EL POETA MANUEL SALVADOR LEYVA MARTINEZ |
Siempre que escribo de
temas poéticos me acuerdo de mi amigo el Almirante Argudín, que me decía: “No
escribas de poesía, la poesía no sirve para nada; escribe de lo que sabes, de
la ciudad y sus problemas” y lo siento que está atrás de mí, inclinándose a ver
qué escribo. Así que Almirante, empezamos. Trataré de demostrar que la poesía
es un problema urbano, porque los poetas caminan por las calles del puerto y es
cuando descubrimos que son dos personas en una, es como si fueran hermanos.
Platican entre ellos, buscan solucionar problemas comunes, para ello desnudan
su alma, hay cosas que no se atreven a decir en voz alta y es cuando buscan un
rincón y escriben poemas, pensamientos, palabras que van descubriendo adheridas en las banquetas, en los muros de
caliche, en las hojas de los árboles, en las pérgolas que salen de las casas.
Así llegan a un bar y empieza la interacción con los poetas urbanos, los guerreros
invencibles de las mentiras gubernamentales, tratan de que descubran en la
poesía un mundo lleno de matices y, a la vez, ellos mostraran un mundo lleno de
amor a través de sus ojos. En este diario ejercicio de dialéctica nos
convertimos todos en aprendices de poetas y hacedores de palabras cristalinas
que caen al piso, rebotan, crean sonidos, salen por las rendijas de la puerta
recorren las banquetas, se adhieren a los muros de caliche y las hojas de los
árboles a las pérgolas de las casas y otra vez empieza un nuevo ciclo de poetas
y aprendices de palabras.
Caminamos por la vida,
registrando con el alma cada risa, cada lágrima, amores o desengaños, así
marchan los poetas, trémulos y esperanzados queriendo cambiar al mundo aunque
los tilden de extraños.
Ansían tocar estrellas y
también jalar la luna, hacen del amor un sueño o sueñan con el amor, observan
los movimientos, del cosmos, a cada instante y con palabras transforman a la
roca en una flor.
Logran que sus sentidos se
mantengan bien atentos, vuela su inspiración con la brisa o con el viento.
Transitan mágicamente descubriendo los colores para pintar arco iris con sus
locos pensamientos.
Surcan mares increíbles o
al cielo vuelan sin alas, bohemios y aventureros, no ángeles o demonios,
mantienen intacto el fuego, de lánguidas emociones cabalgan tras de imposibles
en trémulos unicornios.
Cuelgan de su corazón
collares con esmeraldas para atenuar el dolor con incandescentes destellos,
aplacan las mustias rosas, del olvido y la traición, volcando en cada poema los
sentimientos más bellos.
Hacen de las letras un
culto, de la poesía un altar, endulzan los sinsabores con las exquisitas
mieles, suspiran estremecidos en la noche o alborada y son, del amor eterno,
sus admiradores más fieles.
Los poetas están allí,
cuajados de fantasías y siempre habrán de escribir porque ese es su destino
bucearán aguas profundas hasta hallar las blancas perlas para hacerte una
poesía que alfombrará tu camino.
Por eso Manuel S. Leyva
esta semana que será de homenaje a un ilustre guerrerense en donde vienen de
todas partes del mundo a decirte lo mucho que nos hemos deleitado con tu
plática, tus consejos, tus palabras. Lo mucho que hemos disfrutado de tus
poemas, muchos de ellos convertidos en canción y se cumplirá otro ciclo y
nosotros, los aprendices de la palabra seguiremos recorriendo senderos,
subiendo montañas, cruzando lagos, navegando mares. Gracias Manuel, dejas una
huella en el mar, en el cielo, en la tierra y en el alma de los que te amamos.
Colaboración
para el Sol de Acapulco
24 de julio de 2015
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