“Es
el año 2065. Cerca de dos tercios del ozono terrestre ha desaparecido. No sólo
en los polos, sino en todo el planeta. El tristemente célebre agujero de ozono
sobre la Antártida, descubierto por primera vez en los años ochenta, tiene un
gemelo sobre el Polo Norte. La radiación ultravioleta (UV) que cae sobre las
ciudades de latitudes medias como Washington D. C. [o Madrid] es lo
suficientemente fuerte como para causar quemaduras de sol en sólo cinco
minutos“.
Así
comienza el relato publicado por la NASA con motivo de un curioso experimento
llevado a cabo por sus científicos. Y así es, según el relato, el mundo que nos
habría tocado vivir en el presente siglo de no haber sido porque 193 países
acordaron en 1987 prohibir sustancias químicas dañinas para el ozono en el
llamado Protocolo de Montreal.
Paul
Newman, científico del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, dirigió el
equipo responsable de la simulación de “lo que habría sido” si los
clorofluorocarbonos (CFC) y otros químicos no hubieran sido prohibidos
entonces. La simulación empleó un modelo completo que incluía los efectos
químicos sobre la atmósfera, los cambios en el patrón de los vientos y los
cambios en la radiación. El análisis ha sido publicado en Atmospheric Chemistry
and Physics.
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