"Acapulco en crisis": Luis Walton |
Si usted consigue empleo
o es convocado a trabajar en una empresa
particular, señalándole claramente en qué consisten sus obligaciones y metas, así como el tiempo razonable que tiene
para conseguirlas, evidentemente
tiene un compromiso que cumplir. Y si
después de un período establecido no
consiguió los frutos u objetivos señalados o - peor aún- traicionó la
confianza depositada en usted cometiendo
actos de corrupción en
general o malversación de fondos en lo particular, sin ninguna duda y con cajas
destempladas será puesto
con toda su humanidad en la calle. Y eso, si bien le va; porque lo lógico es que le sean
fincadas responsabilidades legales
por las que tendrá que pagar cuentas
ante la justicia…
Lo anterior viene a
cuento porque uno de mis pacientes -al término de la
consulta médica - se refirió a la
situación política, social y económica predominante
en el país y me decía muy
esperanzado: “¡En el 2013 los políticos
de los tres niveles de gobierno
tendrán que ponerse las pilas. O sea, deberán trabajar para entregar al pueblo de México los mejores
resultados de todos los obtenidos hasta ahora!”… so pena de que el país –ahora sí-
se les escurra de entre las manos.
Más tarde
nos preguntaríamos ¿Cuántas veces
hemos escuchado ese mismo razonamiento que nunca pasó
de ser más que un
sueño peregrino? O qué… ¿Será posible que de la noche a la mañana la
clase política anule sus arraigadas
prácticas de corrupción y prevaricato, transformándolas en inimaginables virtudes y mejores costumbres? ¿Podría creerse además en ello sin pecar de
iluso o de desmemoriado? ¿O el cambio únicamente
tendrá fundamento y visos de realidad a partir de la presión para la
consecución de metas y la rendición de cuentas, así como de la aplicación irrestricta de las correspondientes
leyes y del relegado referéndum o plebiscito?
Seguramente que nunca se dará por generación
espontánea o iniciativa propia de los políticos. Porque desde siempre ninguna
fórmula de renovación moral u otras equivalentes
--de dientes para afuera-- garantizó a los
mexicanos un cambio radical en quienes detentan la actividad pública de nuestro país, en la que ciertamente muy pocos
se salvan, y donde la gran mayoría, desde siempre, han aprovechado la buena fe de
las conciencias ciudadanas que, con verdadera convicción, han participado en
política cumpliendo con sus obligaciones cívicas, confiados en la idea de que
nuestros representantes --los ciudadanos diputados y senadores-- nos
defenderían de todo aquello que pudieran perjudicarnos, en lo político y en lo
económico.
Pero nada más lejano
a la realidad, ya que los supuestamente representantes y defensores del pueblo estuvieron
permanentemente al servicio del ejecutivo en turno, de sus intereses
personales, de grupo y hasta del extranjero; seguros de que nadie les reclama
sus tropelías, desaciertos e
ineficacias. La culpa, empero, ha sido
de la sociedad civil (que merece mención aparte) porque los hemos dejado solos
y ellos –los políticos- siempre se
despacharon con la cuchara grande...
En cuanto a los
funcionarios municipales de Acapulco, encabezados
por el Lic. Luis Walton, empresario exitoso que evidentemente sabe, por propia experiencia,
cómo manejar con atingencia los recursos humanos y de toda índole y que hoy se
encuentra presumiblemente ante la empresa
de mayor grado de dificultad que
haya enfrentado, toda vez que en este municipio se cuenta con el nada honroso primer lugar en corrupción a nivel
nacional, y en él se concentran todas las lacras y problemática
que sufre la República Mexicana, deberá prodigarse.
Por el bien de todos,
esperamos que el ejecutivo local cumpla con las expectativas creadas desde su
trayectoria individual y su triunfo
electoral, seleccionando a las mejores mujeres y los mejores hombres para servir
a la ciudadanía de Acapulco, cuyas
características de honestos y eficientes sean la divisa permanente en su
accionar; dando una gran satisfacción a quienes votaron por él y a la sociedad
en general. Y sobre todo, para que se siente un precedente y nunca más se repita la desvergüenza del trienio
municipal anterior, de cuyo lastre aún no se libera, complicándose sobremanera
el inicio de su administración. En caso contrario, se confía y da por descontado que cumplirá con
su indiscutible deber en contra
de las corruptelas y el abuso, cumpliendo
ante todo con él mismo, como máximo responsable legal y moral de su equipo
de trabajo, mostrando congruencia entre
los hechos y lo expresado durante su
campaña…
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