MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN |
Recordaba con colegas
aquel día de 1982 cuando entró en vigor una medida, si usted quiere simplista
pero que entrañó un paso en términos de equidad de género porque las mujeres
tuvieron en el Distrito Federal, luego en el resto del país, acceso libre a las
cantinas, espacios de absoluta reserva machista, tanto que en las pulquerías
existía un espacio reservado a las mujeres, fuera del establecimiento, por
supuesto.
Rebeca Lizárraga, recién
llegada de Sinaloa, en esos días de principios de la década de los 80 era
compañera de redacción en El Universal, y teníamos a Las Américas como cantina
de cabecera, en la esquina de Iturbide y Artículo 123, en el Centro Histórico
del Distrito Federal.
Ariel Ramos instruyó, ese
día de 1982, que Rebeca escribiera la crónica de ese fecha en la que las
cantinas arriaban bandera machista y estaban obligadas a abrir sus puertas a
las mujeres.
Por supuesto, Rebeca no se
atrevía a entrar a un bar como reportera solitaria. Un grupo de colegas, entre
ellos Enrique Sánchez Márquez y Saúl López Robles, creo que también Mario
Peralta Viveros, determinamos acompañar a Rebeca, arroparla y que tuviera la
libertad de otear en ese espacio donde un día sí y otro también rendíamos culto
al Dios Baco, para cumplir con la encomienda de Ariel.
Llegamos a la hora del
amigo y cuando Rebeca irrumpió en ese local de Las América, el barullo de los
parroquianos, las mentadas de madre y el intercambio del doble sentido se
apagó. ¡Vaya!, la presencia femenina apaciguó a estos machos que se doblegaron
y, durante el tiempo que estuvo Rebeca en su mesa, con una naranjada sin
alcohol en ristre, hubo murmullos, sólo murmullos.
La crónica de Rebeca se
publicó en primera plana y en Las Américas, Enrique, el encargado, mandó
construir un baño para damas y aceptó que las colegas de El Universal y
empleadas de dependencias públicas próximas al establecimiento se convirtieran
en asiduas clientes del bebedero que tenía una buena cocina.
Hoy, nadie recuerda esos
tiempos. Este 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer
Trabajadora, aunque la referencia le ha restado ese cuasi pleonasmo porque
hablar de mujeres implica aludir a trabajadoras. No conozco una mujer que no
trabaje, porque hacerlo en la casa es un trabajo doblemente pesado porque no
tiene paga. En fin.
Las mujeres tienen mayor
presencia en todas las actividades económicas, políticas y sociales, en algunos
espacios menos, en otros más, pero en este México contemporáneo las mujeres son
mayoría en actividades como la del periodismo, oficio en el que mi hija Yazmín
encontró su espacio profesional, en el que mi esposa Selene ha despuntado en la
tarea de la comunicación social.
Hay más periodistas
mujeres que hombres, sin duda alguna. La fuente de la Cámara de Diputados, por
ejemplo, tiene asignadas a mujeres profesionales que representan a medios de
comunicación en los que en aquellos tiempos de la misoginia periodística les
destinaban los espacios de sociales o la guardia.
Maxi Peláez, Maru Rojas,
Adriana Hernández, Paty Ramírez y Paty Torres, Elizabeth Rodríguez, Angélica
Melín, Blanca Estela Santos, Claudia Salazar y Claudia Guerrero, Rocío
Jardinez, Rocío Flores, Sara Pablo, Claudia Téllez, Ivonne Reyes Campos,
Almariana Guerrero, Elia Castillo, Cecilia Hernández Delgadillo, Rita Magaña y
Rita Cerón, Evangelina Hernández, Verónica Hernández y, en fin, las colegas
periodistas de la fuente legislativa y política que compiten tú a tú con
reporteros de vasta experiencia. Las mujeres reporteras. A ellas mi
reconocimiento y admiración en este día, pero igual por siempre, en este
cotidiano andar en busca de la nota principal.
Amas de casa, madres de
tiempo completo porque se llevan la tarea de los hijos a la cobertura de la
campaña o la conferencia de prensa; reporteras con maestrías y postgrados,
mujeres que tienen historias personalísimas, periodistas que saben amar y ser
grandes amigas, enormes seres humanos que optaron por este oficio de condición
ingrata porque pueden amanecer como dueñas del Pulitzer e irse a dormir con la
frustración de la nota que se les fue.
La he visto llorar y he
escuchado sus confesiones de amor, enamoradas del colega que no voltea a
verlas; decepcionadas un día porque las castigaron en el periódico pero
optimistas y alegres unas horas después, convencidas de que este oficio es así
de ingrato pero igual de edificante.
Porque ser mujer
periodista es un don que pocas tienen. Felicidades, colegas. Digo.
MIÉRCOLES. En la
inauguración del nuevo puente Barra Vieja-Las Lomas, en Acapulco, una obra de
ingeniería emblemática, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo
Ruiz Esparza, dio por terminadas las obras contenidas en el Plan Nuevo
Guerrero, surgido a raíz de la devastación provocada en el puerto por los
huracanes Ingrid y Manuel, en 2013. De esta manera, el Aeropuerto Internacional
de Acapulco, la Autopista del Sol, cinco ejes carreteros, 11 puentes y 1,035
caminos rurales, no sólo fueron reconstruidos, también se mejoraron las
condiciones con las que operaban antes de ocurrir esos fenómenos naturales,
mediante una inversión de 20 mil millones de pesos. Ruiz Esparza cumple así una
instrucción presidencial más al consolidar una infraestructura superior en
calidad, capacidad y eficiencia, que contribuye a que la entidad ocupe el
segundo lugar nacional en crecimiento económico y el tercero en generación de
empleos. Para apoyar más a este estado, Ruiz Esparza anunció que el Paso Exprés
de Cuernavaca quedará listo antes de Semana Santa, el Libramiento Poniente de
Acapulco, primera etapa, a finales de mes, y la interconexión del segundo piso
con caseta de Tlalpan, que ya está en operación. Buenas noticias para Guerrero.
Conste.
sanchezlimon@gmail.com
www.entresemana.mx
@sanchezlimon
@sanchezlimon1
@Entresemanamx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.