
fue la primera mujer astrónoma de la historia
Quizá
su afán de conocimiento le fue transmitido de su padre, Teón de Alejandría,
filósofo y matemático, quién cuidó al máximo su educación y su afán por la
curiosidad. Según sus propios escritos, Teón deseaba que su hija fuera el “ser
humano más perfecto del mundo”. Para ello, debía cultivar no solo la mente,
sino también el cuerpo. Las clases de matemáticas se complementaban con
estrictas tablas de ejercicios, las cuales le permitieron ser atlética,
exquisitamente sabia y bastante hermosa.
Su
padre trabajaba en el Museo fundado por Tolomeo, el sucesor de Alejandro Magno,
fundador de la ciudad de Alejandría. Aquel espacio era referencia absoluta en
materia de ciencia, dedicándose a la enseñanza y a la investigación, albergando
entre sus distinguidas paredes a más de mas de cien profesores que vivían allí,
en compañía de Hypatia.
Viajó
mucho durante su vida, recibió infinidad de cursos en el Museo e incluso más
tarde, llegó a estar bajo su dirección. Destacó especialmente en astronomía y
matemáticas, adquiriendo la cátedra en la escuela Neoplatónica de Alejandría.
Educó a aristócratas, a plebeyos, a cristianos y paganos, instruyó al obispo de
Sinesio de Cirene y a Orestes, prefecto de Egipto.
La
llamaban “la filósofa”, una mujer que hechizaba con su conversación y su saber,
una mujer avanzada a su tiempo con amplísimos conocimientos no solo de
astronomía y matemáticas, Hypatia de Alejandría era también una virtuosa de la
música.
Cuando
la ciencia no gustaba a la religión.
Poco
a poco y a lo largo de veinte años, Hypatia de Alejandría se convirtió en una
de las mejores científicas y filósofas del momento. Ella misma simbolizaba el
conocimiento y el saber, pero una clase de saber que no era del gusto de todos…
la astronomía se basaba en unos esquemas que nunca fueron del gusto del dogma
católico, lo desafiaba en sus mismos principios y raíces. Se la consideró una
pagana absoluta.
Eran
tiempos difíciles para la ciencia, poco conciliada con el cristianismo de
entonces, unos años en que si uno no se convertía y rechazaba los conocimientos
adquiridos podía ser castigado. Hypatia se negó. ¿Cómo hacerlo? Repudiar la
ciencia era ir contra ella misma, contra su propio espíritu y más aún : para
aquello que la habían educado.
Día
a día iba desafiando más la paciencia del del líder cristiano de Alejandría.
Ella daba clase, enseñaba e investigaba, una vida plena y sencilla que no era
vista con buenos ojos para muchos… hasta que ocurrió, hasta que llegó ese día
en que un grupo de fanáticos religiosos apagó para siempre la luz de esta mujer
excepcional. Y lo hicieron de la forma más salvaje posible.
Hypatia
de Alejandría fue asesinada de forma brutal, mientras regresaba a casa en su
carruaje, estos fanáticos la asaltaron y la golpearon. Sin miramiento y con un odio
absoluto, la arrastraron por toda la ciudad hasta desnudarla, para después
torturarla con conchas marinas, arrancándole la piel y descuartizándola.
Las
partes separadas del bello cuerpo de Hypatia fueron repartidas e incineradas
después en el Ciraneo.
El
Museo de Tolomeo, y el mundo, quedaron desde entonces huérfano tras aquella
terrible pérdida.
Escuchen
que dijo el astrofísico Carl Sagan.
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