KARMELYNDA VALVERDE |
Simplemente
delicioso, refrescante y dice la Vox
Populi que ¡hasta nutritivo!, aunque
la neta es que el chilate rebosa de hartas calorías, suficientes para redondear
las de por sí generosas caderas de las mujeres costeñas. Aunque bueno, hay que
decir también que el chilate, esa espumosa y sumamente rica bebida
achocolatada, es adictiva. ¡Y vaya que si!. Nadamás probarlo y su saborcito se
impregna no solamente en el paladar sino también en nuestra psique.
Mamá
Laura fue un buen ejemplo de ello. Adelina, la ayutleca que durante años fue su
chilatera preferida, llegaba con semejante olla de peltre al zócalo del bello
nido, a las meras doce y el primer vaso que tenía que servir era por supuesto
el de mi abuela materna.
Desde
las once y media de la mañana, mamá Laura, cuya casa estaba enfrente del zócalo
comenzaba a asomarse mirando hacia la banca donde Adelina colocaba la olla de
chilate y la cubeta con agua con limones, para enjuagar los vasos floreados de
veladora, donde servía el chilate y al ver que la chilatera no aparecía,
comenzaba a desesperarse.
-A
ver tú chamaca, vete a asomar a la casa verde a ver si divisas a Adelina en la
calle derecha, porque pasan de las doce y yo ya siento necesidad- mandaba mamá
Laura a alguien de la servidumbre, cuando se le hacía que Adelina se demoraba
en llegar.
Por
supuesto que Adelina, no llegaba más tarde del medio día, pero si por alguna
razón se demoraba sólo unos minutos después de las doce, mamá Laura entraba en
un estado de desesperación y cuando exclamaba aquello de ‘’Ya siento una
necesidad aquí en el estómago’’ es porque tenía que ingerir en FA, vaso y medio
de chilate.
Y
claro que por supuesto que desde luego que yo también fui educada dentro la
Cultura del chilate. Chilatera empedernida que he sido, como casi todos en la
familia, con la particularidad de que esta chincualuda paloma sin nido,
solamente bebe chilate de agua…¡porque el de leche me da curso!.
El
chilate tiene su chiste. No cualquiera puede presumir de hacer buen chilate.
Hay unos chilates como Dios manda: especitos, espumosos, con el punto exacto de
azúcar y canela….¡y hay otros chilates bien chirrios: ralos, aguados e
insípidos.
Y
por si todas sus bondades fueran poza cosa, el delicioso chilate es el mejor
remedio para la cruda. ¡netaaa!. ¡Ay! como me acuerdo de aquellas crudas
tequileras, en las que saliendo de misa de doce (ah porque eso sí, yo fui
borrachita pero creyente) ingería por lo menos dos vasotes de chilate para
calmar las ansias no precisamente de novillera, sino del desasosiego post
etílico, para que la calma volviera a mi espíritu pero sobre todo a mi estómago
lánguido, más que dispuesto a ‘’gomitar’’.
Alguna
vez, un director de cine me preguntaba que a qué se debía que la anatomía de
las mujeres costeñas fuera tan frondosa y yo le reviré de inmediato ‘’es que
somos criadas con chilate’’.
Sí, acepto
que el abuso de la ingesta de chilate puede provocar también el crecimiento
desmedido de la timba y si la perritera del chilate es grande pueque llegue un
momento en que crezcan al parejo las nalgas y la timba, a tal grado de no saber
si la paisana va o si viene, pero eso es parte de nuestras costeñísimas
características.
Es
más, las mujeres costeñas, lucimos orgullosas nuestras achilatadas
protuberancias….y sin ningún rubor las mostramos al ‘’aigre’’ en tops y shorts. Nos asumimos como bebedores consuetudinarios
de chilate, que es parte de nuestra idiosincrasia, por eso durante generaciones
hemos educado a nuestros hijos y los seguimos educando dentro de la Cultura del
chilate, que es, como dije al principio de esta entrega: ¡Refrescante y
delicioso!
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