Ya el escritor británico Graham Greene lo expreso muy acertadamente, “medios de comunicación es sólo una palabra que ha venido a significar mal periodismo” y en México como ocurre regularmente esta frase termina por adoptar un aire más trágico que en otros países de características similares.
El hecho de que la ciudadana francesa Florence
Cassez haya sido liberada por un montaje mediático orquestado por las
autoridades federales y difundido por los poderes facticos encarnados en el
duopolio televisivo Televisa-TV Azteca y no por un argumento que dejara en claro su culpabilidad
o inocencia deja a la ciudadanía no solo con un abismo de confianza alrededor
de las instituciones encargadas de velar por la correcta impartición de
justicia, sino también de las empresas que se han ido apropiando de la difusión
de contenidos y no han querido la apertura a otras alternativas, asfixiando con
esto las opciones de los espectadores.
Carlos Loret de
Mola puede decir que en el momento de la transmisión no se percató que se
trataba de un montaje y Javier Alatorre puede decir que en este caso los medios de
comunicación fueron los primeros engañados, pero la realidad de las cosas es
que la gran afectada aquí fue la credibilidad
y por consecuencia también la certidumbre del ciudadano, que se ve
desprovisto de una herramienta fiable con la cual mantenerse al tanto del
acontecer diario pues las televisoras trabajaron en beneficio de funcionarios
que querían proyectar la imagen de “héroes de acción hollywoodenses” esa que
Felipe Calderón siempre quiso dejar ver, no solo en México sino a nivel
internacional y no es sorpresa que en el pasado, las televisoras han actuado de
manera oficialista.
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